2.05.08

Para eso somos católicos

Leo en Religión en Libertad que un grupo de obispos japoneses ha acudido a Roma, para presentarle al Papa su queja por la “la poderosa actividad sectaria de los miembros del Camino”. Desde un punto de vista muy diferente, tenía ya noticias desde hace tiempo sobre las tensiones entre varios obispos de Japón y el Camino Neocatecumenal, gracias a lo que me había contado sobre su experiencia personal en este tema Fernando y Kuki, familia misionera en Japón perteneciente a este itinerario de vida cristiana.

Como es lógico, yo tengo mi opinión sobre este tema, basada en lo que cuentan unos y otros y en mi conocimiento personal del Camino y de sus frutos en España y en otros países. Sin embargo, creo que, en esta ocasión, mi opinión es lo de menos.

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26.04.08

Más crítica, por favor

Nuestra época se siente orgullosa de ser la más “crítica de la historia”, de haber alcanzado la mayoría de edad del pensamiento, que ya no admite fábulas teológico-religiosas, ni argumentos de autoridad, ni tampoco tradiciones que lastren la libre investigación. Sin embargo, en mi opinión, el problema principal de esta época es que no es lo suficientemente crítica con las ideas aceptadas en ella. Difícilmente se encontraría un momento histórico en el que se haya aceptado más acríticamente el pensamiento dominante.

¿Por qué digo esto? Porque tengo la impresión de que nadie se molesta en analizar de verdad la realidad cotidiana. A nuestro alrededor suceden multitud de cosas sorprendentes y extrañas que, simplemente, se ignoran.

Los que se interesen por la ciencia sabrán que el pensamiento científico avanza siempre gracias a las excepciones, a los casos difíciles, a los hechos que no se entienden y necesitan una explicación. Esto no es una característica especial de la ciencia: el conocimiento humano en general avanza al intentar comprender hechos que no se explican adecuadamente mediante lo que ya sabemos. Si se renuncia a explicar estos hechos sorprendentes, el conocimiento no puede avanzar.

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23.04.08

Familia en misión en Japón (III)

Hoy les presento unas líneas de Fernando que, como recordarán, ha sido enviado con su familia de misión al Japón. En un correo electrónico, me contaba sus impresiones al leer algunos comentarios despectivos que se hicieron en otro blog, en un artículo dedicado a esta familia en misión.

También les incluyo algunas reflexiones que hacía sobre la Cuaresma en un correo dirigido a su comunidad en Madrid.

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Quiero contarte las impresiones que tuve después de haber leído los comentarios en la página de tu compañero (Francisco José Fernández de la Cigoña), que decidió comentar tu artículo en su blog (la Cigüeña de la Torre). No pasaban de tres o cuatro, pero me llamaron la atención por sus prejuicios ideológicos sobre la labor misionera.

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Familia en misión en Japón (II)

En el artículo anterior, los lectores hicieron varias preguntas:

Sin saber el idioma, ¿de qué viven? ¿Cómo se ganan la vida? ¿Cómo mantienen a la familia?

Me llama la atención que no sepan el idioma. ¿Cómo van a evangelizar?

¿Cómo fue su proceso de discernimiento? ¿Fuisteis vosotros los que os decidisteis por marchar a Japón o fueron los responsables del Camino los que os asignaron aquel país?

Intentaré ser conciso, y responder a las dudas, que te confieso que a veces son mías también.

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Familia en misión en Japón (I)

Este artículo fue publicado originalmente aquí. Después de leer un artículo de este blog sobre la evangelización de Japón, un lector me envió un testimonio de su propia experiencia, que me pareció interesantísimo.

Fernando, su mujer Kuki y sus hijos pertenecen a una comunidad del Camino Neocatecumenal y fueron enviados por Benedicto XVI a Japón, como misioneros, para anunciar el Evangelio con su palabra y con sus vidas. Me parece significativo que el Papa les animó a proclamar con su “acción misionera que solamente en Jesucristo, muerto y resucitado, hay salvación”.

En el Camino, además de sacerdotes y laicos solteros, se envían también a veces familias enteras a la misión, para que, con su vida cristiana normal, en su trabajo, en los colegios, entre sus vecinos y amigos, sean un signo en medio de sociedades que no conocen a Cristo.

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