Un penoso artículo del padre Bru
Hace algún tiempo el padre Bru
comentó en el programa de Federico Jiménez Losantos, La Mañana, el libro del prolífico escritor César Vidal, Pablo de Tarso, haciendo una laudatio del mismo.
Dicho libro no se encuentra desde luego entre los mejores de César Vidal.
En el mismo, el autor da una visión luterana de San Pablo, de manera que el apóstol de los gentiles aparece como un antecesor en toda regla del esposo de Catalina Bora, fundamento cierto de todas las barbaridades que siglos después sostendría el hijo de Hans y Margarette. Además, César Vidal aprovecha la ocasión para volver a los lugares comunes que el protestantismo evangélico utiliza para justificar su doctrina, contrarios por otro lado a los que sostiene la Iglesia Católica.
Como he indicado el padre Bru puso el tal por las nubes, pecando de ignorancia; ignorancia debida, quizás, por no leer a nuestro director Luis Fernando, que si de algo sabe es del protestantismo en sus diferentes ramas. Pero, claro, es posible que Infocatólica no se encuentre entre las preferencias del padre Bru. Digo yo.
Resulta asombroso que el padre Bru, martillo de herejes y agnósticos, alabe un libro en el que se enseña doctrina protestante, más teniendo en cuenta el ascendente con el que cuenta el locutor entre sus oyentes, que seguro no todos cuentas con capacidad ni conocimiento para discernir el grano de la paja. Seguramente lo hizo con buena intención, pero debería de haber sido más prudente. Y menos ignorante.
Hoy, de nuevo, el padre Bru ha vuelto a las andadas. Esta vez no ha sido la recomendación de un libro, sino el editorial de su púlpito particular - el Espejo de la Iglesia -, en el que ha rememorado la muerte de Ignacio Ellacuría y compañeros, del cual hoy es su aniversario.
Para el padre Manuel María Bru Alonso, Ellacuría y sus colegas, parafraseando a Jn 1,39:
También “fueron y vieron” todos aquellos cristianos que sabiéndose llamados, han visto, con Dios y desde Dios, el dolor de su pueblo, las injusticias, las atrocidades, las hambrunas, el mundo de la marginación y de la insolidaridad, los infiernos de la opresión y de la miseria. Y porque han ido allí donde está, porque se han lavado los ojos de las legañas de la indiferencia y de la justificación, han denunciado y han anunciado, han cambiado sus corazones, y han compartido la vida de los pobres, les han ayudado al despertar de su dignidad, y han sido entre ellos semilla de esperanza y de paz, hasta dar la vida. Fueron y vieron, entre tantos y tantos, aquellos jesuitas de El Salvador, que a través de la Universidad Centroamericana José Simón Cañas, enseñaban a “ver y pensar”, con una “confesada opción por los pobres de quienes, -cómo el mismo rector Ignacio Ellacuría decía- aprende en su realidad y en su múltiple expresión integrante y apuntante. Se pone de parte de ellos para poder encontrar la verdad de lo que está pasando, y la verdad que entre todos debemos buscar y construir.
Quizás desconozca el padre Bru - igual que con el libro de San Pablo -, que Ignacio Ellacuría es uno de los conspicuos representantes de la Teología de la Liberación que tanto daño ha causado a la Iglesia en general y a la Iglesia de Hispanoamérica en particular. De hecho, el continente sudamericano todavía no se ha recuperado de los estragos ocasionados por dicha ideología.
A pesar de ello, Manuel María Bru Alonso no duda en colocar a Ellacuría y compañeros entre los mártires de la fe:
Hoy se cumplen 20 años de aquel día en que fueron brutalmente asesinados los jesuitas Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín Baró, Segundo Montes, Juan Ramón Moreno, Amando López, Joaquín López, y Elba y Celia Ramos. Ver y pensar, y después escribir, hablar, denunciar la injusticia, procurar la paz, fue lo que desencadeno la ira de sus asesinos. Como tantos otros miles de mártires de la Iglesia de hoy, la opción por los pobres, en el seguimiento de Jesucristo, les costo la vida.
Cosa en la que coincide, además, con Jesús Bastante: ()
Los mártires de la UCA nos siguen interpelando, tanto en el interior de la Iglesia (muchos ansían su beatificación, así como la de monseñor Romero), como hacia fuera. Y nos deben hacer pensar en los nuevos mártires, que son los de siempre: aquellos en cuyo sufrimiento encontramos el rostro del Crucificado. Los empobrecidos, los marginados, los que padecen hambre y sed. Hoy, como siempre, los mártires son los que nada tienen, y a los que a nadie importan. Recemos, agradecidos, por la memoria de Ellacuría y sus compañeros. Pero no olvidemos la memoria de tantos mártires de la Tierra.
¿Como no puede ver el padre Manuel María Bru Alonso que la verdad no se construye, como escribe Ellacuría? ¿Qué verdad sería esa? Además, no parece ser desde luego, la fe de la Iglesia la misma que la de Ellacuría, especialmente cuando concluye lo siguiente:
5. Conclusiones principales
a) Jesús no fue muerto por confusión de sus enemigos. Ni los judíos ni los romanos se confundieron, pues la acción de Jesús, pretendiendo ser primariamente un anuncio del Reino de Dios, era necesariamente una amenaza contra el orden social establecido, en cuanto estaba estructurado sobre fundamentos opuestos a los del Reino de Dios.
b) Esta conexión se funda en una necesidad histórica. Jesús no predica un Reino de Dios abstracto o puramente transterreno sino un Reino concreto, que es la contradicción de un mundo estructurado por el poder del pecado; un poder que va más allá del corazón del hombre y se convierte en pecado histórico y estructural. En estas condiciones históricas la contradicción es inevitable y la muerte de Jesús se constituye en necesidad histórica.
c) La comunidad post-pascual, aun tras la experiencia creyente de la resurrección y de la divinidad de Jesús consideró imprescindible no dejar anulado el Jesús histórico sino que le dio máxima importancia para mostrar cómo la experiencia creyente está ligada necesariamente al proseguimiento de lo que fue la vida de Jesús, muerto y crucificado por lo que representaba como oposición al mundo de su tiempo.
d) Sólo en el proseguimiento esperanzado de esa vida de Jesús, se hace posible una fe verdadera, que testifique la fuerza nueva de la resurrección. Porque Jesús ha resucitado como Señor, ha quedado confirmada la validez salvífica de su vida; pero al mismo tiempo, por la relación de su vida con su resurrección ha quedado mostrado cuál es el camino histórico de la fe y de la resurrección.
e) La conmemoración de la muerte de Jesús hasta que vuelva no se realiza adecuadamente en una celebración cultual y mistérica ni en una vivencia interior de la fe, sino que ha de ser también la celebración creyente de una vida que sigue los pasos de quien fue muerto violentamente por quienes no aceptan los caminos de Dios, tal como han sido revelados en Jesús
f) La separación en la vida de la Iglesia y de los cristianos del por qué muere Jesús y del por qué le matan, no está justificada. Es una disyunción que reduce la fe a una pura evasión o reduce la acción a una pura praxis histórica. La praxis verdadera, la plena historicidad, está en la unidad de ambos aspectos, aunque esa unidad se presente a veces con la misma oscuridad, que se hizo presente en la vida del Jesús histórico.
g) No puede olvidarse que si la vida de Jesús hubiera terminado definitivamente en la cruz, nosotros estaríamos en la misma oscuridad que su muerte produjo entre sus discípulos. El que su vida no pudo terminar en la cruz muestra retroactivamente la plenitud que esa vida encerraba y da la base firme para que la comunidad creyente actualizara las posibilidades reales que esa vida tuvo. Jesús fue y se proclamó el verdadero templo de Dios, el lugar definitivo de la presencia de Dios entre los hombres y del acceso de los hombres a Dios. Por eso murió y por eso nos dio la vida nueva.
Ellacuría no fue asesinado por ser sacerdote de Cristo, sino por sus ideas políticas; acto reprobable desde luego, pero no martirial.
Por mucho que se le antoje al Padre Bru.
18 comentarios
De todas formas, depende de la Iglesia la calificación final de la muerte de esos jesuitas.
A causa de tu razonadísimo comentario sobre el libro, Isaac, lo devolví a la librería.
Me sentí engañado y traicionado por "mi" pastor, al que desde entonces, para salud de mi alma y de los míos, he incluido en el catálogo de lobos con piel de oveja, de los que hay que huir como de la peste neumónica (una variedad más letal que la ya clásica bubónica).
Si estoy oyendo la COPE, cada vez que habla el reverendo Manuel María Bru Alonso cambio de emisora. Prefiero mil veces sintonizar la SER. Al menos ellos no aparentan lo que no son, y sé por qué dicen lo que dicen.
¿Es esta la COPE que tanto anhelaban en Añastro? Pues nada, nada, para ellos.
Al menos César Vidal es cristiano. Sin embargo, Ellacuría era un marxista que encarnaba en su vida, y en las de aquellos en los que influía, la praxis del Jesús zelote y neomacabeo tan anhelado y amado por el mismo Judas Iscariote que traicionó al verdadero Jesucristo, Hijo de Dios.
Gracias por la advertencia.
Un saludo.
ADVENIAT REGNVM TVVM.
Cada cual por caminos diferentes.
Vidal porque es está afecto de la forma más luminosa de la ignorancia, la que consiste en sustituir la apreciación objetiva de la realidad por la repetición constante de cuatro o cinco lugares comunes ideológicos, siempre irrenunciables, siempre punto de partida para el más sesgado y parcial de las voces públicas de la España actual. Vidal no es más que hijo de su contexto, como Gabilondo o ZP, pero con otra chaqueta: incapaces de empatizar con el que tienes enfrente.
VIDAL DE CRISTIANO POCO: tengo la suerte o la desgracia de conocer a alguien de su familia política (por parte de su esposa de la que está divorciado, como buen evangélico, por supuesto) y la descripción de el personaje es la más certera: deslumbrado por la ideologia y formas de vida de USA que se resumen en "blanco, protestante y hombre", apóstol de este programa abyecto disfrazado de pietismo evangelilista.
Bru, simplemente es el tipo de cura que justifica que la Iglesia esté como está: gazmoño, vacuo, cobarde e inculto.
Menos mal que cuando me canso de la COPE (a los cinco minutos), vuelvo a pasarme al Fede y comprendo perfectamente el acierto del arquetipo de hombre sin luces, pero con mal café que allí traslucen las irónicas menciones del "padre Bru"...
Ya se que el Pdre Bru no es de su agrado, pero creo que se busca cualquier excusa [ara criticarlo. Algo que se contradice mucho con su actictud frente a Jimenez Losantos o el mismo Vidal, a quien critican por su libro pero muchas otras veces alaba (com lo hace uno de sus comentaristas con su al menos Vidal es cristiano). Miren yo no se si el Padre Bru es digno de credito o no, se que ustedes no prueban aqui que no lo sea, se que se mofan de el en el programa de Federici, cuando ni siquiera es un hombre muy conocido (a mi eso me parece carnaza para los fieles de Federico, como los comentaristas de su blog, que son tela marinera). Yo escuchaba a Federico cuando vivia en espana, la distancia y sus apoyos a Ciudadanos y UPyD me demuestran, que el no es digno de credito, que yerra cegado por su fobias, que no es buen guia par un catolico y que sus posturas tienen mucho de posado, y con toda su cultura peca de la ignorancia del que cree saberlo todo, y sin embargo ignora lo principal.
Por cierto, el de hoy es otro articulo extremadamente relevante para los catolicos.
Un abrazo
Por otra parte, ¿es la fe de Ellacuría la de la Iglesia? Eso es sencillo de comprobar, símplemente hay que comparar y punto.
No, no se busca cualquier escusa para criticarlo (más bien criticar lo que dice), a no ser que a usted le parezca poca escusa lo de Ellacuría o la recomendación de un libro sobre San Pablo que puede hacer mucho daño a gente sin formación.
Y no, no me contradigo, es usted el que encuentra la contradicción entre un comentarista y yo (¿?).
Para empezar es libro valiente que no duda en atribuir a Pablo las Cartas que la mayoría de exégetas católicos maricomplejines consideran posteriores: Colosenses, Efesios, las Pastorales e incluso Hebreos (¿conocen Vds, a alguen, aparte de Cesar Vidal, que defienda la autoría paulina de esta maravillosa Carta?). Nada de complejos ante los bultmanianos que siguen copando las aulas de teología.
En segundo lugar, es un libro que refleja muy bien (y de manera amena) el itinerario espiritual JUDIO de San Pablo, que vio en Jesús no sólo la "plenitud de la divinidad", sino el cumplimiento pleno de las promesas mesiánicas del AT. Con eso hace una espléndica crítica al Pablo gnóstico que nos pretende colar por tanta lietratura basura de todo el mundo.
En tercer lugar, estoy de acuerdo en que analiza las cartas (Romanos sobre todo) desde una óptica protestante, pero no olvidemos que también los católicos creemos en un aspecto fundamental de la teología paulina: la salvación como pura Gracia, que se logra por la fe, no por las obras "para que nadie se glorie" (Ef. 2,9). En ese punto, he observado que tampoco su protestantismo es radicalmente anticatólico, pues admite la transformación del hombre de fe como obra divina (Fil. 2,13), aunque ciertamente no hace referencia -y a mi juicio debería haberla hecho- a la necesidad de que el hombre coopere a la Gracia, puesto que el propio Pablo con claridad admite que se puede perder y ser desgajado del tronco de Cristo (Rm. 11,22). Una carencia de un gran libro, a mi juicio.
En definitiva, para mí es uno de los mejores libros de César Vidal, espléndidamente escrito y muy ameno, y -con las prevenciones que he señalado- merece la pena leerse. Lo digo con absoluta sinceridad. De verdad, merece la pena.
La diatriba que presenta Vidal es la clásica de la justificación fe-obras y ahí patina sobremanera, igual que cuando habla de la jerarquía (ausencia de), negación del bautismo de niños, el tema de las diaconisas, los sacramentos, dependencia de la Iglesia del judaísmo (¿qué judaísmo) con la que defender las tesis protestantes (como Lutero, apela a un canon judío y no cristiano), o el tema del Concilio de Jerusalén con Santiago como figura preeminente.
En síntesis el libro de César Vidal es una propaganda protestante adobada con historia.
Muy desafortunado.
A mi juicio es ante todo un magnífico libro de historia (por cuanto traza un itinerario físico y espiritual de una personalidad), y sí, en ciertos puntos su interpretación de las Cartas y de los Hechos no coinciden con la visión católica. Pero no nos confundamos, no es un libro de teología, por lo que esos errores -dada la naturaleza del libro- son a mi juicio secundarios. Los anotamos al margen, y seguimos leyendo con fruición.
En cambio el libro "Teología de San Pablo" de Bover -que por cierto estoy ahora leyendo- SI es un libro de Teología. Es más árido y difícil de leer que el de Don César, pero también sin dudarlo es muchísimo más atinado, profundo y convincente al hablar de las cuestiones teológicas controvertidas del epistolario paulino.
Por cierto, el capítulo de ese libro denominado "Derivaciones Mariológicas" (que acabo de concluir) es prodigioso. El estudio comparado del Protoevangelio (Gen 3,15) con las Cartas Paulinas y sus consecuencias para fundamentar los cuatro dogmas mariológicos es una verdadera joya.
No todo el mundo tiene la misma capacidad para discernir, comprender, etc. Sabiendo además el ascendente que tiene el locutor sobre su audiencia, el libro se puede convertir en un elemento disolvedor de la fe.
Me alegro mucho que te guste el libro de Bover. Te recomiendo también sus Comentarios.
Saludos.
a-pseudofundamentar el Sola Scriptura en la historia o pseudihistoria de los textos
b-suplantar el núcleo de lo que la Iglesia entiende por Tradicion (y que el evangelilismo niega) por la autoria directa por parte del apostol. Vidal aborrece de la idea de que la Sponsa Christi, el cuerpo de Cristo vivo en la historia, sea ambito de la Revelación. Por ello, la Comunidad Viva de la Iglesia no es y no puede ser la autora de los textos para Vidal.
Que Juan hijo de Zebedeo sea el autor íntegro del cuarto Evangelio y además que lo escribiese antes del año 90 o incluso del año 70 es posible, pero muy dudoso. Vidalno puede admitir que detrás de ese texto haya varios autores, o una escuela entera, o más de medio siglo de Revelación de Dios a su Esposa. Admitir eso sería dejar de ser protestante.
En definitiva: no llega a conclusiones,PARTE de prejuicios.
Pues el protestantismo no es tanto una herejía teológica, sino una aberración antropológica.
Yo leí el mencionado libro y me inspiro varias cosas:
a-que tenía que ser bastante más serio con lo que leía
b-que nos clavan el engaño con una facilidad pasmosa
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