El anuncio de la beatificación de 22 mártires que fueron fusilados en Paracuellos del Jarama, en el año 1936 por odio a la fe, ha puesto en guardia a los detractores del obispo mártir de Barcelona Don Manuel Irurita Almándoz, que quieren evitar por todos los medios que algún día también sea beatificado. El nacionalprogresismo eclesial nunca ha podido contemplar la posibilidad de beatificación de alguien tan contrario a sus ideas, algo parecido a lo que sucedería si de aquí unas decadas se pidiera por ejemplo la beatificación de su sucesor Don Marcelo González, que también fue mártir en vida, odiado y expulsado de Barcelona por no comulgar ni con el nacionalismo ni con el progresismo.
Don Manuel Irurita no sólo no era catalán, sino que se sentía próximo a las ideas del tradicionalismo carlista, algo imperdonable para los nacionalprogresistas que tienen como modelo y ejemplo de obispo de aquella época a Don Francesc Vidal i Barraquer, cardenal-arzobispo de Tarragona, que después de ser detenido y a punto de ser fusilado por los enemigos de la Iglesia salvó su vida in extremis gracias al apoyo de la Generalitat de Catalunya (entonces de Esquerra Republicana de Catalunya). Posteriormente el arzobispo Vidal i Barraquer se negó a firmar la declaración conjunta de los obispos españoles a favor del Alzamiento Nacional, motivo por el que no pudo regresar a Cataluña y se convirtió en un heroe del nacionalismo catalán.
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