Iniciar procesos, aceptar conflictos... y tener paciencia
El tiempo es superior al espacio. Hoy nos dicen que lo importante es iniciar procesos y darles el tiempo necesario para que esos procesos lleguen a su culminación. Hay que tener paciencia, aceptar los conflictos y hacerse cargo de ellos.
Y quien inicia un proceso sabe cómo debe terminar.
Se inicia el proceso: sínodo de la familia. Y al final se aprueba, con mucho discernimiento y mucha retórica vacía, la comunión de los divorciados vueltos a casar y se publica Amoris Laetitia, que, efectivamente, provocó y sigue provocando un conflicto considerable. Pero demos tiempo al tiempo… La novedad y el error irán calando entre los fieles, muchos de ellos divorciados o en situaciones irregulares y todo el mundo acabará por aceptar que comulguen divorciados, parejas de hecho o incluso homosexuales practicantes, casados o promiscuos, al grito de «¡quién es nadie para negarme a mí la comunión!» o «lo único importante es el amor», entendiendo por amor el vivir en público pecado mortal, que ya es el colmo.
Se inicia el proceso, se alcanzan las conclusiones, que ya tenían previstas de antemano; le echan el muerto al Espíritu Santo, que según estos les ha hablado claramente en el Sínodo, entendido éste como el nuevo Sinaí, el lugar de la nueva revelación, y aquí paz y después gloria.
Y a Santo Tomás Moro o a San Juan Bautista que perdieron ambos literalmente la cabeza por denunciar el adulterio y la fornicación, que les vayan dando por fascistas intolerantes.
Sínodo del Amazonas. Se inicia el proceso, con el fin de llegar a la aprobación del sacerdocio femenino (o, al menos, el diaconado). Se entroniza la Pachamama en los jardines vaticanos y en templos católicos y se vuelve a liar parda: volvemos al conflicto. Pero ya pasará el temporal. No se alcanzan los objetivos previstos porque tal vez les dio miedo un cisma de proporciones cósmicas. Pero se abre paso el sincretismo religioso y la idolatría ecológica malthusiana; el indiferentismo religioso culmina en el documento de Abu Dabi donde se establece que todas las religiones son queridas por Dios y se dan pasos de gigante hacia una religión global en la que todos somos hermanos: una fraternidad universal masónica, en la que Cristo estorba y por eso se le quita de en medio o se le sitúa a la misma altura que Buda o que Mahoma.
Además, como resultado de ese Sínodo de la Amazonia, se está experimentando con una nueva liturgia pachamámica, indigenista e idolátrica. Y el Papa confía en que el rito amazónico sea la segunda liturgia aprobada desde el Concilio Vaticano II. Y se aprobarán ritos aztecas, mayas, zaireños y bantúes. Pero eso sí: la Santa Misa tradicional, la que celebraron todos los santos durante dos milenios… esa está en vías de prohibición absoluta: se inicia el proceso, se acepta el conflicto, se tiene paciencia y alcanzamos, tarde o temprano, el objetivo deseado.
Y cuando tenemos un obispo o un cardenal que no entra por el aro, se sigue la misma estrategia: es cuestión de tiempo. Se les aparta de sus responsabilidades (se les cancela) o se espera a que cumplan la edad de jubilación y en ese momento, se les quita de en medio a toda prisa y se pone en su lugar a un obispo moderno (o sea, modernista: cuanto más hereje, mejor). Que se los digan a Mons. Aguer o a Mons. Reig Pla, ambos retirados inmediatamente después de llegar a la edad requerida y sin prórroga que valga. Se les miseriocordea por la vía rápida.
Y lo mismo con las órdenes religiosas. Cuando una congregación peca de tradicional, se interviene, se envía una «visita apostólica» o se les impone un comisario que se dedicará con fruición a demoler la congregación excesivamente ortodoxa o tradicional. Basta con imponer un modernista al frente para que se destruyan congregaciones y se crucifique a sus miembros.
Ahora tenemos el Sínodo de la sinodalidad. Y quien ha iniciado el proceso sabe a dónde quiere llegar: a terminar con el celibato sacerdotal, aprobar la bendición de parejas en situación irregular y cambiar la doctrina católica sobre la sexualidad: incluida la doctrina sobre la homosexualidad. De hecho, los obispos alemanes ya han llegado a las conclusiones que todos los modernistas del mundo quieren extender a la totalidad de la Iglesia universal.
Solo hace falta tener paciencia y esperar: los opositores se morirán (según ese proverbio árabe que dice «siéntate en el umbral de tu casa y verás pasar el cadáver de tu enemigo»). Y si el actual pontífice fallece antes de que se pueda culminar su obra, no pasa nada: otro vendrá detrás que la culminará. «El tiempo es superior al espacio». No hay que apurarse. Los modernistas, los liberales (lo mismo son), llevan desde el siglo XIX socavando los cimientos de la Iglesia Católica: glorificando al hombre y poniéndolo en el centro, en el lugar de Dios; apostatando de la verdad. No tienen prisa. Saben esperar con paciencia. Lo que hacen es iniciar procesos, asumir el conflicto y esperar con paciencia. Quitar de en medio a sus enemigos (es decir, a los sacerdotes y obispos fieles) y poco a poco ir nombrando y colocando a obispos y cardenales herejes en puestos claves. Sin prisa pero sin pausa.
Y todo ello, invocando sacrílegamente al Espíritu Santo, a quien atribuyen, blasfemando gravemente, sus herejías e iniquidades. Como si la revelación no se hubiera acabado con la muerte del último apóstol; como si Dios pudiera contradecirse y negar hoy lo que afirmó ayer. Los modernistas pretenden destruir los dogmas, cambiando su interpretación y dándole la vuelta torticeramente a su sentido. Todo es interpretable: Sodoma y Gomorra no pecaron de lujuria y fornicación o del pecado nefando, sino de falta de hospitalidad, de no acoger a los extranjeros inmigrantes… Y así se emputece todo, se tergiversa todo, se destruye el edificio total de la doctrina de la Iglesia para adaptarla a la voluntad del hombre que se endiosa a sí mismo y se engríe de la soberanía de su voluntad y de su desprecio a la Voluntad y a la Palabra de Dios. No aceptan la fe católica. No solo no tienen fe, sino que pretenden destruirla por completo, cambiándola por un nuevo paradigma apóstata e infame. No solo no tienen fe, sino que la odian. Y no puede ser de otra manera, porque el odium fidei es lo propio del Maligno, de quien los modernistas son títeres patéticos y a quien servilmente adoran. Odian a Cristo. Esa es la verdad. Porque son hijos de las tinieblas. Y hasta da vergüenza mencionar las cosas que hacen a escondidas: orgías, drogas, abuso de menores, homosexualidad pública y notoria… ¿Recordamos al excardenal McCarrick o a Gustavo Zanchetta? O a tantos otros…
Hoy nadie castiga a los herejes. Al contrario, se les promueve a cargos de relevancia. Ante la herejía, silencio. Asumimos el conflicto y demos tiempo al tiempo. Nunca pasa nada, por muchas barbaridades que se digan o por grave que sea la profanación eucarísitica.
En cambio a los que mantienen la fe de siempre, fieles a la doctrina y a la tradición, se les machaca, se les relega, se les expulsa, se les cancela. Pero los fieles a Cristo son luz. Y la luz denuncia las obras de las tinieblas. Por eso los hijos de las tinieblas no pueden soportar la luz y tratan de apagarla por todos los medios, porque la luz denuncia las obras de las tinieblas.
En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz –toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz–, buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciadlas. Pues hasta da vergüenza mencionar las cosas que ellos hacen a escondidas. Pero la luz, denunciándolas, las pone al descubierto, y todo lo descubierto es luz. Por eso dice: «Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz». Efesios 5, 8-14
Despertad. Somos hijos de la luz y hemos de denunciar las obras estériles y venenosas de las tinieblas.
Dice el cardenal Müller respecto a los obispos alemanes:
«Es muy triste que una mayoría de obispos haya votado explícitamente contra la doctrina revelada y la fe revelada de la Iglesia católica y de todo nuestro pensamiento cristiano, contra la Biblia, la palabra de Dios en la Sagrada Escritura y en la tradición apostólica y en la doctrina definida de la Iglesia católica»
Se pretende someter la verdad a votación. Como si la voluntad del hombre estuviera por encima de la voluntad de Dios y su palabra valiera más que la Palabra de Dios. Pero claro… ellos invocan siempre, de manera sacrílega, al Espíritu Santo, porque ellos se han autoproclamado sus portavoces.
Y el cardenal Burke añade:
«Ya sea un alejamiento, una enseñanza herética y la negación de una de las doctrinas de la fe, o la apostasía en el sentido de simplemente alejarse de Cristo y de su enseñanza en la Iglesia para abrazar alguna otra forma de religión, estos son crímenes». «Quiero decir que son pecados contra Cristo mismo y, por tanto, obviamente, de la naturaleza más grave. Y el Código de Derecho Canónico establece las sanciones apropiadas».
«Se darán cuenta de que en muchas de estas conversaciones, nunca se oye el nombre de Nuestro Señor». «Nunca se oye hablar de lo que Nuestro Señor Jesucristo nos enseña, de lo que nos pide. Así que se trata de una situación muy grave».
Don César Franco, obispo de Segovia, ha escrito una carta pastoral que se titula Francisco y el servicio de Pedro, en la que podemos leer lo siguiente:
«Consciente o inconscientemente, se considera que el Papa está por encima de la Iglesia y puede actuar en ella como quiera. Quienes se felicitan porque Francisco ha acabado con un ejercicio del papado al estilo de un monarca absoluto, le critican que no haya hecho reformas en la doctrina sobre el matrimonio homosexual, el sacerdocio femenino, el aborto y la eutanasia o el celibato». «Se le exige, por tanto, que sitúe su ministerio “sobre la Iglesia” y no “en la Iglesia”».
«Como explica la eclesiología, el primado de Pedro sólo puede ejercerse en la obediencia a la Escritura y a la Tradición porque el Papa es un discípulo de Cristo que no puede situarse por encima de la Iglesia en cuestiones esenciales a su estructura y a la verdad cuyo origen se remonta a la creación y a la redención». «¿Es tan difícil entender que el aborto y la eutanasia son terribles atentados contra la vida y su Creador? Ningún Papa puede decir lo contrario. El Papa debe «obediencia a la fe» (san Pablo) como cualquier cristiano».
«Con la muerte del último apóstol se cierra el proceso constituyente de la Iglesia, de manera que, tanto el Papa como los obispos, son custodios de ese proceso que deben respetar. Es verdad que la exposición del dogma evoluciona de forma homogénea pero no cambia su contenido, sino el modo de presentarlo».
Nosotros somos los que amamos al Papa. Somos los que rezamos por su salvación. Somos los que estaríamos dispuestos a dar la vida por el Santo Padre. No los aduladores. Pero el Papa debe obediencia a la fe, a la Escritura y a la Tradición. El Papa debe obediencia a Cristo.
Cristo es Señor de la Historia. Y Él volverá a separar el trigo de la cizaña. De Dios nadie se burla. La herejía es pecado contra Cristo mismo. Contra Dios. Pero hay cielo y hay infierno. Y la cizaña será atada en manojos para quemarla; y a los herejes y a los malvados, los arrojarán en el horno de fuego y allí será el llanto y el crujir de dientes. ¿No creen en el infierno? Pues tendrán tiempo para creer: toda una eternidad.
Nosotros, postrémonos ante el Señor. No hay otro Salvador que Cristo. No hay otro Dios que la Santísima Trinidad.
«Alégrate, oh Virgen María, porque sólo tú has vencido todas las herejías en el mundo». María es guardiana sobre la verdad de la encarnación de Cristo
El poder de María no ha disminuido. Creemos firmemente que ella vencerá las herejías, porque hoy como antes, ella es la Mujer prometida que aplasta la cabeza de la serpiente y Jesucristo nos enseña que ella es la esperanza, la alegría, la vida de la Iglesia y el terror del infierno.
A ella está reservada la gran victoria de nuestros días. A ella le corresponde el honor de salvar la fe del naufragio que hoy nos amenaza.
Bendito sea Jesucristo. Bendita sea María Santísima. Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos.
«¿Crees tú en el Hijo del hombre?»
Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?»
Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.»
Él dijo: «Creo, Señor.» Y se postró ante él.
San Juan 9
Creo, Señor. Y me postro ante Ti: Señor mío y Dios mío.
19 comentarios
Eso es el centro de todo. Y a eso se le une que los que tienen el deber de custodiar y defender esa fe se dividen entre quienes la odian y los que miran para otro lado para que no les acusen de ser cismáticos. Y siendo el cisma una desgracia enorme, lo es más el crimen espiritual de la apostasía promocionada y dirigida desde las más altas autoridades eclesiásticas, a la que solo cabe oponerse, a la vez que rogamos a Dios que, por el bien de las almas de millones de fieles, nos libre de los pastores inicuos que no le sirven a Él sino a Satanás.
Este papado mi tiene más que colmada.
Así que, mientras peor mejor, a ver si pronto estalla todo y así, o vuelve Cristo, o se empieza a restaurar la Santa Iglesia.
A resistir, y que sea lo que Dios quiera.
Sois tan patéticos los frikitradis
En tu diminuto artículo se pueden encontrar tantas insensateces juntas que es un compendio de lo que no debe creer un Cristiano.
Y tu colofón "Me postro ante ti" es simplemente ridículo.
Dios no necesita que te postres, no quiere que te postres, no necesita adoración.
O cuando habláis del sexo homosexual con el eufemismo del "pecado nefando" y os inventáis una Sodoma y una Gomorra que nunca existieron y un castigo de Dios que no se produjo.
No me extraña que vuestros héroes sean Muller y Burka (Mas conocidos como La voz de su amo, amo dolar por supuesto)
Igual que cuando invocáis una inmutable doctrina ¡¡¡QUE LLEVA 2000 AÑOS SIN PARAR DE CAMBIAR!!!
Lo dicho, si esto fuera una guerra, que no lo es, tendriais menos futuro que un submarino descapotable.
En fin como tú mismo has dicho antes o después os moriréis y esto cambiará definitivamente.
Aunque no hace falta llegar tan lejos. Ya sois irrelevantes
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Pedro L. Llera
Se ha puesto un nick tan vasto como su necedad. Ha reaccionado como la niña del exorcista... Cálmese usted y tómese la pastilla, no le vaya a dar algo.
Lo extraordinario en ese camino es que la ruptura con lo no negociable viene desde Roma, se inicia en Roma, la primera manifestación escrita, que no es poco, es de Amoris Laetitia 301 y ss.
Al respecto vale recordar las dubias de los Cardenales sobre el cambio moral de lo incambiable, propongo una lectura meditada de las mismas, la falta de contestación "avisó", que las dudas no eran tales sino que eran certezas de lo que vendría.
Todo lo demás ha sido un dejar hacer y dejar pasar, matizado por las designaciones episcopales y cardenalicias, la tolerancia al pecado y permitir que los alemanes avancen en la destrucción, ahora vendrá el sínodo y la quiebra.
Pero estamos avisados por Cristo y su Madre en forma constante.
Hay un documento Veritatis Splendor sobre moral que es fundamental, vale leerlo detenidamente.
Del mismo me atrevo a transcribir " 81. La Iglesia, al enseñar la existencia de actos intrínsecamente malos, acoge la doctrina de la sagrada Escritura. El apóstol Pablo afirma de modo categórico: «¡No os engañéis! Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los ultrajadores, ni los rapaces heredarán el reino de Dios» (1 Co 6, 9-10).
Si los actos son intrínsecamente malos, una intención buena o determinadas circunstancias particulares pueden atenuar su malicia, pero no pueden suprimirla: son actos irremediablemente malos, por sí y en sí mismos no son ordenables a Dios y al bien de la persona: «En cuanto a los actos que son por sí mismos pecados (cum iam opera ipsa peccata sunt) —dice san Agustín—, como el robo, la fornicación, la blasfemia u otros actos semejantes, ¿quién osará afirmar que cumpliéndolos por motivos buenos (bonis causis), ya no serían pecados o —conclusión más absurda aún— que serían pecados justificados?» 134.
Por esto, las circunstancias o las intenciones nunca podrán transformar un acto intrínsecamente deshonesto por su objeto en un acto subjetivamente honesto o justificable como elección.
82. Por otra parte, la intención es buena cuando apunta al verdadero bien de la persona con relación a su fin último. Pero los actos, cuyo objeto es no-ordenable a Dios e indigno de la persona humana, se oponen siempre y en todos los casos a este bien. En este sentido, el respeto a las normas que prohíben tales actos y que obligan «semper et pro semper», o sea sin excepción alguna, no sólo no limita la buena intención, sino que hasta constituye su expresión fundamental".
Alabado sea Jesucristo
Sí, los modernistas tienen a su favor el tiempo: este tiempo, el del mundo. Y puede que sigan avanzando porque "el tiempo es superior al espacio". Pero al final, cuando vuelva el Señor no quedará ni tiempo ni espacio, y Él vencerá para siempre. Puede que tengamos al tiempo en contra, pero tenemos al Señor del tiempo de nuestro lado ¡Que nunca perdamos esa esperanza!
Finalmente añadir que la sinodalidad, a mi modo de ver, se utilizará también para invertir la Iglesia, constituir la anti-iglesia. Se trata de destruir toda noción de jerarquía, ( ya se oye mucho que laicos tengan el mismo poder que obispos) para poder darle la vuelta y poner lo superior abajo y lo inferior arriba.
La pirámide invertida de la que habla Francisco es un símbolo claro de ello. Significa poner al Papa en la parte más baja y al pueblo en la parte más elevada, es decir, en clara inversión de su legítimo papel.
Acompañar procesos y tener paciencia, siempre que los primeros sean adecuadamente correctivos y NO de permisividad ante la corrupción, y siempre que la paciencia sea para repetir la verdad con caridad las veces que haga falta, como hacemos los padres con los hijos pequeños. La corrección ha ido solo en una dirección. La permisividad absoluta en la otra.
Cuenta la tradición que en el concilio de Nicea San Nicolás, nada más encontrarse con Arrio, le abofeteó en el rostro por haber adulterado la doctrina católica.
La Iglesia Católica actualmente pero no totalmente afeminada es incapaz de hacer nada al especto. Ha vivido muy bien durante décadas sin problemas. Un autor británico, no recuerdo su nombre, hablando del liderazgo militar en tiempos de paz, demuestra como los altos mandos en esas circunstancias se convierten en burócratas incapaces de asumir riesgos por miedo al despido y en caso de conflicto, se ven sobrepasados e incapaces de tomar decisiones atenazados por el miedo. Los nazis lo vieron claro y barrieron con casi todos de ellos llegando así al caucáso. Ejemplo de nulidad Von Paulus; resultado destrucción de todo un cuerpo de ejército. Otro ejemplo: USA desde la guerra de Corea Estados Unidos no ha ganado ni una guerra, consecuencias: desde la guerra de Vietnam hasta la de Afganistán la exasperación de la tropa por el liderazgo incompetente de sus superiores ha provocado (jerga militar) acciones frappé o frapping contra los oficiales (no voy a entrar en detalles aqui).
La Iglesia no es distinta salvo que no veo que se aplique en ellas acciones de frapping.
Que Dios todopoderose nos salve a todos.
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