6.05.09

¿Qué está pasando?

Copyright (C) Javier Navarro 2008

Todo acto forma parte de una conducta, y toda conducta está modelada por un sistema de creencias y hábitos. La conducta madura consiste en la integración de creencias y hábitos. Puede ser una integración acomodaticia, en la que las creencias se adaptan a los hábitos, o rebelde, en la que los hábitos se adaptan a las creencias.

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29.04.09

¿Quién es Miguel Durán?



¿Quién es Miguel Durán?

[1.-]

Según José Díaz Herrera y Juan Luis López-Galiacho Perona[1]:

I.

“El 1 de junio de 1987 -como hemos visto-, Antonio Vicente Mosquete, presidente del Consejo General de la ONCE, cayó inexplicablemente por el hueco del ascensor de su casa en la capital de España. Ciego total, se golpeó en la cabeza y murió dos días después sin recobrar el conocimiento. Era un personaje carismático. Miguel Durán, su sucesor, era listo y ambicioso. Las consecuencias del cambio de liderazgo en la ONCE se iban a ver muy pronto. Desde la dirección general de la entidad, el heredero de Mosquete ha levantado el imperio empresarial más grande de España.

Mario Conde, el presidente de Banesto; Alberto Alcocer y Alberto Cortina, «los Albertos»; Javier de la Rosa, el hombre de KIO en España -los paradigmas de la especulación y los negocios fulgurantes en la piel de toro-, son meros aficionados a su lado.

Durán dirige hoy[2] tres colosales conglomerados empresariales. El «imperio del cupón», que factura 300.000 millones al año[3]; la Corporación Financiera de la ONCE, con más de 70 empresas y una valoración de mercado de 150.000 millones de pesetas, y el holding Fundosa -encargado de dar trabajo a los minusválidos- con otras 64 empresas y un precio de venta en la actualidad de 300.000 millones. Por si eso fuera poco, el patrimonio inmobiliario de los ciegos se valora en más de 160.000 millones de pesetas. Unos 30.000 invidentes son controlados con mano de hierro. Por eso, al director general no le tiembla el pulso cuando tiene que firmar la expulsión de un miembro de su organización y mandarle al paro. Tampoco al expedientar a un líder sindicalista que trata de oponerse al poder absoluto que él ejerce.

Ni siquiera Ramón Areces, el patriarca de El Corte Inglés, fallecido hace unos años, fue capaz de conseguir tanto en tan poco tiempo. Nadie, salvo Miguel Durán, ha podido convertir al marginal colectivo de vendedores de cupones en «tiburones financieros» al estilo de los italianos Carlo de Benedetti o Giancarlo Parretti.

En 1989, la sociedad española descubrió, entre expectante, divertida y alucinada, la emergencia de los ciegos como un nuevo poder fáctico, capaz de pactar con el Gobierno y ‘apuñalar’ a la mañana siguiente a cualquiera de sus ministros en defensa simple y llanamente de sus propios intereses.

Nada en la vida de este hombre orgulloso, ágil y certero para los negocios como un halcón, recuerda su pasado humilde en un pueblo de Extremadura.

II.

Fue un niño de la España negra de posguerra, que creció mal alimentado, sin más entretenimiento casero que el de escuchar los seriales radiofónicos en la radio de válvulas de su abuelo, sin más vida social que la de acercarse a la tienda a comprar, por mandato de su madre, una perra gorda de sal. Y, además, Miguel Durán nació ciego.

A los once años no sabía leer. Pero cinco años después de que, a esa edad, la ONCE entrara en su vida, asistía a las clases normales para videntes de la Universidad de Barcelona, y sacaba matrículas de honor. Organizaba huelgas, leía ‘El capital’ en braille y participaba en las manifestaciones contra el franquismo.

Hasta que se hizo rico y, sobre todo, poderoso. A los treinta años comenzó a manejar un imperio financiero superior al de Mario Conde, Javier de la Rosa o «los Albertos». Participaba en cacerías, filmaba a sus amigos con un vídeo ‘Sony’ y hasta toreaba vaquillas, con la única diferencia de que él necesitaba que a la vaca le pusieran un cencerro para saber por dónde venía.

Su historia es la historia del español que supera una infancia asilvestrada, una juventud idealista, un asalto a las instancias del poder y, antes de llegar a los cuarenta, ha entrado ya en la lista de los grandes triunfadores. Pero, además, Miguel Durán nació ciego.

III.

Su padre, Rafael Durán, trabajaba en la fábrica de harinas ‘El Moreno’, de Azuaga[4]. Cargaba sacos y sacos de trigo, de la mañana a la noche. Los metía en la tolva y los convertía en harina. Luego se los llevaban a la tahona para hacer pan.

Su sueldo era escaso, pero Rafael -a quien sus vecinos llamaban «El Lechugo»- se consideraba un hombre afortunado. Era de los pocos obreros del pueblo con sueldo fijo y no tenía que acudir, como los demás, a la plaza a esperar que alguien le ofreciera un trabajo.

Agustina Campos, su mujer, tenía buena mano para la costura y se pasaba los días detrás de la máquina, haciendo vestidos a sus vecinas y ayudando a mantener la economía familiar.

La familia fue creciendo. El 2 de julio de 1955 nació su quinto hijo, un niño de pelo negro, como los ojos, y piel muy blanca.

Tenía cuatro meses cuando una vecina se dio cuenta de que no le seguía con la mirada cuando le hacía muecas.

- ¿Has llevado a este niño al médico? -preguntó a la madre.
- No. ¿Por qué?
- Este niño no ve.
- ¡Cómo que no ve! Pero, ¿qué dices?, pero, ¿quién eres tú para decir que mi niño no ve?

El médico del pueblo se lo confirmó.

- El niño no ve. Llévenlo a un oftalmólogo por si tiene cura.

La noticia se vivió como una tragedia sin remedio. Por la cabeza de Agustina no paraba de rondar la idea de que la ceguera de Miguelito era un castigo del cielo. Ser ciego en un pequeño pueblo de Badajoz era una fatalidad; podía estar destinado a convertirse en el tonto del pueblo. Y Agustina no quería ese final para su niño.

Miguel fue el mimado de la casa. Sus padres y hermanos mayores, Leocadio y Rafael, se desvivían por ayudarle. La mejor ropa, los zapatos más caros, eran siempre para él.

Su infancia fue muy similar a la de otro niño de familia numerosa, ésta de Sevilla, a quien Miguel Durán tardaría muchos años en conocer. Lo relata Juan Guerra en su libro ‘Yo, el hermano’[5], refiriéndose a su hermano Alfonso, del que cuenta que, en su hogar, recibía los mejores estímulos, la mejor ropa, el mejor bocado. Alfonso, porque era el más listo; Miguel, por ser ciego.

El apoyo familiar es una de las características que, según los mejores psicólogos norteamericanos, convertiría a ambos, con el transcurso del tiempo, en grandes triunfadores, por encima de sus hermanos, que no recibieron el mismo tratamiento.

Miguel era listo y, desde pequeño, supo desenvolverse. Jugaba en la calle, como los demás niños, y en la escuela don Victoriano Paniagua -el maestro «Melón», como le llamaban sus alumnos- le sentaba en el primer banco para que escuchara mejor. Pero no pudo aprender a leer ni a escribir. En Azuaga se desconocía el braille y el maestro no sabía de pedagogía para ciegos.

Miguel intentaba ser normal, pero empezó a darse cuenta de que los otros niños no le trataban así. Esa sensación de ser distinto empezó a amargarle. Se quedaba en casa, a oír la radio del abuelo, y por medio de ella descubrió un vínculo con el mundo exterior. No se perdía ningún capítulo de las novelas de Sautier Casaseca[6] en Radio Sevilla[7], sobre todo ‘Ama Rosa’[8].

Salió del pueblo por primera vez a los cuatro años, cuando, con las seis mil pesetas que les dejó su abuelo al morir, sus padres lograron llenar la hucha que tenían guardada para poder llevar al niño a ese sitio que, según habían oído, era el único donde podían curarle: la clínica Barraquer de Barcelona[9].

Ignacio Barraquer[10], el mayor de una saga de famosos especialistas en medicina ocular, inspeccionó los ojos del niño. El diagnóstico fue un trallazo demoledor.

- Este niño no tiene cura posible.

Los padres no se resignaron. No era la primera vez que los médicos se equivocaban. Le llevaron a todos los oftalmólogos conocidos del país: primero a Badajoz, luego a Sevilla… Este peregrinar de consulta en consulta duró hasta que Miguel cumplió los dieciocho años. Rafael y Agustina habían decidido anteponer la salud de su hijo menor al bienestar de la familia. Cuando la medicina convencional no daba resultados, su madre recurría a ‘brujos’ y ‘curanderos’[11]. Necesitaban un milagro.

Lo que más le atormentaba a Miguel eran las visitas a los médicos. Esas gotas que le ponían en los ojos para dilatarle las pupilas le producían un escozor terrible, que duraba semanas enteras. Entonces llegó a odiar a sus padres, a los médicos, los hospitales. No entendía la obsesión de su familia porque le torturaran de aquella manera, cuando había oído decir de Barraquer que el suyo era un caso sin solución.

IV.

La fruta no solía entrar en casa de los Durán. Miguel aprendió lo que era comer todos los días los mismos platos, lo que era desear que llegara el domingo para que su madre hiciera picadillo y sopas de ajo con uvas. Ahora, eso sí, cuando había matanza se ponía las botas, como el día en que su padre tuvo que sacrificar el único cerdo que tenían porque se le había roto la asadura[12] y estaba que se moría.

Las cosas iban a empeorar todavía más. El Gobierno impuso al país el duro Plan de Estabilización[13]. Las minas de plomo y cinc de la sierrra de Azuaga y los alrededores fueron cerradas. Todo el pueblo se quedó sin trabajo.

En octubre de 1962 acabó la guerra de Argelia y don Juan Carlos y doña Sofía se casaron en Atenas. El mundo vivió la crisis de los misiles en Cuba y el enfrentamiento entre las dos grandes superpotencias, con descalificaciones mutuas entre John F. Kennedy y Nikita Sergueyevich Kruschev. Era el comienzo de la llamada ‘Guerra Fría’.

En Azuaga, los problemas resultaban más cotidianos. Leocadio, el hermano mayor de Miguel Durán, empleado de un lavadero mecánico de coches, emigra a Barcelona. Poco después, su otro hermano toma también el camino del éxodo. La familia comienza a recibir un giro de mil pesetas semanales, que utiliza para comprarse ropa y algunos zapatos nuevos.

Cerca de Barcelona, en San Baudilio de Llobregat, la «tierra prometida» para los vecinos de Azuaga, vivía Lorenzo Campos, un hermano de su madre. Un día oyó decir que en la Ciudad Condal había un colegio para niños ciegos. El cabeza de familia decidió entonces que había llegado la hora de hacer las maletas. Cogieron un tren en la estación de Badajoz y recorrieron el país de oeste a este, dejando atrás para siempre el paisaje inhóspito, agreste y desolado de Extremadura, así como los males endémicos de la región más pobre de España.

Transcurría 1964. Un bombardero B-52 norteamericano había hecho temblar al mundo al dejar caer dos bombas en Palomares (Almería)[14]. El gobierno de Franco mostraba sus primeros síntomas de liberalización al aprobar la Ley de Prensa e Imprenta[15].

Miguel Durán llega a San Baudilio de Llobregat y sufre la experiencia más traumática de su vida. No puede salir a la calle porque hay muchos coches; no tiene amigos porque los niños catalanes, hijos de emigrantes como él, son de una extracción social distinta[16]; no puede ir a la escuela porque en Barcelona tampoco hay un centro especializado para invidentes. El actual director general de la ONCE sabe, en ese momento, lo que significa ser ciego.

En julio de 1966, su tío Lorenzo Campos descubre que hay un colegio de la ONCE en Alicante. Miguel Durán tiene once años y es un analfabeto total. Su padre decide entonces enviarlo a estudiar sin más dilación, pero su madre se niega en redondo.

- Llora delante de tu padre, llora muchísimo, hijo, a ver si entre los dos conseguimos que te quedes en casa -le aconseja.

Los llantos no sirvieron para nada. El 3 de noviembre, toman un tren en la estación de Sans y parten para Valencia. Desde allí, un autobús les traslada hasta Alicante. Miguel Durán empieza a despertar a la pubertad y es la primera vez que, de verdad, asiste a la escuela.

Entonces empieza a estudiar como un animal. Devora uno tras otro los libros de braille por las noches; repasa una y otra vez las asignaturas pensando en las vacaciones y en el reencuentro con su familia. En dos años hace la enseñanza primaria. En mayo de 1968 le trasladan a un colegio de la ONCE en Madrid para cursar bachillerato. Cuatro años más tarde, […tras la reválida[17]…], se marcha de la escuela y se inscribe en el Instituto Rubió y Ors de Barcelona[18].

… el adolescente saca matrículas de honor en todas las asignaturas. Es el estudiante más brillante del centro, el primer ciego que logra un éxito tan apoteósico. Le otorgan el Premio Nacional de Bachillerato, y su foto sale en el periódico local de San Baudilio de Llobregat.

El Ministerio de Educación y Ciencia le regala 10.000 pesetas en libros y le da a elegir entre sus favoritos. Miguel Durán, ni corto ni perezoso, pide ‘El Capital’. Cuando le llega el paquete observa que el libro de Carlos Marx ha sido tachado de la lista. En su lugar le envían ‘A estos, que los fusilen al amanecer’[19]. El régimen franquista fastidiando hasta el último momento, temeroso incluso de los ciegos.

Durán era entonces un destacado militante del PSUC en la zona del Bajo Llobregat[20]. Lo que los franquistas pensaran de él le tenía sin cuidado. Y ahora que iba a empezar la universidad, mucho menos[21].

Quería ser abogado a causa de un [personaje de cómic encarnado por]… un abogado ciego[22] [que] se ganaba la vida en Norteamérica [luchando contra el crimen]. Así que, al llegar a la Universidad Central de Barcelona, se matriculó en Derecho. El 20 de octubre de 1975, el mismo día que Franco entró en agonía, comenzó las clases.

Ese año muere Rafael, su padre. Miguel se hace gestor administrativo y al mismo tiempo se presenta a unas oposiciones de la ONCE para corrector de braille. Gana la única plaza y empieza a trabajar en la imprenta.

El primer sueldo que lleva a casa es de 19.002 pesetas. Agustina, su madre, no se gasta ni un duro. Prefiere continuar con la vida espartana que lleva y ahorrar todo para que su hijo pueda comprarse un piso y casarse algún día.

Entonces, le llaman a la ‘mili’. Miguel Durán alega que es ciego y enseña el carné de la ONCE. Después de un riguroso examen, le entregan un papelito donde pone: «Inútil total para toda clase de servicios.» Es una sentencia terrible que durante años le persigue como una pesadilla.

V.

La prueba definitiva que Miguel Durán tenía pendiente para demostrar que era un hombre como todos los demás la superó el 16 de junio de 1977, cuando se casó con María del Sol Cruz. Ella, chica vidente, estudiaba segundo curso de medicina; él había terminado segundo de Derecho dos días antes. La pareja se instaló en un piso de la calle San Carlos[23] que Durán había comprado con un préstamo de 800.000 pesetas que le había concedido la ONCE.

Se conocieron cuando Miguel estudiaba [COU] en el instituto [Rubió y Ors de San Baudilio], el día en que Marisol tuvo que entregar a una señora un reloj que le había tocado en una rifa para el viaje de fin de curso. La agraciada comenzó a protestar[24] y Durán salió en defensa de la estudiante. Con ello se ganó el poder acompañarla a su casa aquella tarde y en días sucesivos.

El hoy poderoso director general de la ONCE no puede olvidar aquel 2 de mayo de 1975, cuando fue a pedir la mano de Marisol a su padre, un antiguo emigrante en Alemania que había regresado a vivir a San Baudilio. Sus futuros suegros le acogieron civilizadamente, pero con bastante frialdad. Al final, el padre de la novia le preguntó:

- ¿Cómo va a mantener a mi hija, si es usted ciego?
- Exactamente igual que como usted mantiene a su mujer: trabajando[25].
- ¿Y qué porvenir tiene dentro de la ONCE?
- El mismo que cualquier trabajador vidente. Me gano todos los días mis habichuelas, y basta.

Para Miguel Durán, aquel interrogatorio -que ninguna persona hace a un vidente- fue otra de las bofetadas a las que estaba acostumbrado.

VI.

En 1980 acaba la carrera de Derecho y con otros cuatro compañeros de curso montan un despacho en la calle Balmes de Barcelona. Miguel Durán se especializa en lo Civil, Derecho de Sociedades y Derecho Cambiario. La Ley Ordóñez de 1981[26] sobre el divorcio acaba de ser aprobada y Durán interviene en quince casos de separaciones matrimoniales[27].

El bufete le parece entonces la salida de su vida. Contrario a la política de la ONCE, piensa que los ciegos deben vivir integrados en la sociedad y relizar los mismos trabajos que las demás personas, en igualdad de condiciones. La Organización Nacional de Ciegos Españoles, en su opinión, debía ser clausurada. El cupón, esa especie de limosna disfrazada, tendría que desaparecer. Las cosas cambian cuando confirma en carne propia que los potenciales clientes de un bufete desconfían de los ciegos.

De este modo, toma conciencia de que sólo a través de una estructura organizada y fuertemente enclavada en la sociedad los ciegos pueden luchar por sus intereses. Prefiere el guetto de la ONCE a vivir sin futuro. En diciembre de 1983 le nombran director de la imprenta de braille en Barcelona.

El 14 de febrero de 1985, con treinta años, es ya delegado territorial de Cataluña. La ONCE era una entidad casi desconocida en el mundo de las finanzas. Ni siquiera los alcaldes se ponen al teléfono cuando les llama.

Las cosas, sin embargo, iban a cambiar muy pronto. En cuanto alcanza el poder, Miguel Durán decide que ha llegado el momento de que el mundo ’se entere’ de quién es él, de que el mundo ‘pague’ su infancia asilvestrada, su adolescencia en un mundo ajeno, su rebeldía de estudiante [comunista] contra el sistema franquista y, sobre todo, los bofetones personales. Consciente de la fuerza del dinero para alcanzar el Poder -con mayúscula-, se dedica en cuerpo y alma a crear un imperio financiero que en pocos años deja atrás a los de Mario Conde, Javier de la Rosa o «los Albertos».

Miguel Durán aprende de ellos sus métodos de «tiburoneo» y los aplica a rajatabla.

- El dinero hay que buscarlo donde está -declara.

Sin ningún tipo de reservas, sin escrúpulos morales. La suya es una ambición movida por el resentimiento y digna de ser desmenuzada por Gregorio Marañón:

«… el resentimiento, aunque se parece mucho a la envidia y al odio, es diferente de los dos. La envidia y el odio son pecados de proyección estrictamente individual (…) el resentimiento es una pasión que tiene mucho de impersonal, de social. La reacción del resentido no se dirige tanto contra el que pudo ser injusto o contra el que se aprovechó de la injusticia, como contra el destino. En esto reside lo que tiene de grandeza. El resentimiento se filtra en toda el alma, y se denuncia en cada acción.»[28]

Como los grandes resentidos de la Historia, como otro gran resentido de nuestra historia actual, Alfonso Guerrra, Durán se convierte en un hombre duro, ambicioso, soberbio, de ácido humor -otra característica típica del resentido-, que usa el poder y el dinero para demostrar quién es y vengarse del mundo entero.

El mundo «se iba a enterar» de lo que podía hacer con el poder Miguel Durán, aquel niño que iba para tonto del pueblo en la provincia de Badajoz.

VII.

El director general de la ONCE tiene hoy el mismo coche, un Audi V8[29], antracita metalizado, que algunos ministros y presidentes autonómicos. Por algo más de 10 millones de pesetas, el top model de la casa Audi, con una potencia de 250 caballos, tracción a las cuatro ruedas y sillones de cuero, le permite viajar rápida y confortablemente[30].

En sus oficinas de la calle Prado, cuatro secretarios[31] y un equipo de colaboradores de 430 personas trabajan para él. Un fornido grupo de guardaespaldas le sigue a todas partes en un Renault 21[32].

Con un sueldo de 1.600.000 pesetas mensuales, se ha trasladado del barrio del Niño Jesús, donde vivía modestamente, a la zona del Parque del Conde Orgaz, uno de los núcleos de población habitados por los yuppies de Madrid. Allí reside con su mujer, Marisol, y con sus dos hijos, Héctor e Ismael.

Aunque conserva algunas de sus viejas costumbres -cortarse el pelo en la peluquería de El Corte Inglés o comprarse los trajes en comercios populares, como Milano o Cortefiel-, el director general de la ONCE es cliente habitual de los mejores restaurantes de Madrid. Zalacaín, Horcher, Jockey -de cinco tenedores- o Las Cortes, donde incluso tienen una carta en braille, son sus lugares favoritos para las comidas de trabajo.

Desde que en junio de 1986 llegó a la dirección general, el eje central de su vida es la ONCE. Encerrado en su despacho de 30 metros cuadrados, con una foto del rey Juan Carlos en una de las paredes y otra de Antonio Vicente Mosquete en la contigua, dirige la red de vendedores más poderosa de España.

Cada día, tres millones de personas -el 7,5 por ciento de la población- compran el cupón, del que se venden 50.000 millones de [pesetas en] boletos semanales y de cuyos ingresos se destina casi un 50 por ciento a premios.

Durán ha visto crecer su negocio como la espuma. En 1982 la ONCE controlaba el 15 por ciento del mercado de las loterías -que mueve alrededor de un billón de pesetas anuales[33]-, en 1991 se había apoderado del 30 por ciento del sector, con detrimento de las loterías y quinielas del Estado, y en 1995 tiene previsto alcanzar el 33 por ciento.

En 1984 ingresaba por la venta del cupón 44.000 millones de pesetas y, en 1991, el dinero recaudado por este concepto superaba los 300.000 millones. En 1995, según los acuerdos con el Gobierno, facturarán 390.646 millones de pesetas. De esta manera, en el próximo quinquenio la Organización ingresará en sus arcas 1,7 billones de pesetas sólo por el cupón.

El director general de la ONCE tiene ahora en sus manos otras máquinas de hacer dinero. Durán ha de ocuparse, además, de la presidencia de Telecinco, del control de Vinsa -la quinta empresa de seguridad del país- y del crecimiento de [la cadena de emisoras Onda Cero de Radio y de] CGS, la constructora de la ONCE. Le preocupa la marcha de los hoteles que están construyendo en España y en otros cinco países hispanoamericanos, así como el futuro de la empresa aseguradora que comparte con Unicaja -llamada a convertirse [por fusiones ‘políticamente acordadas’] en la primera [caja de ahorros] de España– o los planes de inversión en Erosmer, una sociedad que construye hipermercados en España, Francia y Portugal.

Todo un conglomerado empresarial surgido en apenas cinco años y completamente desconocido no sólo para la sociedad en general, sino incluso para la mayoría de los ciegos del país. Hasta marzo de 1991, cuando el Gobierno les autoriza a disponer libremente de su dinero, la ONCE no había ’sacado’ a la luz sus empresas y muchos de los dirigentes ignoraban algunos de los múltiples negocios que tenían.”

VIII.

“Miguel Durán tiene una secreta aspiración que sólo sus más íntimos amigos conocen: la política, no concebida como el noble arte de gobernar, sino como una palanca para conseguir el poder.

Un día se lo confesó a José Luis Martín Palacín[34] en el despacho de la subsecretaría del Ministerio del Interior, al término de una de las maratonianas sesiones para acabar con [la competencia legítima de los sorteos de] Prodiecu.

- A mí lo que de verdad me apasiona es la política.
- ¿Y por qué no te presentas a unas elecciones? -preguntó Martín Palacín.
- Porque soy ciego y nadie me votaría. El Gobierno no tiene huevos para darle un puesto [de gobierno] público, de relevancia, a ningún minusválido[35].”

IX.

“Miguel Durán… seguía entre tanto apostando por la creación de una lotería europea. Con una oficina abierta en Bruselas, que depende de la Fundación ONCE, el director general de los ciegos españoles sueña con este megalómano proyecto que dé trabajo a los ciegos y minusválidos de la Comunidad Económica y permita llenar aún más las repletas arcas de su institución. Los mandatarios de Bruselas, sin embargo, conocen de sobra las vinculaciones de la ONCE con el Gobierno socialista y el PSOE y no quieren que un grupo de presión tan poderoso se instale al otro lado de los Prineos.

Miguel Durán… Audaz en sus maniobras, encarnizado con sus enemigos y domesticable por el poder, tiene todas las características del halcón, esa ave de rapiña que se utiliza en cetrería.”




[1] cfr. “La rosa y el bastón. Todas las conexiones entre el imperio de Miguel Durán y el poder socialista.” Madrid: Ediciones Temas de Hoy, Colección Hombres de Hoy/34, 1992, ISBN-10: 84-7880-146-4, ISBN-13: 978-84-7880-146-6, I-VI: pp. 319-331; VII: p. 141; VIII: p.514. Se pueden hallar otras biografías, más breves y actualizadas, en la página de C’s, la Wikipedia, El Confidencial, y Libertad Digital.

[2] El texto fue redactado a mediados 1991. Los datos de los que disponen los autores son los del ejercicio fiscal 1990-1991. Toda deixis temporal referida a ‘ahora’, ‘hoy’, ‘actualidad’ debe entenderse relativa a esas fechas.

[3] NdAA: La ONCE [Organización Nacional de Ciegos Españoles] facturará 1,7 billones de pesetas en los próximos años por medio de la graciosa concesión del cupón, privilegio obtenido del Gobierno hace cincuenta y dos años.

[4] Pueblo de Badajoz, ya casi en el límite de la demarcación con Sevilla y Córdoba, que en 2006 contaba con más de 8.500 habitantes, cfr. http://pam.wikipedia.org/wiki/Azuaga,_Badajoz (la página está escrita en chabacano, idioma criollo de la provincia de Nueva Écija, Filipinas; Écija es una ciudad de la provincia de Sevilla, próxima a la provincia de Badajoz, de algo más de 40.000h., cfr. http://es.wikipedia.org/wiki/Astigitano).

[5] Juan José Guerra González: “Yo, el hermano: Memorias.”, Madrid: Ediciones Temas de Hoy, 1990, ISBN-10: 84-7880-054-9, ISBN-13: 978-84-7880-054-4.

[6] Guillermo Sautier Casaseca (Santa Cruz de La Palma, Santa Cruz de Tenerife, 24 de junio de 1910 - Madrid, 14 de abril de 1980): escritor y guionista radiofónico español, cfr. http://es.wikipedia.org/wiki/Guillermo_Sautier_Casaseca

[7] Radio Sevilla (EAJ-5), Cadena SER (Sociedad Española de Radiodifusión), 792 Khz O.M.

[8] Serial radiofónico transmitido a diario a las cinco de la tarde por la Cadena SER y estrenado en 1959, con guiones de Guillermo Sautier Casaseca. Narraba las desventuras de Rosa Alcázar quien ante la perspectiva de una presunta muerte inminente, entrega su hijo recien nacido a los de la Riva, una familia acomodada. El amor de esa madre, finalmente, la llevará a colocarse como ama de cría de la familia y por tanto guardiana de su propio hijo, cfr. http://es.wikipedia.org/wiki/Ama_Rosa

[9] Actualmente hay otras clínicas oftamológicas, también de gran prestigio, como Vissum Alicante. Allí trabaja el dr. Jorge Alió Sanz, Catedrático de Oftalmología de la Universidad Miguel Hernández de Elche, cfr. http://www.vissum.com/index.php?id=78

[10] Ignacio Barraquer (25 de marzo, 1884, Barcelona, España - 13 de mayo, 1965): oftalmólogo español conocido por sus avances sobre la cirugía de cataratas. Es el padre de José Barraquer, un oftalmologo conocido como “el padre de la cirugía refractiva moderna", cfr. http://es.wikipedia.org/wiki/Ignacio_Barraquer

[11] Práctica todavía muy habitual en la España tardofranquista. Especialmente en zonas rurales y entre la población rural emigrada a los grandes núcleos urbanos. cfr. Fernando Sánchez Dragó: “Gárgoris y Habidis. Una Historia Mágica de España. 2ª ed.”, Barcelona: Planeta, 2007, ISBN-13: 978-84-0803-817-7

[12] Conjunto de vísceras de la res, cerdo o cordero. Incluye hígado, bazo, corazón y bofe (pulmones). A veces se usa para referirse específicamente al hígado.

[13] El Plan Nacional de Estabilización Económica fue un plan económico aprobado por Franco en 1959. Acabó con la autarquía y relanzó la economía española, cfr. http://es.wikipedia.org/wiki/Plan_Nacional_de_Estabilización_Económica

[14] El 17 de enero de 1966, durante un repostaje en vuelo, dos aviones de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos se estrellaron frente a las costas de Palomares: un avión cisterna KC-135 con 110.000 litros de combustible y un bombardero estratégico B-52 con cuatro bombas termonucleares B-28 de 70 kilotones. Los 4 miembros de la tripulación del KC135 murieron en el acto mientras que 4 de los 7 tripulantes del B52 pudieron salvarse saltando en paracaídas. Dos de las bombas quedaron intactas, una en tierra y otra en el mar. Las otras dos cayeron cerca del pueblo, explotando el detonante convencional y esparciendo 20 kg de material altamente radiactivo. A pesar de que el Ejercito de los Estados Unidos retiró 1400 TM de tierra (que metió en bidones de 225 l. y que se llevó para almacenarlos en la Savannah River Plant en Carolina del Sur), al menos 3kg de plutonio quedaron esparcidos en forma pulverizada y fueron irrecuperables. Actualmente, Palomares es la localidad más radiactiva de España. Manuel Fraga Iribarne, a la sazón Ministro de Información y Turismo, se bañó en la playa de Quitapellejos (el nombre se debe a la frialdad de las aguas), cfr. http://es.wikipedia.org/wiki/Incidente_de_Palomares

[15] Ley 14/1966, de 18 de marzo, de prensa e imprenta, cfr. http://noticias.juridicas.com/base_datos/Admin/l14-1966.html

[16] No tengo ni idea de a qué pueden estar refiriéndose lo autores. Tanto la familia de Miguel Durán como la de la mayoría de emigrantes de San Baudilio, y de toda Cataluña, eran familias trabajadoras de origen humilde.

[17] Se trata de la reválida de 4º año de Bachillerato. Los autores hablan quizá de la última que se realizó, la del curso escolar 1971-1972, en la que se suspendió al 58% de los alumnos presentados. Después, en aplicación de la Ley 14/1970, de 4 de agosto, General de Educación y Financiamiento de la Reforma Educativa, conocida como Ley Villar-Palasí, se creó la Selectividad.

[18] c/ Acorazado España s/n, 08830 San Baudilio de Llobregat (Se trata del primer acorazado construido por España a inicios del s. XX, cfr. http://es.wikipedia.org/wiki/Acorazado_España).

[19] Domingo Pérez Morán: “¡A estos, que los fusilen al amanecer!” Madrid: Gregorio del Toro Editor, 1973 y 1977, 326pp.

[20] Que incluye San Baudilio, Cornellá, El Prat, Viladecans, Castelledefels, Esplugas, Gavá, San Feliu entre otras ciudades más grandes que Teruel o Soria, por ejemplo, cfr. http://es.wikipedia.org/wiki/Bajo_Llobregat

[21] No hacía falta ser muy valiente para, a finales de 1975, en la Universidad de Barcelona, ser antifranquista. Haría falta muchísimo más valor para, en la misma universidad, diez años después, declararse castellanoparlante sin complejos. Por eso nadie lo hacía.

[22] El abogado Matthew Michael Murdock es, en realidad, el superhéroe Dan Defensor, conocido como Daredevil en inglés, cfr. http://es.wikipedia.org/wiki/Daredevil

[23] Probablemente, los autores se refieren a la c/ San Carlos de Santa Coloma de Gramanet, municipio del Barcelonés con casi 120.000h., y no a la calle del popular barrio de ‘La Barceloneta’ en la Ciudad Condal.

[24] Se supone que la ‘agraciada’ se sentía estafada por la paupérrima calidad del reloj.

[25] No está mal la respuesta de Miguel Durán a su suegro: aún no había recibido la carta de admisión de la Universidad de Barcelona y acababa de cobrar su primer sueldo de 19.002 pesetas como corrector de braille en una imprenta de la ONCE.

[26] Ley 30/1981, de 7 de julio, por la que se modifica la regulación del matrimonio en el Código Civil y se determina el procedimiento a seguir en las causas de nulidad, separación y divorcio, cfr.
http://noticias.juridicas.com/base_datos/Privado/l30-1981.html

[27] Probablemente date de estas fechas su amistad íntima con Pascual Maragall Mira, que pronto iba a ser alcalde de Barcelona. Cfr. ib. id. p. 363.

[28] NdAA: Gregorio Marañón: “Tiberio”, Madrid: Espasa Calpe, 1991

[29] En una época en que Citroën cobraba como ‘extra’ los cinturones traseros de seguridad y el aire acondicionado en el entonces nuevo ZX Volcane 2.0i de 123 CV, el Audi V8 proporcionaba 250 CV, tracción permanente a las 4 ruedas, teléfono móvil y ABS, cfr. http://en.wikipedia.org/wiki/Audi_V8

[30] NdAA: En octubre de 1991 tuvo un accidente con este automóvil y, provisionalmente, empleó un Peugeot 605 [era un V6, de 200 CV, cfr. http://en.wikipedia.org/wiki/Peugeot_605]

[30] NdAA: Carlos Rodríguez, Paloma Olivares, Paloma Guillén y Mari Mar Ron.

[32] 2.0 Turbo de 175 CV, cfr. http://21turboclub.com/index.php?option=com_content&task=view&id=29&Itemid=51s

[33] Un billón español no equivale a un ‘billion’ inglés sino a un millón de millones. Un ‘billion’ inglés equivale a un millardo español, mil millones. ‘Billón’ y ‘billion’ son dos palabras ‘falsas amigas’.

[34] “El presidente del Gobierno, Felipe González, confía la adjudicación de las nuevas emisoras [de radio] al ministro de Transportes, Turismo y Telecomunicaciones, José Barrionuevo Peña. Éste, a su vez, delega el trabajo en el secretario general de Comunicaciones, José Luis Martín Palacín -un hombre de su absoluta confianza- y en su equipo de colaboradores. Martín Palacín y Miguel Durán, ambos extremeños, ambos excomunistas [y ambos socialdemócratas convencidos], son buenos amigos. Desde hace un par de años, cuando el… subsecretario de Interior le ayuda a acabar con [la competencia legítima de los sorteos de] Prodiecu, la relación se estrecha. Por eso, nada más conocerse la noticia de [la adjudicación de] «las FM», se pone en contacto con él [con Durán].” cfr. ib. id. p. 383.

[35] Aunque en 1997 Eduardo Fungairiño Bringas, parapléjico desde 1965, sería nombrado Fiscal Jefe de la Audiencia Nacional de Madrid, Miguel Durán no deja de tener algo de razón, cfr. http://es.wikipedia.org/wiki/Eduardo_Fungairiño


[2.-]

Por si le aclararan algo a alguien, aquí dejo algunas frases de Miguel Durán Campos en relación a su candidatura como parlamentario Europeo por Libertas a través de C’s (o Citutadans-Partit per a la ciutadania):

“Yo conozco algún socialdemócrata integrado en Libertas…

Lo que sean los integrantes de Libertas en cada país, yo en esto no puedo intervenir porque ni lo conozco en profundidad ni creo que sea en este momento lo más importante…

Yo no pertenezco a ningún partido…

Yo, como candidato, no pertenezco ni al Partido Social-Demócrata, ni a Ciudadanos, ni a la Unión del Pueblo Salmantino, ni a Libertas. Yo soy una persona de convicciones más bien socialdemócratas. Y los otras candidatos europeos de Libertas, yo no los conozco…

Alguien cree que el PSOE en este momento, por mucho que ellos digan, ¿son un partido de izquierdas? Pues no. El PSOE practica una política, como mucho, socialdemócrata…

Repito, yo no soy un miembro de Ciudadanos. Yo no represento a Ciudadanos. Sólo faltaría que cualquier cosa que yo pueda decir pueda comprometer a Ciudadanos. Yo hablo a título estrictamente personal…

En la ONCE ahora soy oposición, y supongo que la actual dirección de la ONCE no ve con buenos ojos que su oposición pueda llegar a obtener un acta de eurodiputado…"[1]




[1] Miguel Durán ha pertenecido al grupo ‘Unidad Progresista’, con el que llegó al poder a la ONCE en 1986 y a causa del que, a su vez, fue desalojado de él en 1993. Sin embargo, siguió siendo presidente de Telecinco hasta 1996. A partir de entonces creó el grupo PUEDO (Plataforma Unitaria de Encuentro para la Democratización de la ONCE), que ha rehusado presentarse a los comicios de la empresa. Tras 23 años de gobierno ininterrumpido, Unidad Progresista sigue ganando las elecciones en la ONCE con porcentajes superiores al 90% de los votos emitidos, cfr. http://www.famma.org/noticias/060306.htm


[3.-]

Los gustos, preferencias e intereses de Miguel Durán son evidentes.

Ni es, ni pretende, ni quiere ser un líder liberal, ni de derechas. Tampoco es, ni pretende, ni quiere ser un adalid ni de la unidad de España, ni de los valores judeocristianos de la cultura europea.

¿Entonces?

Abran juego, señores…

8.04.09

La leche condensada y El Reflector.

Sólo algo externo podía sacarnos de la abulia, apartarnos de la lenta y cada vez más cercana muerte. Una fuerza externa y no la interior. En nuestro fuero interno todo estaba quemado, vaciado; todo nos daba igual, no hacíamos planes para más allá del día siguiente.

Por ejemplo, en aquel momento lo único que yo quería era regresar al barracón, echarme en la litera, y en cambio me quedaba junto a la puerta de la tienda de provisiones. En la tienda sólo podían comprar los condenados por causas comunes, así como los asimilados a los «amigos del pueblo», los ladrones reincidentes. Allí nada teníamos que hacer, pero no había modo de apartar los ojos de las barras de pan color de chocolate; el dulce y pesado olor del pan recién hecho nos cosquilleaba en la nariz -hasta la cabeza te daba vueltas con aquel olor-. Y me quedaba allí y no sabía cuándo encontraría las fuerzas para irme al barracón, y miraba el pan. En aquel momento me llamó Shestakov.

A Shestakov lo conocía de Tierra Grande[1], de la prisión Butirka: estuve con él en la misma celda. No es que nos hiciéramos amigos, sólo éramos conocidos. En la mina, Shestakov no trabajaba en la galería. Era ingeniero geólogo y lo cogieron para trabajar en las expediciones geológicas, es decir, en la oficina. El afortunado casi no se saludaba con sus conocidos de Moscú. Esto no nos ofendía; quién sabe lo que le habían ordenado. Además, como se sabe, cada cual cuida de su pellejo.

- Toma, fuma -me dijo Shestakov y me alargó un trozo de periódico, me echó majorka[2] y encendió una cerilla, una cerilla de verdad…

Encendí el pitillo.

- Tengo que hablar contigo -dijo Shestakov.
- ¿Conmigo?
- Sí.

Nos alejamos tras los barracones y nos sentamos en el borde de una vieja galería. Al instante sentí los pies pesados, en cambio Shestakov balanceaba alegre sus nuevos zapatos de reglamento, de los que me llegaba un ligero olor a aceite de hígado de bacalao. Los pantalones se le subieron y dejaron al descubierto unos calcetines ajedrezados. Yo contemplaba las piernas de Shestakov con verdadera admiración e incluso con cierto orgullo: al menos un hombre de nuestra celda no llevaba peales[3]. La tierra temblaba bajo nosotros por unas sordas explosiones; estaban preparando el terreno para el turno de noche. A nuestros pies caían en un tamborileo pequeñas piedras, grises e imperceptibles, como pájaros.

- Vamos más lejos -dijo Shestakov.
- No tengas miedo, no te matará. no se te van a estropear los calcetines.
- No es de trapos de lo que te quiero hablar -dijo Shestakov y recorrió con su dedo índice el horizonte-. ¿Qué te parece todo esto?
- Que nos vamos a morir, seguramente -dije. Era de lo que menos quería hablar.
- No, no estoy de acuerdo con eso de morirme.
- ¿Y qué?
- Tengo una mapa -dijo con voz indolente Shestakov-. Reuniré a unos cuantos, a ti te llevaré también, y me dirigiré a las Fuentes Negras; estarán a unos quince quilómetros de aquí. Me haré con un salvoconducto. Y llegaremos hasta el mar. ¿Te vienes?

Soltó aquel discurso con la indolencia de un texto aprendido.

- ¿Y cuando lleguemos al mar, qué? ¿Seguimos a nado?
- Eso no importa. Lo importante es empezar. No puedo seguir con esta vida. «Más vale morir de pie que vivir de rodillas[4]» -pronuncio ceremonioso Shestakov-. ¿Quién dijo esto?

Es cierto. Era una frase conocida. Pero no tenía fuerzas para recordar quién y cuándo había dicho la frase. Todo lo que aprendimos de los libros lo habíamos olvidado. Y además no lo creíamos. Me recogí los pantalones y le mostré mis llagas rojas del escorbuto.

- En el bosque se te curarán -comentó Shestakov-, con bayas, con vitaminas. Te sacaré de aquí, sé el camino. Tengo un mapa…

Cerré los ojos y pensé. De aquí al mar había tres caminos, y los tres eran de quinientos quilómetros, no menos. No yo, ni siquiera Shestakov llegaría. ¿No me querrá llevar consigo para comerme? No, por supuesto. Pero ¿por qué miente? Lo sabe mejor que yo. Y de pronto tuve miedo de Shestakov, del único hombre entre nosotros que consiguió un trabajo de su especialidad. Pero ¿quién lo había colocado, y a qué precio? Porque hay que pagar por todo. Con la sangre de los demás, con la vida ajena…

- De acuerdo -dije abriendo los ojos-. Pero antes tendría que recuperarme, comer.
- Muy bien, muy bien. Seguro que te recuperas. Te traeré… conservas. Yo puedo…

Hay muchas conservas en el mundo: de carne, de pescado, de frutas, de legumbres… Pero la más maravillosa de todas es la de leche, la leche condensada. No hay que tomarla con agua hervida, claro que no. Hay que comerla a cucharadas, o untarla en el pan, o chuparla poco a poco del bote, muy lentamente, mirando como la líquida y clara masa se vuelve amarilla, como se pegan a la lata los cristales de azúcar…

- Mañana -le dije, perdiendo el aliento de la alegría-, que sean de leche…
- Muy bien, perfecto. De leche -y Shestakov se marchó.

Volví al barracón, me acosté y cerré los ojos. Me costaba pensar. Era como un proceso físico; por primera vez la materialidad de nuestra psique se me mostraba en toda su evidencia, en toda su percepción. Pensar dolía. Pero había que hacerlo.

Nos reunirá para la fuga y luego nos delatará -estaba claro como el día. Shestakov pagará con nuestra sangre, con mi sangre, su trabajo en la oficina. Y a nosotros, o nos matarán allí mismo, en las Fuentes Negras, o nos traerán aquí vivos, nos juzgarán y nos echarán quince años más. Porque no puede ser que él no sepa que escapar de aquí es imposible. Pero la leche, la leche condensada…

Me dormí, y en mi sueño famélico y deshilachado me vi ante el bote de Shestakov con leche condensada, una descomunal lata de conserva con una etiqueta de papel azul nublado. El bote enorme, azul como el cielo nocturno, estaba agujereado por mil orificios y la leche salía de ellos y se derramaba como el ancho río de la Vía Láctea. Y yo alcanzaba fácilmente aquel cielo con las manos y me comía aquella espesa, dulce y celeste leche.

No sé qué hice aquel día ni cómo trabajé. No hacía otra cosa que esperar, esperar a que el sol cayera por el oeste, a que se pusieran a relinchar los caballos; los animales adivinan mejor que los humanos el fin de la jornada de trabajo.

Sonó ronca la sirena y me dirigí al barracón donde vivía Shestakov. Me esperaba en la entrada. Los bolsillos del chaquetón destacaban abultados.

Nos sentamos a la mesa del barracón, grande y bien lavada, y Shestakov sacó del bolsillo dos botes de leche condensada.

Agujereé la lata con la punta de un hacha. Un espeso chorro blanco corrió por la tapa y cayó sobre mi mano.

- Hazle otro agujero. Para el aire -me dijo Shestakov.
- No importa -dije chupándome mis sucios y dulces dedos.
- Una cuchara -pidió Shestakov girándose hacia los hombres que nos habían rodeado.

Diez cuacharas brillantes, bien lamidas, se alargaron sobre la mesa. Todos se hallaban de pie y observaban como comía. En sus miradas no había falta de tacto ni se ocultaba la esperanza de que los invitara. A nadie se le ocurriría soñar siquiera que yo iría a compartir aquella leche. Sería algo inaudito; la atracción hacia la comida ajena era un impulso del todo desinteresado. Yo sabía que era imposible no mirar la comida que desaparecía en la boca ajena.

Me arrellané más cómodamente y me dispuse a dar cuenta de la leche, sin pan, acompañándome de vez en cuando con agua fría. Me comí los dos botes. Los espectadores se alejaron, la función había terminado. Shestakov me miraba comprensivo.

- Oye, ¿sabes? -le dije limpiando la cuchara hasta la última gota-. Lo he pensado mejor. Hacedlo sin mí.

Shestakov comprendió y se fue sin decir palabra.

Aquello fue una venganza miserable, débil como todos mis sentidos. Pero ¿Qué más podía hacer? ¿Avisar a los otros? No los conocía. Aunque debí haberlo hecho. Shestakov logró convencer a cinco. Se fugaron al cabo de una semana; a dos los mataron no lejos de las Fuentes Negras, al mes juzgaron a los tres restantes. El expediente de Shestakov se transfirió a otra parte y pronto se lo llevaron; al cabo de medio año me lo encontré en otra mina. No le endosaron una pena más por la fuga, los jefes jugaban limpio con él, porque bien podía haber ocurrido de otro modo.

Shestakov trabajaba en las prospecciones geológicas[5], iba afeitado y comido, y los calcetines ajedrezados seguían enteros. A mí no me saludaba y hacía mal: al fin y al cabo, por dos botes de leche condensada, tampoco había para tanto…”

[1956]

[1] NdT: En el lenguaje figurado de los presos, los campos de trabajo se ven como islotes -de ahí el título de “Archipiélago Gulag” de Solzhenitsin-, y el lugar de origen, donde vivían antes de la detención, incluso la prisión central, se traduce con el término de Tierra Grande o Continente.

[2] NdT: Especie de tabaco muy áspero y basto, semejante a la picadura.

[3] JdT: Paño con el que, en ausencia de media o calcetín, se cubre el pie.

[4] JdT:«Es mejor morir de pie que vivir toda una vida arrodillado». Esta frase, aunque originalmente pronunciada por Práxedes-Gilberto Guerrero (1882-1910), periodista anarquista procedente de una rica e influyente familia de hacendados de Guanajuato, fue populariazada por su coetáneo Emiliano Zapata Salazar (1879-1919) y usada por María Dolores Ibárruri Gómez, alias La Pasionaria (1895-1989). En este caso, la voz del narrador parece referirse a esta última ya convertida (1956) en un icono del marxismo estalinista, antítesis de cualquier atisbo de libertad.

[5] JdT: Las “minas del pueblo” en Kolymá se dedicaban a la extracción de oro.

“La leche condensada”, relato extraído de
Varlam Shalámov: “Relatos de Kolimá”, Volumen 1.
Barcelona: Minúscula, 2007, pp. 133-139.
Traducción y notas de Ricardo San Vicente.



[2.-]

“la oferta… de trabajar a medias con César Vidal es… una excusa para que los dos digan adiós…”

Eleuterio Fernández Guzmán.



[3.-]

“Y aunque yo no apostaría mucho por ello, no es imposible que ambos acepten la oferta de la cadena y pasen a dirigir un programa que, como me ha dicho alguien que ocupa un puesto de cierta importancia en nuestra Iglesia, debería dejar de llamarse La Linterna para llamarse El Reflector. Y, aunque sé que esto es una maldad por mi parte, me encantaría ver la cara que pondrán algunos sólo de que piensen que puede ocurrir tal cosa…”

Luis Fernando Pérez Bustamante.



[4.-]

Valga este relato corto de Varlam Shalámov, “La leche condensada”, como homenaje a Federico Jiménez Losantos, a César Vidal Manzanares y a todos los que luchan por sobrevivir en este gran campo de concentración en que se ha convertido lo que una vez fue dado en llamar la “educación”, la “información”, la “cultura”.

Educación que es el camino más corto para llegar a la esclavitud más perfecta. Información que está formada por silencios, inexactitudes, medias verdades y mentiras completas. Cultura de la muerte que, mientras dice celebrar la vida, cantando nos lleva al matadero.

Educación que es adoctrinamiento, información que es manipulación, y cultura que es propaganda de la muerte envuelta en celofán.

30.03.09

23.03.09

Los inmortales.

Cautelosamente al principio, con indiferencia después, con desesperación al fin, erré por escaleras y pavimentos del inextricable palacio. (Después averigüé que eran inconstantes la extensión y la altura de los peldaños, hecho que me hizo comprender la singular fatiga que me infundieron.) Este palacio es fábrica de los dioses, pensé primeramente. Exploré los inhabitados recintos y corregí: Los dioses que lo edificaron han muerto. Noté sus peculiaridades y dije: Los dioses que lo edificaron estaban locos. Lo dije, bien lo sé, con una incomprensible reprobación, que era casi un remordimiento, con más horror intelectual que miedo sensible. A la impresión de enorme antigüedad se agregaron otras: la de lo interminable, la de lo atroz, la de los complejamente insensato. Yo había cruzado un laberinto, pero la nítida Ciudad de los Inmortales me atemorizó y repugnó. Un laberinto es una casa labrada para confundir a los hombres; su arquitectura, pródiga en simetrías, está subordinada a ese fin. En el palacio que imperfectamente exploré, la arquitectura carecía de fin. Abundaban el corredor sin salida, la alta ventana inalcanzable, la aparatosa puerta que daba a una celda o a un pozo, las increíbles escaleras inversas, con los peldaños y balaustrada hacia abajo. Otras, adheridas aéreamente al costado de un muro monumental, morían sin llegar a ninguna parte, al cabo de dos o tres giros,en la tiniebla superior de las cúpulas. Ignoro si todos los ejemplos que he enumerado son literales; sé que durante muchos años infestaron mis pesadillas; no puedo saber ya si tal o cual rasgo es una transcripción de la realidad o de las formas que desatinaron mis noches. Esta Ciudad (pensé) es tan horrible que su mera existencia y perduración, aunque en el centro de un desierto secreto, contamina el pasado y el porvenir y de algún modo compromete a los astros. Mientras perdure, nadie en el mundo podrá ser valeroso o feliz. No quiero describirla; un caos de palabras heterogéneas, un cuerpo de tigre o de toro, en el que pulularan monstruosamente, conjugados y odiándose, dientes, órganos y cabezas, pueden (tal vez) ser imágenes aproximativas.

No recuerdo las etapas de mi regreso, entre los polvorientos y húmedos hipogeos. Únicamente sé que no me abandonaba el temor de que, al salir del último laberinto, me rodeara otra vez la nefanda Ciudad de los Inmortales. Nada más puedo recordar. Ese olvido, ahora insuperable, fue quizá voluntario; quizá las circunstancias de mi evasión fueron tan ingratas que, en algún día no menos olvidado también, he jurado olvidarlas… Todo me fue dilucidado aquel día. Los trogloditas eran los Inmortales; el riacho de aguas arenosas, el Río que buscaba el jinete. En cuanto a la ciudad cuyo nombre se había dilatado hasta el Ganges, nueve siglos haría que los Inmortales la habían asolado. Con las reliquias de su ruina erigieron, en el mismo lugar, la desatinada ciudad que yo recorrí: suerte de parodia o reverso y también templo de los dioses irracionales que manejan el mundo y de los que nada sabemos, salvo que no se parecen al hombre. Aquella fundación fue el último símbolo a que condescendieron los Inmortales; marca una etapa en que, juzgando que toda empresa es vana, determinaron vivir en el pensamiento, en la pura especulación. Erigieron la fábrica, la olvidaron y fueron a morar en las cuevas. Absortos, casi no percibían el mundo físico […]

Ser inmortal es baladí; menos el hombre, todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte; lo divino, lo terrible, lo incomprensible, es saberse inmortal […] Adoctrinada por un ejercicio de siglos, la república de hombres inmortales había logrado la perfección de la tolerancia y casi con desdén. Sabía que en un plazo infinito le ocurren a todo hombre todas las cosas. Por sus pasadas o futuras virtudes, todo hombre es acreedor a toda bondad, pero también a toda traición, por sus infamias del pasado o del porvenir. Así como en los juegos de azar las cifras pares y las cifras impares tienden al equilibrio, así también se anulan y se corrigen el ingenio y la estolidez, y acaso el rústico poema del Cid es el contrapeso exigido por un solo epíteto de las Églogas o por una sentencia de Heráclito. El pensamiento más fugaz obedece a un dibujo invisible y puede coronar, o inaugurar, una forma secreta. Sé de quienes obraban el mal para que en los siglos futuros resultara el bien, o hubiera resultado en los ya pretéritos… Encarados así, todos nuestros actos son justos, pero también son indiferentes. No hay méritos morales o intelectuales […]

El concepto del mundo como sistema de precisas compensaciones influyó vastamente en los Inmortales. En primer término, los hizo invulnerables a la piedad. He mencionado las antiguas canteras que rompían los campos de la otra margen; un hombre se despeñó en la más honda; no podía lastimarse ni morir, pero lo abrasaba la sed; antes de que le arrojaran una cuerda pasaron setenta años. Tampoco interesaba el propio destino. El cuerpo no era más que un sumiso animal doméstico y le bastaba, cada mes, la limosna de unas horas de sueño, de un poco de agua y de una piltrafa de carne. Que nadie quiera rebajarnos a ascetas. No hay placer más complejo que el pensamiento y a él nos entregábamos. A veces, un estímulo extraordinario nos restituía al mundo físico. Por ejemplo, aquella mañana, el viejo goce elemental de la lluvia. Esos lapsos eran rarísimos; todos los Inmortales eran capaces de perfecta quietud; recuerdo alguno a quien jamás he visto de pie: un pájaro anidaba en su pecho.

Entre los corolarios de la doctrina de que no hay cosa que no esté compensada por otra, hay uno de muy poca importancia teórica, pero que nos indujo, a fines o a principios del siglo X, a dispersarnos por la faz de la Tierra. Cabe en estas palabras Existe un río cuyas aguas dan la inmortalidad; en alguna región habrá otro río cuyas aguas la borren. El número de ríos no es infinito; un viajero inmortal que recorra el mundo acabará, algún día, por haber bebido de todos. Nos propusimos descubrir ese río.

La muerte (o su alusión) hace preciosos y patéticos a los hombres. Éstos se conmueven por su condición de fantasmas; cada acto que ejecutan puede ser el último; no hay rostro que no esté por desdibujarse como el rostro de un sueño. Todo, entre los mortales, tiene el valor de lo irrecuperable y de lo azaroso. Entre los Inmortales, en cambio, cada acto (y cada pensamiento) es el eco de otros que en el pasado lo antecedieron, sin principio visible, o el fiel presagio de otros que en el futuro lo repetirán hasta el vértigo. No hay cosa que no esté como perdida entre infatigables espejos. Nada puede ocurrir una sola vez, nada es preciosamente precario. Lo elegíaco, lo grave, lo ceremonial, no rige para los Inmortales.”

Jorge Luis Borges: “El inmortal” (II, IV), en “El Aleph” (1949).

Lo más triste de todo es que los inmortales no son tales: son simples mortales a los que su ideología de inmortalidad ha convertido en lo que son sin que se hayan dado cuenta.

Es muy fácil reconocerlos. Los vemos todos los días y a todas horas: en el trabajo, en la calle, en el colegio, en la escuela, en la universidad, en el blog, en el periódico, en los libros, en la radio, en la televisión, en el cine. Son los que nos dicen que los raros somos los cristianos. Que somos raros porque nuestra fe nos recuerda que somos mortales. Y que lo único que importa, lo único que perdura, es el amor.

Son los mismos que afirman que el aborto es un derecho de la humanidad gestante que prevalece sobre el derecho a la vida de la humanidad que se está gestando en su interior. Si en lugar de gestarse en su interior seres humanos se gestaran siluros, dingos, focas, linces ibéricos, urogallos, buitres leonados, o tortugas de tierra, seguramente las cosas dejarían de estar tan claras para ellos.

Los cristianos ya hemos encontrado las aguas del río que nos libra de esa ideología de inmortalidad que lleva a la muerte (Jn.4:14).

Bebamos de ellas sin miedo.

Y obremos en consecuencia.

12.03.09

8.03.09

Caritas Christi urget nos!


Caritas Christi urget nos! (2Co.5:14)

Los “Barómetros” del Centro de Investigaciones Sociológicas (C.I.S.) se realizan a partir de muestreos estratificados de ámbito nacional con un tamaño de 2.500 entrevistas sobre universos de población española mayor de edad.

Esos muestreos seleccionan los municipios y las secciones de los municipios de forma aleatoria y proporcional (estratificada) según la frecuencia de su tamaño: hasta dos, diez, cincuenta, cien, cuatrocientos mil, un millón o más de un millón de habitantes. Y seleccionan los individuos según cuotas de sexo y edad, formadas a partir de la pirámide de población, siguiendo rutas de encuestado aleatorias.

El “Barómetro” de Enero de 2008 realizó 2.482 entrevistas domiciliarias en 234 municipios de 47 provincias entre el 9 y el 19 de enero de 2009.

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1.03.09

Una opinión.

Pienso en algunos de mis alumnos, de mis estudiantes, cuya profunda vida cristiana he podido conocer… Que estos cristianos que conozco, y los que no conozco, pero adivino a imagen de éstos, sepan que su testimonio vivido es necesario…

Contra lo que parece, si las persecuciones aumentan es porque la fe gana profundidad en el mundo. El odio de Satán es el testimonio que da, mal que le pese, de la presencia victoriosa de Jesucristo

Pentecostés no alcanzó más que a unos ciento veinte discípulos. Sin embargo, puso fuego al mundo. Hombre a hombre. Un nuevo Pentecostés, nacido del primero, está indudablemente actuando en el mundo. Es en la paciencia donde estas pequeñas comunidades cristianas verán, un día, no el triunfo visible [y material] de la Iglesia, sino su crecimiento en profundidad [y extensión]…

El desarrollo apocalíptico de nuestro siglo XX nos ha enseñado que los caminos del Señor no son nuestros caminos. Al cabo de un largo viaje, vislumbramos el verdadero rostro de Dios. Y es mejor que nuestras mejores dichas humanas. Su gracia revela un mundo de tal esplendor, que necesitamos vernos un poco transformados en nuestras cómodas costumbres para conocerlo tal como es; para saber que es Jesucristo.


¿Quién decía todo esto?

Un Catedrático de la Universidad Católica de Lovaina, el p. Charles Moeller (1913-1986). Se trata del Prefacio del v.I: “El silencio de Dios” (1953) de su magna obra “Literatura del s.XX y Cristianismo”.

Con el tiempo, Charles Moeller sería elegido perito consultor por el cardenal arzobispo de Malinas-Bruselas, Leo Joseph Suenens (1904-1996), uno de los cuatro cardenales moderadores durante el Concilio Vaticano II (1959-1962). Moeller tuvo una gran responsabilidad en la redacción y revisión final del Esquema XIII, que acabaría convirtiéndose en la Constitución Pastoral “Gaudium et Spes” (1965) sobre la Iglesia en el mundo moderno.

Después del Concilio Vaticano II, Pablo VI le nombró Subsecretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Secretario del Secretariado para la Unidad de los Cristianos, actualmente Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, y Rector del Instituto Ecuménico de Jerusalén.

En 1970 ocupó el sillón “1″ de la Real Academia de la Lengua y de la Literatura Francesas de Bélgica. En 1978 se convirtió en Catedrático Emérito de la Universidad Católica de Lovaina.

No está mal mirar cara a cara la situación de la Iglesia en el mundo moderno. No parece que las cosas hayan cambiado tanto en los últimos 56 años. No sé si Charles Moeller firmaría este texto con el significado con el que yo lo presento aquí. Pero lo que sí sé es que yo sí lo firmaría.

Y lo firmaría pensando en EpC, en la sentencia del Tribunal Supremo, en la FERE-CECA y EyG, en el Grupo Editorial SM, y en algunos de nuestros distinguidos pastores.

Distinguidos por sus silencios.


24.02.09

Homines transeunt, sed veritas Domini manet in æternum.

12.02.09

10.02.09

In memoriam.

http://img526.imageshack.us/img526/7651/deathseventhsealcy2.png



Es curiosa la modernidad filosófica. A la vez que afirma que no hay nada por encima del hombre, también afirma que no hay nada por debajo de él. Mientras los óvulos de buitre leonado y de orangután son material genético protegido, los fetos abortados pasan a ser residuos hospitalarios que reciben el mismo tratamiento que el pus, o los tejidos epitelial y adiposo.

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4.02.09

13.01.09

3.01.09

Leer la Biblia.



La sierva de Dios Isabel la Católica, la reina Isabel I de Castilla, recomendaba encarecidamente a todas las monjas de los reinos Castilla y Aragón que aprendieran latín para poder leer diariamente la Biblia en la versión Vulgata de San Jerónimo. Así no tendrían que depender de unas traducciones que le parecían, cuando menos, discutibles.

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24.12.08

18.12.08

13.12.08

8.12.08

30.11.08

25.11.08

21.11.08