InfoCatólica / Germinans germinabit / Categoría: Semper idem

1.10.09

Católicos de granja: Las élites catalanas y su descatolización

Hubo un tiempo en que las élites catalanas (léase: nobleza y burguesía) eran católicas de tradición y convicción. Las grandes familias tenían sus capellanes y oratorios privados (de éstos se ven todavía algunos de valor artístico en las masías). Enviaban a sus hijos a educarse en los colegios (en régimen de internado o externado) de las grandes órdenes y congregaciones religiosas de enseñanza, entre las cuales destacaban: los jesuitas, los escolapios, los lasalianos y los maristas para los muchachos, y las religiosas de la Compañía de María, las dominicas de la Enseñanza, las adoratrices y otras de fundación francesa. Frecuentaban la amistad de prelados y de religiosos ilustres y tenían conexiones estrechas con los principales centros monásticos catalanes (Montserrat, Poblet, Pedralbes). Pertenecían a asociaciones y círculos católicos y se asesoraban y hacían dirigir por sacerdotes y religiosos de prestigio. Eran benefactoras de instituciones, promovían obras de caridad, establecían fundaciones piadosas.

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20.08.09

Hay que ser hombres de Fe

Jesús ya reprochó a sus discípulos su poca fe. En el Evangelio encontramos dos pasajes. En el primero les increpa por haberse desesperado al pensar que se hundía la barca en la que iban en medio de una tempestad, diciéndoles: “Quid timidi estis, modicae fidei?” (¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?). En el segundo se dirige particularmente a san Pedro, que se hundía después de caminar un trecho sobre la superficie del mar: “Modicae fidei, quare dubistasti?” (¿Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?). Las circunstancias de ambos episodios son las mismas: el mar, la barca, los elementos. El símbolo es claro: la Iglesia (la barca) está en medio de las gentes (el mar) y debe enfrentarse al ataque de sus enemigos (los elementos). ¿Qué es lo que mantiene a salvo a los discípulos? El poder de Jesucristo. ¿Qué es lo que sostiene a los hombres de Iglesia en medio de los avatares por los que ésta ha de atravesar? La fe en Jesucristo. No poca sino mucha, una fe inquebrantable y a toda prueba, una fe capaz de mover las montañas.

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6.08.09

¡Quién los viera y quién los ve!

Como se sabe, el pasado 3 de junio dio Su Eminencia Reverendísima el Sr. cardenal Martínez Sistach un decreto nombrando canónigos del capítulo catedral a cuatro sacerdotes de la archidiócesis: los reverendos Mn. Sergi Gordo Rodríguez, Mn. Josep Serra Colomer, Mn. Josep M. Turull Garriga i Mn. Josep Vives Trabal. Ya se ha tratado en las páginas virtuales de Germinans sobre este asunto, poniendo en claro cómo estas designaciones del Cardenal-Arzobispo no son sino un blindaje ofrecido a sus incondicionales para los tiempos –que llegarán– de las vacas flacas, es decir para cuando un nuevo prelado ocupe el trono de San Severo (cosa que sucederá en unos tres años, Dios mediante).

Aquí nos queremos ocupar más bien de la contradicción que supone el que personas que (con la honrosa excepción de Mn. Vives) eran hasta la víspera progres declarados y se les daba un ardite la institución del cabildo, considerada como cosa trasnochada y resabio de los tiempos monolíticos preconciliares, vengan ahora a vestirse con los capisayos canonicales. ¡Cuántas veces no habremos oído las burlas crueles de tantos exponentes del llamado “cristianismo de base” a costa de los pobres canónigos a la antigua, que, contra viento y marea, prestaban su servicio en la catedral, manteniendo el culto oficial de la Iglesia, confesando a los penitentes, rodeando al Sr. Arzobispo en las grandes ocasiones!

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23.07.09

De la conquista de la luna al horror de la maldad

Los años Sesenta entre ilusión y desengaño

El cuadragésimo aniversario de la llegada del Hombre a la Luna nos da pie a una reflexión sobre una época efervescente como pocas en la Historia y que se vivió como un período de optimismo, de cambio, de euforia…: los años Sesenta.

Hacía tres lustros que el mundo había salido de una guerra particularmente mortífera y en la que se había colmado la medida del horror. Durante ese tiempo se había tenido que reconstruir prácticamente todo. Europa, privada de su antigua hegemonía, se había dislocado en dos bloques: el occidental y el comunista y esa división iba a exportarse a escala planetaria. La Revolución China y la Guerra de Corea mostraron lo precario que era el orden salido de la Carta de las Naciones Unidas de 1945. Los Estados Unidos se irguieron definitivamente como la potencia indiscutible del llamado mundo libre y como su gendarme contra la ambición soviética de expandir el comunismo por todas partes. Sobre la humanidad se cernía el fantasma atómico que había hecho ya su aparición exterminadora como jinete apocalíptico en Hiroshima y Nagasaki. Todo el orbe se sentía pendiente de un hilo, el que conectaba el mítico botón rojo con el mecanismo que debía poner en marcha el holocausto nuclear.

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9.07.09

Un hombre sin dobleces

El 19 de junio pasado moría en su amada India Vicente Ferrer, un buen hombre, un varón justo para utilizar el lenguaje de la Biblia. A sus 89 años podía mirar con satisfacción hacia atrás y ver que el surco que había labrado medio siglo antes se había convertido en una obra floreciente y consolidada, que está considerada como uno de los mejores ejemplos de organización y eficacia. Quien entre en la página web de la fundación Vicente Ferrer se percatará de su envergadura.

Triste fue que a las exequias de este español y catalán universal no asistieran representantes de nuestra clase política. Resulta especialmente chocante la ausencia de todos aquellos que ostentan la catalanidad. Extraña particularmente la de un caballero cristiano como es Duran i Lleida. En cuanto a la de ERC, IC y el PSOE, tendrán que explicar cómo es que cuando se trata de pagarse viajes de turismo a Tierra Santa para burlarse de los símbolos del cristianismo hay tiempo y dinero, mientras que para ir a rendir el último homenaje a una persona que se ha pasado la vida haciendo el bien entonces todo son excusas para escurrirse de esta que nos parece una obligación moral.

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