Seguimos pidiendo lo mismo y algo más...
Hacia la primavera de 2008, el obispo Carrera, hombre muy dotado para el diálogo por su capacidad de escucha y de reflexión, así como por su hondo sentido eclesial y su talante pactista, basado este último en un posibilismo de altas miras, iniciaba un discreto tanteo alrededor de nuestra periferia para conocer de primera mano el qué, el cómo y el cuándo de los postulados y alternativas que Germinans planteaba cara a la construcción de una comunión diocesana más realista y con mayor perspectiva de futuro.

El pasado 4 de noviembre esta sección comentaba los ejercicios de cínico equilibrismo de nuestro nacionalprogresismo.
Escribo este artículo el día 16 de noviembre, fecha en la que el santoral nos recuerda que se celebra la fiesta de Santa Gertrudis. ¡Que casualidad! Porque mi escrito va a ir dedicado a otra Gertrudis que también es religiosa y para más señas abadesa del monasterio de Sant Pere de les Puel·les en Barcelona. Su nombre ha aparecido en casi todos los medios de comunicación por haber mandado un comunicado en que comenta y matiza algunos aspectos de la celebración de la Santa Misa que nuestro Romano Pontífice celebró en la basílica de la Sagrada Familia.
Nuestro cardenal-arzobispo ha publicado
Benedicto XVI, el hombre más clarividente que pisa hoy la tierra, nos ha advertido. Poco espacio dejan sus palabras para las dudas y las exégesis: “Pero es igualmente cierto que en España ha nacido también una laicidad, un anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo como hemos visto precisamente en los años ‘30” . Más claro, el agua. A Rubalcaba le parece que le ha fallado al Papa el instinto diplomático. Ya, pero el Papa no vino a verle a él, sino a los católicos. Y a éstos iban dirigidas sus palabras. Para éstos, las palabras del Papa son el faro que con su luz impedirá que tropecemos de nuevo en la misma piedra: en la de los años 30 del siglo pasado.