InfoCatólica / Germinans germinabit / Categoría: Domus Ecclesiae

18.11.11

[DE] Capítulo 42: La Custodia u Ostensorio Eucarístico

Custodia gótica de Città di Castello

Arca-ostensorio del duomo de Génova

 

La historia de la custodia u ostensorio ( monstrancia) empieza a mediados del siglo XIV, cuando se va introduciendo la costumbre de exponer a vista de los fieles la Sagrada Hostia consagrada. Para tal fin se necesitaba obligatoriamente un vaso dotado de cristal. Es probable que en un primer tiempo sirviese la píxide misma, adaptando a la copa un cristal cilíndrico cerrado y sostenido en la parte posterior por la tapa. Pero bien pronto se sintió la necesidad de construir vasos apósitos en los cuales la Hostia, colocada en una luna, fuese más o menos visible, según la construcción adoptada.  

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11.11.11

[DE] Capítulo 41: El copón-ciborio o píxide

Píxide de Pésaro s. IV

 

 Con el nombre de píxide ( de pyxis= boj) se designa actualmente el vaso sagrado destinado a contener las partículas eucarísticas consagradas. Es cierto que de vasos similares se tienen noticias desde la primerísima era cristiana, pero el uso litúrgico de los diversos tiempos les otorgó nombres y formas diferentes. El más antiguo es canistrum o cista, pequeña cesta de mimbre que se encuentra representada a principios del siglo II en los dos famosos frescos del cementerio de Calixto. En ellos la cista , junto con el simbólico pez, está llena de panes señalados con una cruz y deja entrever, a través del trenzado del mimbre, un cáliz de vidrio con vino tinto. Estos cestos, que volvemos a encontrar frecuentemente en los frescos eucarísticos de las catacumbas en Roma y en otros lugares, se encuentran mencionados por San Jerónimo, haciendo referencia a S. Exuperio, obispo de Tolosa, en el siglo IV: Nihil illo divitius, qui corpus Domini in cenistro vimineo portat (1), y permanecían en uso hasta principios del siglo VI, ya que en el 519 Doroteo de Tesalónica, dudando que a causa de la persecución inminente sus fieles no pudiesen recibir la Eucaristía, hizo consignarles cestos rebosantes del sagrado Pan.

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4.11.11

[DE] Capítulo 40: La Patena

Patena llamada de Sión (mozárabe año 570)

 

El plato plano o patena (de patere =estar abierto ) era, juntamente con el cáliz, un utensilio esencial del banquete que servía para poner en él el pan o las viandas. Los evangelistas, en el relato de la última cena, mencionan, en efecto, la paropsis o catinum que Jesús tenía delante de sí sobre la mesa. Tal fue desde un principio la función litúrgica esencial de la patena: recibir el pan consagrado y servir de plato antes y después de la consagración para partir las sagradas especies y distribuirlas luego a los fieles. El Líber pontificalis refiere -no sabernos con qué fundamento- del papa Ceferino (203-229) que dio orden para que, delante del obispo celebrante, los ministros sostuvieran patenas de vidrio, de las cuales cada uno de los sacerdotes asistentes debía tomar la corona consagrada para distribuirla entre el pueblo. El mismo Líber pontificalis atestigua veinte años después que el papa Urbano “ fecit ministeria sacrata omnia argéntea, et patenas argénteas XXV posuit” (1); o sea que suministró para el servicio litúrgico tantas patenas de plata cuantos eran los títulos presbiterales, ya que, como fue más tarde establecido por los papas Melquíades, Siricio e Inocencio, cada sacerdote titular debía, en señal de comunión con el pontífice, distribuir a los fieles las especies por éste consagradas.

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28.10.11

Capítulo 39: Los vasos sagrados: el cáliz

Cáliz s. XI (Cluny)

 

El cáliz ( calix, poterion ) , aquella copa que Jesús eligió en la última cena para obrar en ella el prodigio de la primera consagración eucarística, es el más importante de los vasos sagrados. Ya San Pablo lo identifica con la sangre misma de Cristo; y, más tarde, Optato de Mileto lo llamará "custodio de la sangre de Cristo."

Del cáliz o copa que utilizó el Señor no nos han llegado tradiciones atendibles. El Breviarium de Hierosolyma o Itinerarium, del Pseudo-Antonino de Piacenza, asegura (c. 570) que era de ónix y se conservaba en la basílica constantiniana de Jerusalén. Más tarde, el Venerable Beda dice ser de plata y con dos asas. En la Edad Media, varias iglesias, entre ellas la de Cluny, creían poseerlo. Puede afirmarse con mucha probabilidad que el cáliz de la cena pudiera haber sido de vidrio, porque de esta materia eran generalmente las copas rituales usadas por los judíos en la época de Augusto.

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21.10.11

Capítulo 38: Campanas y Campanario


Campanario del Duomo de Florencia

 

El arte de construir instrumentos de metal (hierro, bronce) para obtener un sonido mediante un golpe, es antiquísimo. Los chinos lo conocían muchos siglos antes de Cristo; y los romanos, bajo el Imperio, se servían de campanillas (tintinnabula) para dar las señales, como la apertura de los mercados y de las termas, el levantarse de los esclavos, el paso de un cortejo sagrado…

También, los cristianos las debieron usar en las catacumbas, porque se han encontrado en gran número. No hay que maravillarse, por tanto, si en seguida se ha pensado en tales instrumentos para dar, más eficazmente que otros, las señales en relación con las exigencias de la vida religiosa en común. Esto se encuentra, en primer lugar, en los monasterios de la Campania, donde, a juzgar por una carta del diácono Ferrando de Cartago al abad Eugipio, los monjes al final del siglo V eran convocados ad consortium boni operis (1) mediante una campana sonora. Es cierto que, desde el siglo VI en adelante, el uso de la campana, bajo nombres varios de signum, nola, clocca, campana, se encuentra difundido un poco por todas partes: en Irlanda, en España, en Alemania, en Italia. San Gregorio de Tours (+ 394), no sólo hace expresa mención del signum, que en los monasterios llamaba a los ejercicios en común, y de la cuerda de quo signum commovetur (2), sino que añade que también las iglesias parroquiales las tenían para convocar a los fieles. Las campanas en Roma fueron introducidas, a mitad del siglo VIII, bajo los papas Zacarías (+ 742) y Esteban II (+ 757), el cual regaló tres a la basílica vaticana.

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