22.08.10

6.08.10

In Transfiguratione Domini Nostri Iesu Christi

De tal modo manifiesta el Señor su Gloria ante los testigos elegidos y con tal resplandor hace brillar esa forma corporal que le es común con los demás mortales, que asmeja su rostro el fulgor del sol e iguala el vestido la blancura de la nieve. Con esta transfiguración pretendía especialmente sustraer el corazón de sus discípulos al escándalo de la cruz y evitar que la voluntaria ignominia de su pasión hiciese flaquear la fe de los que iban a ser testigos de la excelencia de su divinidad oculta. Fundamentábase también, con no mejor providencia, la esperanza de la santa Iglesia, pues reconocería en la transfiguración del Cuerpo místico de Cristo la transformación con que iba a ser agraciado, ya que puede prometerse cada miembro participar de la gloria que con anterioridad resplandece en la Cabeza.

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Para tranquilidad de las «Gárgolas» y los «arbotantes», la Virgen de Regla irá a Madrid.

Como no podía ser de otra forma, porque si no estuvo preparado ex profeso poco le faltó, la Virgen de Regla de la hermandad de los Panaderos irá a Madrid para participar en el Vía Crucis de las JMJ. Como ha sido decisión de los hermanos que votaron – y si alguien está en contra y no fue al Cabildo porque no le dio la gana, que beba agua -, no hay nada que decir. Porque tan respetable es asistir al Via Crucis como no, aunque personalmente yo hubiera preferido que la Virgen se quedara en Sevilla. En definitiva, que se tome la decisión que se tome, no será uno más católico. Ni menos.

Aunque parezca lo contrario.

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5.08.10

Quemadmodum desiderat cervus ad fontes (y III)

13 [v.8]. Un abismo llama a otro abismo con el sonido de tus cataratas. Quizá podré terminar el salmo ayudado por vuestro deseo, pues advierto vuestro interés. No me preocupo gran cosa de la fatiga que sintáis al oír, puesto que a mí que os hablo me veis también esforzarme en este trabajo. Viéndome cómo trabajo, sin duda colaboráis, pues no trabajo para mí, sino para vosotros. Luego oíd, pues veo que lo deseáis. El abismo llama al abismo con el sonido de tus cataratas. Aquel que dijo a Dios que se acordó de él desde la tierra del Jordán y del Hermón, dijo también admirándose: Un abismo llama a otro abismo con el sonido de tus cataratas. ¿Qué abismo llama? ¿A qué abismo invoca? Ciertamente que este conocimiento es un abismo. Pues abismo es cierta profundidad impenetrable e incomprensible. De modo particular suele llamarse abismo a la inmensidad de las aguas. En ellas hay hondura y profundidad, de tal suerte que no puede llegarse hasta el fondo. En efecto, en un salmo se dijo: Tus juicios son como profundo abismo. La Escritura quiere recordar por esto que los juicios de Dios son incomprensibles. ¿Cuál es el abismo que llama a otro abismo? Si la profundidad es un abismo, ¿juzgaremos que el corazón del hombre no es un abismo? ¿Qué cosa hay más profunda que este abismo? Podemos hablar a los hombres, podemos verlos en el ejercicio de sus miembros y oírles en la conversación; pero ¿quién penetra en su pensamiento, quién ve su corazón? ¿Quién conoce lo que lleva dentro, lo que puede, lo que hace en su interior, lo que ordena, lo que quiere y no quiere en su corazón? Creo entender, no sin razón, que el hombre es el abismo del que se dijo en otro lugar: Se aproxima el hombre al corazón profundo y Dios es exaltado. Si el hombre es un abismo, ¿cómo un abismo llama a otro abismo? ¿El hombre invoca a otro hombre? ¿Pero le invoca al estilo como Dios es invocado? No. Invoca significa llamar hacia sí. Se dice de un hombre que invoca a la muerte; es decir, que vive de tal manera, que llama hacia sí a la muerte. Nadie hay que orando pida la muerte; pero, viviendo mal, los hombres llaman a la muerte. Un abismo llama a otro abismo, un hombre a otro hombre. Así se aprende la sabiduría, así se comprende la fe llamando un abismo a otro abismo. Los santos predicadores de la palabra de Dios invocan a un abismo. ¿Acaso no son ellos también un abismo? Para que sepáis que también son ellos un abismo, dice el Apóstol: En nada tengo el ser juzgado por vosotros o en dia de audiencia humana. Oídle más claro cuan grande sea este abismo: Ni yo me juzgo a mi mismo. ¿Creéis que hay tanta profundidad en el hombre que se oculte al mismo hombre en el cual existe? ¡Qué inmensa profundidad de flaqueza se ocultaba en Pedro cuando, ignorando qué había en su interior, prometía temerariamente que había de morir por el Señor o con el Señor! ¡Qué profundísimo abismo había en él! Sin embargo, este abismo estaba patente a los ojos de Dios. Porque Cristo le predice lo que Pedro en sí mismo ignoraba. Luego todo hombre, aunque sea santo, aunque sea justo, aunque se halle adelantadísimo en la virtud, es un abismo; y un abismo que invoca a otro abismo cuando anuncia al hombre la fe o la verdad en torno a la vida eterna. Pero es útil el abismo al abismo invocado cuando esta invocación o llamamiento se ejecuta “por la voz de tus cataratas". Un abismo invoca a otro abismo, un hombre gana o conquista a otro hombre; mas no con su voz, sino con la voz de tus cataratas.

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