Fellay: una especie de nueva piel
El 9 de Enero del pasado año, el Romano Pontífice Benedicto XVI, «benignamente, con solicitud pastoral y paterna misericordia», levantaba la pena de excomunión que pesaba sobre los cuatro obispos ordenados por Monseñor Marcel Lefebvre. No mucho después, el Santo Padre sorprendía con una carta tremenda, en la que respondía desde el corazón, a la destemplada acogida que se había hecho del levantamiento de las excomuniones. En la misma el Papa se preguntaba:
¿Era necesaria tal iniciativa? ¿Constituía realmente una prioridad? ¿No hay cosas mucho más importantes?
A lo que respondía:
Conducir a los hombres hacia Dios, hacia el Dios que habla en la Biblia: Ésta es la prioridad suprema y fundamental de la Iglesia y del Sucesor de Pedro en este tiempo. De esto se deriva, como consecuencia lógica, que debemos tener muy presente la unidad de los creyentes. En efecto, su discordia, su contraposición interna, pone en duda la credibilidad de su hablar de Dios. (…) Por tanto, si el compromiso laborioso por la fe, por la esperanza y el amor en el mundo es en estos momentos (y, de modos diversos, siempre) la auténtica prioridad para la Iglesia, entonces también forman parte de ella las reconciliaciones pequeñas y medianas.
(…)
Yo mismo he visto en los años posteriores a 1988 cómo, mediante el regreso de comunidades separadas anteriormente de Roma, ha cambiado su clima interior; cómo el regreso a la gran y amplia Iglesia común ha hecho superar posiciones unilaterales y ablandado rigideces, de modo que luego han surgido fuerzas positivas para el conjunto. ¿Puede dejarnos totalmente indiferentes una comunidad en la cual hay 491 sacerdotes, 215 seminaristas, 6 seminarios, 88 escuelas, 2 institutos universitarios, 117 hermanos, 164 hermanas y millares de fieles? ¿Debemos realmente dejarlos tranquilamente ir a la deriva lejos de la Iglesia? Pienso por ejemplo en los 491 sacerdotes. No podemos conocer la trama de sus motivaciones. Sin embargo, creo que no se hubieran decidido por el sacerdocio si, junto a varios elementos distorsionados y enfermos, no existiera el amor por Cristo y la voluntad de anunciarlo y, con Él, al Dios vivo. ¿Podemos simplemente excluirlos, como representantes de un grupo marginal radical, de la búsqueda de la reconciliación y de la unidad? ¿Qué será de ellos luego?
Ciertamente, desde hace mucho tiempo y después una y otra vez, en esta ocasión concreta hemos escuchado de representantes de esa comunidad muchas cosas fuera de tono: soberbia y presunción, obcecaciones sobre unilateralismos, etc. Por amor a la verdad, debo añadir que he recibido también una serie de impresionantes testimonios de gratitud, en los cuales se percibía una apertura de los corazones. ¿Acaso no debe la gran Iglesia permitirse ser también generosa, siendo consciente de la envergadura que posee; en la certeza de la promesa que le ha sido confiada? ¿No debemos como buenos educadores ser capaces también de dejar de fijarnos en diversas cosas no buenas y apresurarnos a salir fuera de las estrecheces? ¿Y acaso no debemos admitir que también en el ámbito eclesial se ha dado alguna salida de tono? A veces se tiene la impresión de que nuestra sociedad tenga necesidad de un grupo al menos con el cual no tener tolerancia alguna; contra el cual pueda tranquilamente arremeter con odio. Y si alguno intenta acercársele –en este caso el Papa- también él pierde el derecho a la tolerancia y puede también ser tratado con odio, sin temor ni reservas.
En fechas recientes, Monseñor Fellay hacía unas declaraciones muy interesantes, en las que mostraba su sorpresa por la conferencia dictada por Monseñor Guido Pozzo en el seminario de la FSSP y en la que se establecía la continuidad doctrinal entre el Vaticano II y la Tradición. De igual modo, señalaba Fellay, que la presentación que se estaba haciendo del Vaticano II estaba en abierto contraste con la visión que se ha ofrecido del mismo en los últimos cuarenta años. En concreto, las palabras de Fellay son las siguientes:
En una reciente conferencia en el seminario de la Fraternidad San Pedro(1) Mons. Guido Pozzo, secretario de la Comisión Ecclesia Dei, se esfuerza en dar una prueba de continuidad doctrinal entre Vaticano II y la Tradición. Cita con este fin la cuestión del subsistit in y la del ecumenismo. Esos ejemplos le parecen convincentes?
Yo no diría convincentes, sino sorprendentes. Esta conferencia es la aplicación muy lógica de los principios enunciados en diciembre de 2005 por Benedicto XVI. Y nos ofrece una presentación del ecumenismo bastante diferente de lo que hemos escuchado durante cuarenta años…, una presentación mezclada con los principios eternos sobre la unicidad de la Iglesia y su perfección única, sobre la exclusividad de la salvación. Claramente se ve un intento de salvar la enseñanza de siempre y al mismo tiempo un Concilio reconsiderado bajo una luz tradicional. La mezcla, aunque interesante, deja todavía abiertas cuestiones de lógica sobre el rol que juegan las otras confesiones cristianas… llamadas hasta Pío XII inclusive, las “falsas religiones”. Se atreverán, en algún momento, a utilizar nuevamente ese término?
Mons. Pozzo propone en su larga conclusión un Concilio Vaticano II revisado –sino corregido –, denunciando el relativismo, un cierto “pastoralismo”, una especie de “dialoguismo” excesivo… Piensa Ud. que esta presentación es capaz de llegar a la unanimidad en Roma y en las diócesis? Cómo juzga Ud. esta versión revisada del Concilio?
Es interesante en el sentido de que se nos presenta un nuevo Vaticano II, un concilio que de hecho nunca hemos conocido, y que se distingue del que ha sido presentado durante los últimos cuarenta años. Una especie de nueva piel! Es interesante sobre todo porque la tendencia ultra-moderna es condenada bastante fuertemente. Se nos presente una especie de concilio moderado o calmado. Queda, sin embargo, la cuestión de la recepción de esta fórmula nueva, ciertamente juzgada como demasiado tradicional por los modernos y no suficientemente tradicional por nosotros. Digamos que una buena parte de nuestros ataques se ve justificada, une buena parte de lo que condenamos es condenado. Pero si se condenan ciertas cosas, la divergencia sigue siendo grande sobre las causas. Ya que, en fin, si una desorientación tal a cerca del concilio ha sido posible, y en tal escala, y con tal amplitud…, es necesaria una causa proporcionada! Si se comprueba semejante divergencia de interpretación a propósito de los textos del Concilio, habrá que concluir algún día que las deficiencias de los textos tienen su parte de culpa.
Estas palabras de Fellay liman en cierta manera las asperezas que crea el Concilio Vaticano II en la Fraternidad y, a su vez, dan motivo a pensar en una reintegración de la FSSPX en la Iglesia. No se puede afirmar que esto ocurra en un plazo en un plazo más o menos cercano. Fellay todavía tiene mucho trabajo por delante en el seno de la Fraternidad, donde algunos desearían ver al Papa de rodillas. Como todo, está en manos de Dios.
Humanamente hablando, una parte muy importante de la culpa de este proceso de vuelta de la FSSPX la tiene el Papa, que se ha mostrado en todo momento como el padre de la parábola del hijo pródigo, ofreciendo su mano al caído, consolando al dolorido y dando ejemplo al resto de sus hijos. Por otra parte, también Fellay se está mostrando solícito a la benignidad del Santo Padre; aunque no hay duda que Monseñor Fellay es consciente de la incongruencia que hay entre presentarse como un defensor de la Tradición y a su vez, en abierta y constante beligerancia contra el Papa – no está muy de acuerdo con la enseñanza de los anteriores Papas desde luego -, hay que decir que en la misma situación, otros no han respondido de la misma forma. Todos tenemos en la cabeza algún ejemplo.
Como dijo el metropolita ruso Hilarion Alfeyev, la distancia hoy en el cristianismo se encuentra entre tradicionalistas y liberales.
Oremus!
16 comentarios
En cuanto a la parábola del hijo pródigo, yo veo paralelismo en la postura del Papa, no así de la Fraternidad, cuya posición altanera dista mucho del hijo arrepentido.
Respecto a la FSSPX no veo que haya cambiado nada, su posición es la misma, ¿donde lima asperezas?, es más, explícitamente dice "Si se comprueba semejante divergencia de interpretación a propósito de los textos del Concilio, habrá que concluir algún día que las deficiencias de los textos tienen su parte de culpa."
El problema, como ya todos reconocen, es de origen doctrinal y por ello el Santo Padre ha permitido que se lleven a cabo discusiones de esta naturaleza entre teólogos de la Santa Sede y teólogos de la FSSPX. Rezo para que den buenos frutos.
Particularmente considero muy razonables las objeciones que presenta la FSSPX, sólo basta leer la encíclica Mortilium Animos de Pío XI o la encíclica Pascendi de San Pío X para darse cuenta de que existe una evidente contradicción entre lo que se decía y hacía antes y lo que se hace y dice hoy en día. Luego están los frutos de este concilio del que todos auguraban que traería una primavera para la Iglesia que ha resultado ser un largo y gélido invierno. Este gélido invierno es, en mi modesta opinión, la prueba de que algo de fundamento deben tener las tesis sostenidas por la FSSPX.
Concluyo diciendo que la FSSPX nunca han tenido intención de formar una Iglesia paralela, creen todo lo que siempre ha creido la Iglesia, reconocen al Papa y al resto de la jerarquía de la Iglesia y lo único que han hecho es objetar sobre un concilio, que no fue dogmático sino pastoral, y de todo lo que se ha derivado de ello. A pesar de esto durante décadas se ha sido más considerado con las comunidades protestantes que defienden verderas herejías que con ellos realmente católicos.
En internet se puede leer el texto de Mons. Lefebvre, "Carta abierta a los católicos perplejos" y conocer así de forma sencilla las objeciones de la FSSPX.
El libro Iota Unum del teólogo Romano Amerio también ayuda muchísimo a aclarar la transformación acaecída en la Iglesia.
http://www.disc.ua.es/~gil/iota.pdf
Arrepentidos de qué, Hermenegildo? De haber salvado ellos la Santa Misa Tridentina, cuando todos la consideraban acabada? Yo no me cuento porque tengo sólo 5 años asistiendo a las Misas de la Fraternidad, pero hay muchos héroes y heroínas que mantuvieron encendida la antorcha de la Tradición. Yo soy relativamente nuevo, despúes de sufrir repetidos abusos litúrgicos en las celebraciones novusordo.
No echaremos las campanas a vuelo. Seguiremos ultramontanos hasta que Dios lo quiera. Más vale no acuerdo que un mal acuerdo, porque hasta ahorita estamos muy limpios de escándalos, tocando madera.
Saludos.
De todas formas, la expresión utilizada, que puede ser más o menos adecuada, está unida a la existencia de dichas personas en la FSSPX. Es fácilmente comprobable dándose una vuelta por ciertos portales de internet. Por ende, su uso no puede ser independiente de la existencia de esa actitud en dichas personas. Porque si no existiese, entonces hablaríamos del octavo mandamiento, ¿no le parece?
Saludos.
Esas frases no demuestran nada, ellos siguen en contra de lo que dice el Vaticano II, sobre el ecumenismo y la libertad religiosa, las palabras de Fellay lo delatan, ellos esperan una nulidad de hecho del Vaticano II, para reintegrarse y eso NO VA A PASAR.
Saludos.
Solamente un milagro puede voltear las tornas para que haya el acuerdo, beneficioso para ambas partes. Vemos signos perturbadores de cómo el órgano oficial del Vaticano, LÓsservatore Romano, alaba y recomienda la asquerosa serie de "LOS SIMPSON´S", serie que yo les tenía prohibida a mis hijos desde hace 15 años, al constatar el grado de decadencia moral de los personajes. En las escuelas elementales otrora católicas NO SE LES PREVIENE CONTRA ESTO NI SE LES ENSEÑA LA DOCTRINA PERENNE DE LA IGLESIA.
En contraste, Tom y Jerry, Los Picapiedra, Los Sónicos, etc., sí muestran una diferencia moral y no objeto contra ellos. Pero todas esas series como Family Guy, Futurama, South Park, etc, son veneno para las almas infantiles.
Don Martín, se han rezado 19 millones de rosarios para pedir la consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María. Nada ha pasado. Yo creo que deberíamos rezarlos más bien por la conversión de la Curia Romana, empezando por su Eminencia Bertone.
“Adherimos de todo corazón y con toda nuestra alma a la Roma católica, guardiana de la fe católica y de las tradiciones necesarias para el sostenimiento de esa fe; a la Roma eterna, maestra de sabiduría y de verdad.
“Por el contrario, nos negamos y siempre nos hemos negado a seguir a la Roma de tendencia neomodernista y neoprotestante que se manifestó claramente en el Concilio Vaticano II y, después del Concilio, en todas las reformas que de él surgieron…”
Tengo que disentir y hacer precisiones en varios puntos, aunque comparto su preocupación y dolor:
1.- Hay que probar y no sólo afirmar que el Magisterio de la Iglesia niega que la Iglesia católica sea la única verdadera. No lo hace. Hay que leer la Dominus Iesus.
2.- Ninguna religión, siquiera la católica, lleva al cielo. Yo puedo ser católico a macha martillo, un campeón de la buena doctrina, y no irme al cielo. La salvación es obra de la gracia, a la que el hombre debe corresponder libremente. La gracia viene de Cristo, cabeza de la Iglesia. Y los que sin culpa de su parte (=con ignorancia invencible) no pertenecen a la Iglesia católica, se pueden salvar, no por su error religioso, sino a pesar de su error, por la rectitud de su conciencia.
3.- No me interesa defender a Von Balthasar. Va a encontrar en Internet refritos en los que se le acusa de haber sostenido esa tesis del infierno vacío, pero también encontrará a varios especialistas en el pensamiento del teólogo, que niegan que haya sostenido esa tesis. Es un tema complejo, sobre el que conviene evitar juicios temerarios o imputaciones calumniosas. En cualquier caso, la opinión de un teólogo no es Magisterio de la Iglesia.
4.- Lo que diga LOR sobre los Simpsons, con la firma de un articulista, es responsabilidad exclusiva del firmante, y en nada compromete al Magisterio de la Iglesia. Tiene tanto valor magisterial la opinión de LOR sobre los Simpsons como la del obispo Williamson sobre la película “The Sound of Music” (“La novicia rebelde”, o “Sonrisas y lágrimas”): nulo.
Y desde el punto de vista de la ortodoxia, tanto el laxismo como el rigorismo se alejan de la recta doctrina.
5.- Las revelaciones privadas no forman parte de la Revelación pública ni la sustituyen. Y eso incluye a la de Fátima. Por más devoción que yo le tenga a la Virgen de Fátima, no forma parte de la Revelación pública la consagración de Rusia. Las promesas de Cristo a la Iglesia están en la Escritura y en la Tradición; los mensajes a Sor Lucía no son Revelación pública.
6.- Pienso que es posible y deseable una regularización canónica de la FSSPX. Y no veo que haga falta milagro. Basta con la Providencia ordinaria de Dios, la gracia y la libertad humana.
Saludos.
Constitución Dominus Iesus
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