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13.01.11

Cuá, cuá, cantaba la rana

Sigo la lectura del libro que me trajeron los Reyes Magos, El Apokalypsis de San Juan, del reverendo padre Leonardo Castellani, del cual les traigo otro fragmento.

¿Todavía no lo han leído? ¿Y a qué esperan? Castellani, junto a Gómez Dávila, han sido un hallazgo imponderable. Al menos para mí.

Ya callo. Que hable Castellani.

Y vi de la boda del Dragón
Y de la boca de la Fiera
Y la boca del Pseudoprofeta
Tres espíritus sucios
A modo de Ranas -
Son espíritus demoníacos
Que hacen prodigios -
Y proceden hacia los Reyes
De toda la tierra
Para rejuntarlos
Para la Granguerra
Del día del Dios Omnipotente -.

Las Tres Rnas del Apokalypsis han hecho sudar el quilo y romperse el mate a los intérpretes; mas los Santos Padre, casi todos han visto en ellas herejías; las últimas y novísimas. Son el liberalismo, el comunismo y el aloguismo o modernismo.

El texto no dice «tres demonios», como tampoco congruye con el salir con el salir dos dellos de boca de dos hombres: el texto dice «espíritus», palabra que designa también un movimiento, una ideología o una teología, en todas las lenguas.

Los Doctores nombraron las herejías que tenían ellos ante los ojos, que naturalmente creían las peores posibles; San Agustín: los arrianos, pelagianos y donatistas; Belarmino: Lutero, Zwinglio y Calvino; y así otros. Yo hago lo mismo. Y puedo equivocarme como ellos. Pero me parece esta vez va de veras.

Se parecen a ranas, animal viscosos y lascivo, oculto y fangoso, vocinglero y aburridor, que repite sin cesar su croar monótono:

Cuá, cuá, cantaba la rana
Cuá, cuá, debajo del río
La democracia, cuá, cuá,
Justicia social, cuá, cuá,
Y la Humanidad, cuá, cuá,
Canta el diabólico trío.

Esta herejía política, difusa hoy en todo el mundo, que aún no tiene nombre y cuando lo tenga no será el propio suyo, que Newman el siglo pasado llamó «liberalismo religioso» - y por cierto vio en ella, como yo ahora, presagios del Anticristo – que San Pío X llamó «modernismo», y Belloc «aloguismo», es el viejo naturalismo religioso que remonta a Rousseau y los Enciclopedistas; y en su raíz, si se quiere, al presbítero belga Baius (Michel Bay)… la cual es en su fondo la idolatría del Hombre, o de la Humanidad, el peor error posible, atribuido por San Pablo al A’nomos, como vimos. Mucho he escrito acerca della, me resumiré aquí. Consiste en una adulteración sutil del Cristianismo, al cual vacía de su contenido sobrenatural dejando la huera corteza, la cual rellena de inmediato «el espíritu que ama los sitios sucios y los lugares vacantes» con el antiguo «Seréis como dioses». Josef Pieper observó con justeza que el dicho la Religión es cosa privada y al Estado no le interesa, lema del liberalismo, comporta nombrar Dios al Estado, poniéndolo por encima del Dios … privado. Es la estatolatría, tan vieja como el mundo, o por lo menos, como los Césares romanos, proclamada ahora abiertamente por Hegel: la asoración de la Nación, creación del hombre, «la más alta obra del intelecto práctico», dice Santo Tomás; el cual añade, refiriéndose al antiguo Culto de los Césares, que si el hombre deja de adorar a Dios, cae a adorar al Estado – a su nación, a su raza, a su «Ciencia», a su «Estética», a su poder bélico, a la «Libertad», a la «Constitución» - y a la Diosa Razón; a cuyas tres últimas deidades tributó culto la Revolución Francesa; aunque era a Robespierre en el fondo, que estaba allí detrás de las prostitutas enjaezadas de seda y oro sacerdotales, a quien subía el humo del incienso: al «Irreprochable». Exactamente como ha de suceder con la Fiera.

Precisamente Newman resolvió una empedernida dificultad que hay en San Pablo acerca de la Fiera con este ejemplo de la Francesada, como la llamaron los españoles. San Pablo dice a una mano que A’nomos «perseguirá todo lo que sea Dios o culto»; y a otra mano, que pretenderá «hacerse adorar como Dios»; lo cual parece contradictorio, pues algún culto tiene que subsistir para que el César sacrílego pueda injertarse en él. Mas esta contradicción aconteció de hecho en aquel delirio de la Terreur de 1794: persiguieron todas las religiones, hicieron proclamar públicamente a un desdichado obispo que «Dios no existía», profanaron y vaciaron las Iglesias; y después quisieron meter adentro dellas «ídolos sin sustancia, hechos de las sobras de sus adjetivos», representados por mujeres dudosas que en realidad representaban a los «héroes» y «mártires» (como Marat) de la Libertad, la Constitución y la deificada Razón; y nominalmente, al «Irreprochable».

En eso se le parecerá también el Anticristo, que también se mostrará al mundo «irreprochable»

3.01.11

Se rompe el tabú Dossetti

Les aconsejo a mis queridos lectores que lean el artículo del vaticanista Sandro Magister en torno al libro del historiador católico Roberto de Mattei, en las que se pone negro sobre blanco las maquinaciones de Giuseppe Dossetti (1919-1996, en la foto), que fue perito del cardenal Giacomo Lercaro, arzobispo de Boloña.

Dice Magister:

Como perito conciliar, Dossetti usufructuó sus habilidades. El 10 de noviembre de 1962, otro célebre perito, el teólogo dominico Marie-Dominique Chenu, anotó en su diario esta frase de Dossetti: “La batalla eficaz se juega en el procedimiento. Es siempre por esta vía que he vencido".

Su apogeo fue en 1963, en la segunda sesión del Concilio, cuando durante algunos meses Dossetti actuó de hecho como secretario de los cuatro cardenales “moderadores", uno de los cuales era Lercaro, convirtiéndose en el sostén de todo la estructura.

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2.01.11

Louis Bouyer: Santo Tomás Moro y el clericalismo del cardenal Gasquet

Hay que subrayar, finalmente, que nos ofrece, en nuestra Iglesia posterior al Vaticano II así como en su Iglesia anterior a Trento, el ejemplo perfecto del laico consciente de su lugar en la Iglesia de los derechos inseparables de las obligaciones que dicho lugar implica. En cierta ocasión le preguntaron al cardenal Gasquet cuál era la posición de los laicos en la Iglesia católica de su tiempo. Y respondió: «¿Los laicos? ¿Su posición? De ordinario deben permanecer de rodillas; pero pueden ponerse en pie para el Evangelio. Sin embargo, es necesario que conserven su mano junto al portamonedas».

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29.12.10

El signo de la Iglesia es siempre el signo de la sangre

Mi pueblo ha estado siete años privado de mi presencia,
siete años de miseria y dolor.
Siete años he mendigado la caridad extranjera,
languideciendo en el Continente. Siete años no es un breve periodo.
Jamás podré recuperar esos años.
Jamás, no os quepa duda,
se extenderá el mar entre el pastor y el rebaño.

No soy yo quien insulta al rey.
Alguien está más alto que yo o el rey.
No es Becket de Cheapside,
no soy yo, Becket, contra quien lucháis.
No es Becket quien pronuncia el anatema,
Sino la ley de la Iglesia de Cristo, el juicio de Roma.

Me creéis temerario, desesperado y loco.
Razonáis según los resultados, como hace el mundo
para afirmar si tal acción es buena o mala.
Pero diferís el hecho. Para cada vida y cada acto
se puede mostrar la consecuencia de lo bueno y lo malo,
y con el tiempo se mezclan los efectos de distintas acciones.
También de igual forma se confunden al fin lo bueno y lo malo.
No es el tiempo en que será conocida mi muerte.
Fuera del tiempo ha sido tomada mi decisión,
si llamáis decisión
a lo que todo mi ser da completo consentimiento.
Entrego mi vida
a la Ley de mi Dios, por encima de la Ley del Hombre.
¡Desatrancad la puerta! ¡Desatrancad la puerta!
No estamos aquí para triunfar con la lucha, la estratagema o la resistencia.
Ni luchar con bestias, como hombres. Con la bestia luchamos ya
y fue conquistada. Sólo podemos conquistar
ahora con el sufrimiento. Es la victoria más fácil.
Ahora es cuando llega el triunfo de la Cruz. Ahora
abrid la puerta. ¡Lo mando! ¡ABRID LA PUERTA!

Aquí estoy.
No soy traidor al rey. Soy sacerdote.
Un cristiano salvado por la sangre de Cristo,
dispuesto a sufrir con mi sangre.
El signo de la Iglesia es siempre
el signo de la sangre. Sangre por sangre.
Su sangre fue dada para rescatar mi vida,
mi sangre es dada en pago de su muerte.
Mi muerte por su muerte.

Por mi Señor estoy dispuesto ahora a morir,
Para que su Iglesia tenga paz y libertad.

T.S. Eliot. Asesinato en la Catedra. Ed. Encuentro.

Hoy es la festividad de Santo Tomás Becket.

Oremos por nuestros obispos para que, siguiendo el ejemplo de Santo Tomás, sean testigos de Cristo.

Antes: Rorate Caeli

28.12.10

Los Santos Inocentes, mártires

¡Oh Dios!, cuyo testimonio dieron en este día los Inocentes Mártires, no hablando sino muriendo, mortifica en nosotros todas las malas pasiones, para que profesemos con nuestras costumbres la fe que confiesa nuestra lengua.

Así dice la oración colecta de la Misa del día de los Santos Inocentes, mártires.

La matanza de los niños de Belén por el rey Herodes es un testimonio de la realeza de Cristo. A este Dios – Rey, confiesan los inocentes de Belén con su muerte, no con su lengua, porque «eran de dos años para abajo», sino con su muerte.

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