Lérida, ¿cismática? (I)
“Al igual que un niño introduce su mano en un frasco de dulces de abertura estrecha, y tantas coge, de tal modo que luego le es imposible sacarla, viéndose precisado, entre lágrimas, a soltar la mayor parte para conseguirlo. Tú eres ese niño; deseas mucho y no puedes obtenerlo; desea menos, modera tu ambición y verás colmados tus deseos” (Epícteto)
Con temor y temblor inicio mi modesta colaboración con “Germinans germinabit", en la sección “Décima hora", que expresa la esperanza de saber que para el Señor, los trabajadores de la hora décima de la parábola de los viñadores, son recompensados con la misma generosidad que los de la primera hora. Y alude a la sentencia latina “decima hora amicos plures quam prima invenit”; esto es, se encuentran más amigos en la última hora que en la primera.
El tema que me propongo desarrollar en posteriores columnas, a las que la presente sirve de preámbulo, es el de los conflictos a que ha dado lugar y los que, previsiblemente se avecinan como consecuencia del comportamiento de Mons. Ciuraneta, obispo emérito de Lérida, renuente a dar cumplimiento a los requerimientos de los organismos competentes del Vaticano, en orden a la devolución de unos bienes que retenía en su poder a las parroquias aragonesas que son sus propietarias legítimas. Una situación de rebeldía que le puso materialmente en situación de cisma, cuya declaración formal habría conllevado su excomunión. Situación de la que existe algún precedente, que le fue evitada aceptándole la renuncia por enfermedad, lo que contrasta flagrantemente con el comportamiento de la Santa Sede para con fray José Gómez, quien a pesar de estar gravísimamente enfermo, fue obligado a continuar como Obispo de Lugo hasta su fallecimiento.