Caridad y Santidad: en eso se resume todo
Terminó el Sínodo de la Sinodalidad, gracias a Dios. Y, como escribe Luis Fernando, la montaña parió un ratón. Resultados: ninguno. Hay una carta al pueblo de Dios perfectamente prescindible y un documento final que es la nada porque nada aporta.
Puestos a quedarse con algo, me quedo con la homilía del Papa en la Misa de clausura de la asamblea sinodal. En ella el Santo Padre subraya que la mayor reforma de la Iglesia es «adorar a Dios y amar a los hermanos con su mismo amor». La clave está en amar a Dios con toda nuestra vida y amar al prójimo como a nosotros mismos. Lo primero es adorar a Dios, «reconocer en la fe que sólo Dios es el Señor y que de la ternura de su amor dependen nuestras vidas, el camino de la Iglesia y los destinos de la historia».
«Por eso el amor al Señor en la Escritura con frecuencia está asociado a la lucha contra toda idolatría. Quien adora a Dios rechaza a los ídolos porque Dios libera, mientras que los ídolos esclavizan, nos engañan y nunca realizan aquello que prometen, porque son obra de las manos de los hombres».
Por tanto, el pontífice pidió «luchar siempre contra las idolatrías». ¿La idolatría de la Pachamama? ¿Las falsas religiones, que según el Documento de Abu Dabi, son todas queridas por Dios?
«Estemos vigilantes, no vaya a ser que nos pongamos nosotros mismos en el centro, en lugar de poner a Dios» advirtió el Papa.
Adorar a Dios, poner a Jesucristo en el centro (y no a la persona) y servir al prójimo. O sea, que el Santo Padre, tras el Sínodo, nos invita a vivir en gracia de Dios, a vivir en caridad, a ser santos. Perfecto. Eso lo sabe cualquier niño que vaya a hacer la primera comunión: amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. Se ve que esta vez le escribió la homilía un católico. Y si siguen así, a lo mejor las madres y los padres sinodales descubren de aquí a un año la necesidad de los sacramentos para nuestra salvación.
Pero, para llegar a tal conclusión, ¿hacía falta pagar viajes, estancias y manutenciones a no sé cuántos cientos de señoras y señores en Roma durante un mes? Esa receta se la habría dado yo gratis. Y de regalo, les habría enviado un catecismo del P. Astete y un rosario a cada madre y padre sinodal a su casa. La pasta que nos habríamos ahorrado y que podríamos haber destinado a obras de caridad para los más pobres que tanto les preocupan a los judas redivivos de hoy en día.
Ahora bien: no dejemos caer en saco roto la advertencia del Mons. Müller:
«No dicen abiertamente lo que quieren decir. No pueden decir abiertamente: “Queremos contradecir la Palabra de Dios”. Pero están introduciendo una nueva hermenéutica con la que quieren reconciliar la Palabra de Dios con estas ideologías anticristianas». «Pero no podemos reconciliar a Cristo y el Anticristo. Esta ideología homosexual, ‘LGBT’ es, en esencia, una ideología anticristiana. Es el espíritu del Anticristo el que habla a través de ellos».
El mal no descansa. No nos confiemos ni cantemos victoria. Ya sabemos que al Papa Francisco le gusta Iniciar procesos, aceptar conflictos… y tener paciencia. La Ventana de Overton se ha abierto. Es cuestión de tiempo que los impíos vuelvan a la carga con lo de siempre: matrimonio o bendición de parejas homosexuales, fin del celibato sacerdotal, ordenación de mujeres… «¿Qué tiene todo eso de malo? Lo importante es el amor», arguyen los impíos: aunque ese amor que tanto les importa acarree consigo el pecado mortal y la rebelión contra Dios y contra su Ley Eterna y Universal.
Yo les propongo algo que ya estoy practicando. Es tan fácil como rezar el rosario por la calle: ir musitando las avemarías y los padrenuestros; pedir por las personas con las que nos cruzamos o implorar la bendición de Dios sobre ellas… Llevarlo en la mano: sin ostentación pero también sin vergüenzas ni falsos respetos humanos. Así obedecemos a la Virgen, que nos lo ha pedido insistentemente; evitamos caer en tentaciones y purificamos nuestro corazón. Con el rezo del santo rosario combatimos contra el mundo, el demonio y la carne; combatimos contra la libertad luciferina, contra los herejes, los impíos y los apóstatas. Y además, vamos dejando a nuestro paso un rastro invisible de caridad. Contra la revolución liberal luciferina, la sumisión a Dios: «He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra». «Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo».
3 comentarios
Se da por sentado que todos sabemos que es la realidad del amor (que no coincidirá si se hace una encuesta). El primer mandamiento de la Ley de Dios finaliza con "... Y al prójimo como a ti mismo". Siendo muy escolástico y queriendo sacar punta a todo, puede quedar claro que el que no se ama a si mismo, no tiene porqué amar a los demás.
Ya en en la edad media se planteó la problemática de que los Concilios tenían preferencia sobre el Papa, acabo como acabo, y era preferible el Sínodo de la Sinodalidad que un Concilio. Hay alguna intencionalidad oculta o menos oculta en el hecho de escuchar a todo el mundo, aceptar sus propuestas, porque todos estamos llamados a la Santidad, y el sacramento de la comunión es el alimento espiritual que nos ayudará en el camino de la Santidad, que como dijo mi parroco, porque no dar la comunión, a divorciados vueltos a casar,?. Cuando se vaya a confesar de le puede plantear al confesor que me oiga razonar que los pecados de los que me confieso a partir de nuevas ideas antropológicas no deben ser pecados.
En mi opinión, que no vale nada pero es lo que se desprende de lo que veo, no cumplimos el Primer Mandamiento, así de claro.
Alguien ha difundido por ahí que a Dios se le ama a través del prójimo y es justamente al revés: Al prójimo se le ama a través de Dios.
Todas las oraciones, todas, comienzan por el Primer Mandamiento, ejemplo de ello es el Padrenuestro, y las jaculatorias de alabanza deben de preceder a las de petición. Según reces esa es la clase de cristiano que eres.
El que no ha rezado nunca y se ve en un apuro suele pasar a lo práctico porque no sabe con quién está hablando. Es la prueba del 9.
Un pastor que sí sabe donde está y que no padece de respetos humanos para llamar las cosas por su nombre es el cardenal MÜLLER. Cito o más bien recito sus advertencias tan claras como perentorias, respecto del tan reiterado e inútil sínodo de la sinodalidad: «No dicen abiertamente lo que quieren decir. No pueden decir abiertamente: “Queremos contradecir la Palabra de Dios”. Pero están introduciendo una nueva hermenéutica con la que quieren reconciliar la Palabra de Dios con estas ideologías anticristianas». «Pero no podemos reconciliar a Cristo y el Anticristo. Esta ideología homosexual, ‘LGBT’ es, en esencia, una ideología anticristiana. Es el espíritu del Anticristo el que habla a través de ellos».
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