Capítulo 11: Los gestos de Conveniencia
Roma: basílica de San Clemente |
Reunimos bajo este título una serie de gestos de importancia secundaria, dictados más que por una finalidad espiritual, por un sentido de decoro y de buena educación.
A) El sentarse. — Es la actitud de quien enseña y de quien escucha. El obispo, ordinariamente, hablaba a los fieles sentado en la cátedra; los fieles escuchaban su palabra también sentados. Ego sedens loquor -decía San Agustín- vos stando laboratis (1). El pueblo se sentaba también mientras se hacían las lecturas. San Justino lo supone ya, y San Agustín recomienda al diácono Deogracias que durante la predicación haga sentarse a los fieles, a fin de que no se cansen. Se sentaba también el celebrante con los sacerdotes durante el canto del responsorio gradual. San Jerónimo escribe: In ecclesia Romae presbyteri sedent et stant diaconi, licet… ínter presbyteros, absente episcopo, sedere diaconum viderim (2). Para el pueblo no había escaños a propósito, sino que todos se acomodaban directamente sobre el pavimento o sobre esteras. El uso de los bancos en la iglesia es relativamente reciente. Fue introducido después del siglo XVI siguiendo el ejemplo de las iglesias reformadas que sentían una especial necesidad, dada la importancia preeminente concedida a la predicación.