No conozco personalmente a la Sra. Mª José Martínez Lapeña, tampoco lleva demasiado tiempo como delegada diocesana de Pastoral de la Salud como para poder hacer un juicio objetivo, pero he recibido su primera carta como delegada, lo que me ha motivado a escribir estas reflexiones:

1.- La carta contiene una felicitación de Navidad y un texto en el que se desean felices fiestas, pero es que la carta en cuestión la he recibido el 8 de enero, es decir pasadas ya todas las fiestas navideñas, no me sirve como excusa que el correo va muy mal, porque el resto de las felicitaciones las he recibido todas puntualmente antes del 25 de diciembre. Espero que este detalle no sea un anticipo de una forma de trabajar y de funcionar esta delegación, algo que se produce en otras actuaciones de n.s.b.a. arzobispo y de sus colaboradores, en las que se actúa TARDE y MAL.

2.-La felicitación navideña incluye un texto de Mahatma Gandhi, y yo me pregunto: ¿No hay suficientes textos bíblicos y reflexiones cristianas sobre la Navidad, que toda una delegación episcopal, nos tienen que poner un texto de una persona de otra religión sin ninguna referencia al nacimiento de Cristo? No tengo nada contra Gandhi, al contrario, como ya han hecho los buenos amigos de hazteoir.org, sabiendo que es un personaje que tiene mucha tirada entre los no creyentes, lo pongo muchas veces como ejemplo de alguien que estaba radicalmente en contra del crimen del ABORTO, pero de aquí a ponerlo en la felicitación oficial de una delegación diocesana…

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El pasado lunes se celebró en el edificio del Seminario Conciliar de Barcelona la Jornada Sacerdotal del clero de las diócesis de Barcelona, Terrassa y Sant Feliu, de la que no pude participar por encontrarme ese día lejos de la ciudad, aunque sinceramente tengo que decir que aunque hubiera estado, probablemente no habría ido, primero porque no me provoca mucho interés ir a escuchar al Rvdo. Salvador Pié y segundo porque no entiendo la falta de coordinación entre los obispos que te convocan a una Jornada Sacerdotal en Barcelona (para la Provincia Eclesiástica Barcelonense) y en el mismo mes otra en Tarragona (Para las Provincias Eclesiásticas Tarraconense y Barcelonense).

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El espectáculo montado por n.s.b.a. cardenal Martínez Sistach, intentando boicotear el acto de la Plaza de Colón de Madrid debe calificarse como “inocentada”, porque no pueden hacerse las cosas peor, ni pueden obtenerse unos resultados más ridículos.

Su intento de plantar cara a Don Antonio Maria Rouco liderando junto al otro cardenal “perdedor” español (Don Carlos Amigo), ha sido un desastre. El acto de Madrid volvió a ser un éxito, y el cardenal de Madrid se sintió arropado por una buena parte de los arzobispos y obispos españoles y por miles y miles de fieles católicos hasta el punto que medios de comunicación de izquierdas hablaban de un millón de asistentes.

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Hace ya algún tiempo participé en la residencia sacerdotal de San José Oriol, en el entierro de un buen sacerdote, un hombre piadoso y preocupado por sus almas, me entristeció el panorama. Tanto bien que había hecho y probablemente nadie se enteró de su entierro, que por cierto fue bastante frío y sin la presencia de n.s.b.a. cardenal Sistach, ni del entonces obispo auxiliar Don Joan Carrera. Por lo que he oído ese es el triste destino de la mayoría de los buenos sacerdotes de nuestra diócesis.

Después de ver como fue el entierro del Rvdo. Joan Alemany el pasado 13 de diciembre me doy cuenta que hay entierros de primera y de segunda categoría. Y el del Rvdo. Alemany fue claramente de primera: en la parroquia de donde fue párroco, bajo la presidencia de las máximas autoridades del nacionalismo eclesial catalán: el expresidente Jordi Pujol y el cardenal Martinez Sistach que fue quien presidió el sepelio, al que asistieron multitud de fieles gracias al gran despliegue mediático para anunciar a todo el mundo el lugar y hora de la ceremonia.

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En el último retiro de Adviento que n.s.b.a cardenal Martínez Sistach nos impartió a los sacerdotes de nuestra diócesis, el arzobispo recordó a los presentes que debían impartir “correctamente” el sacramento de la penitencia estos días. Pero no dio ninguna explicación más, para clarificar que es lo correcto y que es lo incorrecto. Es por ello que al salir de dicho retiro escuché a dos sacerdotes de los más “progresistas” como comentaban entre ellos: “Nosotros celebramos el sacramento de la Penitencia CORRECTAMENTE”, se referían a la celebración que ellos hacen, con absoluciones colectivas o sin especificación de los pecados. Queda claro que las palabras de su eminencia no sirvieron absolutamente para nada, y es que el cardenal sabe perfectamente que jugando con esas ambigüedades, intentando no quedar mal ni con los unos ni con los otros, el descontrol sigue reinando en la diócesis. De esta manera nuestro cardenal cree quedar bien ante Roma diciendo que él ha dicho públicamente que debe celebrarse correctamente el sacramento, y a la vez queda bien con sus sacerdotes “progresistas” porque no se dan en absoluto por aludidos.

Pasados unos días del retiro de adviento me he decidido a hacer la siguiente encuesta, he cogido al azar diez de las parroquias que celebraban absoluciones colectivas y que aparecieron en “De Bello Pallico” (de las muchas que salían en la lista) y con la ayuda de un par de seglares hemos ido comprobando una a una si continuaban celebrando el sacramento de la penitencia en contra de las normas, a pesar de las palabras del cardenal. El resultado ha sido espectacular, 10 de 10, es decir el 100% de la encuesta no se ha sentido aludido y siguen celebrando incorrectamente el sacramento del perdón de Dios.

¿Qué va a hacer ante ello nuestro cardenal? Pues por supuesto nada. Como siempre nada. Le preocupa mucho lo que digamos en Germinans Germinabit, pero no está dispuesto a ceder un milímetro si eso significa ponerse en contra a los que amargaron el pontificado de Don Ricardo Carles.

Por otra parte he hecho otra comprobación he llamado a dos compañeros sacerdotes de la diócesis de Sant Feliu de Llobregat y les he preguntado, como ha reaccionado el clero, después de la carta que envió el obispo Don Agustín el año pasado a cada sacerdote en que de manera explícita decía que es lo que se podía hacer y lo que no se podía hacer en el sacramento de la penitencia, instando de una forma clara a cumplir con las normas de la Iglesia, pues mi agradable sorpresa fue que me dijeron que muchos sacerdotes habían empezado a cambiar la forma de celebrar el sacramento de la penitencia, eso sí, algunos de mala gana o a regañadientes, pero han visto que el obispo este tema lo tenía claro y han decidido actuar en consonancia.

Esto es lo que va de un obispo a otro, de una diócesis a otra (ya no hablo de Terrassa, porque mayoritariamente se celebra correctamente este sacramento), la realidad social y eclesial es la misma, pero en un sitio hay un obispo con las ideas claras y en otro un obispo que ambiguamente no quiere crearse enemigos, a costa del lamentable hundimiento de nuestra amada diócesis.

Antoninus Pius

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