San Ildefonso escribió dos libros para guiar a los bautizados hacia la santidad. El primero, que se titula De cognitione baptismi (El conocimiento del bautismo), es una instrucción doctrinal y litúrgica acerca de la iniciación cristiana destinada a los catecúmenos, a los recién bautizados y a todos los fieles. Este tratado tiene su continuación en De itinere deserti (El camino del desierto), una catequesis espiritual acerca de las virtudes. Con espíritu evangelizador, buscaba suprimir de modo catequético las prácticas supersticiosas e idolátricas tanto de los germanos como de los hispanorromanos.
El texto está repleto de citas bíblicas y de alusiones a otros textos de la Escritura sin citarlos explícitamente1. Igual ocurre con los escritos de los Padres de la Iglesia (San Agustín, san Isidoro, san Gregorio Magno, san Inocencio I, san Gregorio de Tours), que son empleados abundantemente. Alimenta así nuestra oración y meditación, y también nos hace descubrir lo que vivía su autor, mediante oraciones que él mismo dirige a Dios. Comienza el tratado sobre el bautismo pidiendo a Cristo su ayuda para lo que desea exponer:
Jesús, hijo de David,ten compasión de mí, ilumina mis ojos para que vea que debo llegarme a ti, asegura mis pasos hacia ti para no desviarme del camino, abre mi boca para que pueda hablar de ti2.
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