Credos destructivos
Dedica un capítulo de su libro “Razón, fe y la lucha por la civilización occidental” Samuel Gregg a analizar lo que afirma (y muestra) como credos destructivos; el marxismo, el liberalismo de J.S. Mill y la filosofía de Nietzsche. Los considera llenos de patologías de la religión nutridas de patologías de la razón. Me voy a fijar en un par de aspectos de su crítica al marxismo.
Critica Marx el cristianismo por retrasar el Paraíso al momento posterior a la muerte, no “importándole” la vida presente sino como preparación de la última. Pues bien, el marxismo no propone sino un Cielo en la tierra; “la etapa final de la historia en la que se resolverá toda discordancia y la sociedad quedará libre de toda mácula". No se trata por ello sino de una utopía y el modo de llegar a ella no debe ocultarse a nadie; como dirá Marx “cuando llegue nuestro turno, no pondremos excusas al terror".