En memoria de los santos apóstoles y mártires,
de la gloriosa siempre Virgen María,
de Zacarías, Juan, los Inocentes, Esteban,
Pedro y Pablo, Juan, Santiago, Andrés,
Acisclo, Torcuato, Fructuoso,
Félix, Vicente, Eulogio, Justo y Pastor,
Justa y Rufina, Eulalia, la otra Eulalia, Leocadia.
Esta es una de las oraciones que conforman la «oración entre los dípticos», del rito Hispano Mozárabe que se sigue en Toledo. En esta intercesión solemne que se pide a los santos, aparecen las Santas Justa y Rufina, gloria del martirologio sevillano.
Junta y Rufina eran hermanas, nacidas en el siglo III en el barrio de Triana. Dice la tradición que eran alfareras, cristianas pías.
Regía los destinos del Imperio Diocleciano, cuando durante la procesión de la diosa Salambó por las calles de la Sevilla romana, se acercaron los idólatras a casa de Justa y Rufina a pedirle dineros para el culto. Las hermanas se negaron y se rebelaron, arremetiendo contra la efigie, que se hizo añicos contra el suelo. Hoy serían tachadas de fundamentalistas.
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