El buen escándalo y el mal escándalo
Una de las formas más sencillas de profundizar en la Escritura es fijarse en las cosas que resultan extrañas o nos chocan: generalmente indican que hay algo en el texto que no se ha entendido bien del todo. Es decir, algo que conviene estudiar más a fondo, para poder aprovecharlo de verdad.
Esta mañana pensaba en una de esas cosas raras que tiene la Biblia: el escándalo. ¿No resulta extraño que, en unos lugares, se considere el escándalo como un pecado terrible y, en otros, como algo propio del Mesías? ¿Puede el escándalo ser bueno y malo a la vez? ¿No es eso una contradicción? Como diría Chesterton, más bien es una paradoja, es decir, una contradicción aparente que puede llevarnos a entender mejor la realidad.