InfoCatólica / Germinans germinabit / Categoría: Semper idem

15.05.08

Fósiles del Mesozoico

Leyendo el Directorio de mayo floreal de esta semana nos topamos con una noticia que, aparte de los aspectos dramáticos de la cuestión, francamente da risa. Pensábamos que todas esas quimeras utópicas llamadas Cristianos por el Socialismo, Comunidades Cristianas de Base, Sacerdotes para el Tercer Mundo y otros grupos por el estilo pertenecían a un pasado felizmente superado, pero obviamente nos equivocábamos. Nos hemos caído de espaldas al comprobar que no sólo siguen activos (algunos, es verdad, únicamente de manera testimonial), sino que aún hay quienes se lanzan a fundar nuevos, como es el caso de la Plataforma de cristianos que se han montado el ex cura y comunista Josep Lligadas Vendrell y el párroco Quim Cervera del Gornal de L’Hospitalet. Esta nueva asociación pretende ser la casa común de cristianos comunistas y “eco-socialistas”. Lo de comunistas lo entendemos, pero ese híbrido entre ecología y socialismo es difícil de tragar. ¿Qué se pretende decir con ello? ¿Qué para defender el medio ambiente, amar y proteger a los animales y promover la sostenibilidad hay que ser socialista? Pues no, señores. Se puede ser perfectamente de derechas y ecologista. Quien esto escribe lo es. Ya está bien de reivindicar el color verde para darle tintes rojizos. Pero no es éste el asunto que nos ocupa. En otro momento abundaremos en este tema, muy presente en la realidad social catalana y barcelonesa en particular.

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1.05.08

Como lobos rapaces

“Attendite a falsis prophetis,
qui veniunt ad vos in vestimentis ovium,
intrinsecus autem sunt lupi rapaces”.

Los que ingenuamente nos augurábamos hace algunos meses que Lluis Martínez Sistach acabaría haciéndose merecedor con el tiempo del rojo capelo dispensado por Roma no nos hemos equivocado… pero hay que matizar (porque parece que de matizar se trata): el rojo es el color de la sangre y el título cardenalicio que le tocó a nuestro inefable arzobispo –el de San Sebastián en las Catacumbas– evoca en modo especial la efusión de ella por tratarse de un lugar marcado en modo particular por la presencia de los mártires. Sólo que no es la suya la que el purpurado barcinonense, fiel al juramento de su cardenalato, tiñe hoy dramáticamente sus vestiduras prelaticias, sino la de todos aquellos inocentes de cuya muerte se ha hecho cómplice por no haber hecho honor a su obligación de pastor, sino por haberse convertido en un lobo rapaz. Por supuesto nos estamos refiriendo a su deplorable actuación en el inaudito e inédito caso del que se ha hecho tristemente célebre como el cura abortista de Barcelona.

Nuestra pluma hasta hoy se había resistido a cargar sus tintas contra el Cardenal Martínez Sistach y nos obstinábamos en darle un voto de confianza pensando que lo suyo era una actitud timorata provisional al hacerse cargo de una archidiócesis que estaba hasta el cuello de problemas y entregada atada de pies y manos a los mercenarios. Confiábamos en que no quería comprometerse hasta tener bien pensada una estrategia que pondría en marcha a la primera oportunidad que se le presentase: entonces no le dolerían prendas en coger el rábano por las hojas y empezar a cortar cabezas. Pero nos hemos equivocado miserablemente. Hace unos días estalló el mayor escándalo que puede protagonizar un sacerdote, tan impensable, tan inconcebible, tan inimaginable que le ha cabido a Barcelona el triste honor de crear escuela con él: un cura que pagaba abortos a las feligresas que acudían a él en busca de consejo. No hace falta insistir en lo monstruoso del caso: salta a la vista. Era ésta la circunstancia en la que el Señor Cardenal tendría que haberse mostrado por fin como obispo. ¿Qué ha hecho? Se ha comportado, por el contrario, como un lobo rapaz.

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