Un guionista llamado Juliana
Juliana, el estereotipador
Había una vez un joven periodista que vivía en una linda ciudad a las orillas de un hermoso mar. Esta bonita población, Badalona, tenía, encaramado a la montaña y a poca distancia, un gran y pacífico monasterio donde vivían unos honrados religiosos dedicados a la oración y el trabajo. Habían hecho voto de silencio. El joven periodista había oído hablar de este recoleto paraje y de estos laboriosos ermitaños que vivían en pequeños eremitorios independientes unos junto a los otros. Interesado por escribir un reportaje sobre ellos, “va fer mans i mànigues” (movió cielo y tierra) para encontrar un contacto que le permitiera franquear su impenetrable muro. Un mundo de ermitaños que querían vivir apartados del mundanal ruido, pues, como dijo el poeta, habían escogido la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en este mundo han sido.