Hoy, por falta de tiempo y para ahorrar a los lectores mis interminables peroratas habituales, cuatro breves pinceladas del gran lienzo de la Historia de Salvación. El lienzo entero no lo entenderemos hasta que estemos en el cielo (y nos pasaremos la eternidad entendiéndolo y disfrutándolo), pero podemos admirarnos ya ante pinceladas individuales.
Una pincelada de santidad
Primero, un beato poco conocido en España, Pier Giorgio Frassati. Un seglar, ingeniero, aficionado al montañismo y muy alegre, que murió con sólo veinticuatro años (y yo con tantos años y tan poco aprovechados, Kyrie Eleison). Uno de los aspectos de Cristo que mejor reflejó en su vida fue el amor por los pobres. Pasaba mucho tiempo ayudando a los necesitados, frecuentemente tenía que volver andando a casa porque les entregaba hasta el dinero para el autobús y sus padre, ateo, a menudo le echaba la bronca por “perder” el abrigo, que había entregado a algún infortunado. Pertenecía a la Tercera Orden de Santo Domingo, como algún comentarista de este blog.
Sólo una anécdota suya. Un amigo le preguntó por qué viajaba siempre en tercera clase en el tren, a pesar de que podía permitirse un buen billete. Pier Giorgio respondió: “Porque no hay cuarta clase”. Que Dios nos conceda a todos el amor a la Dama Pobreza y a los pobres.
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