Españoles, Franco ha muerto, ¿o no?
Sí, murió hace treinta y seis años, aunque parezca mentira. Y si ayer eran los padres los que vivieron a las ubres del Caudillo, hoy son los hijos los que siguen agarrados a las tetas del Estado.
Sinceramente, Franco es un chollo. Si no existiera habría que explicarlo. ¿Cómo se explica entonces que la Junta de Andalucía apruebe una medida que regalará 1.800 pavos a las mujeres que juren haber sido represaliadas por el franquismo? ¡Anda que no!
Ya se sabe, el dinero del Estado no es de nadie. Por eso Griñán, Pepe para los colegas, después de llevar una vida denodada de lucha contra el franquismo a favor de las libertades – concepto éste discutido y discutible, porque, ¿no tenía más libertad el nasciturus en el régimen anterior que en el sacrosanto régimen democrático? -, regala la pasta que no es de nadie, vamos que no es suya sino de los lerdos que se parten el lomo currando.
Y es que los socialistos son así. Instalados en el machito durante el régimen anterior, instalados en el machito en el régimen actual. Y mientras la afición, esto es el pueblo, llorando, pero callado y sin protestar, y los empresarios, subvencionados, porque ya se sabe el que se mueve no sale en la foto y peligra la vida del artista.
Franco murió, pero ¿a quién lo importa? Lo importante es seguir hablando de él y que la gente viva de él, sino directamente al menos por la subvención. Mientras el Estado hace su labor de lavadora, porque es lo mejor - o más bien lo único – que sabe hacer, y no hay cerebro que aguante una centrifugación.
A Franco muerto, Griñán puesto.
Y la rueda sigue girando.