10.10.07

La bandera pirata

Ayer estuve, por razones de trabajo, en el pueblo de Meco. Nunca había pasado por allí y me ha causado una buena impresión. Está todo muy cuidado, con muchas calles peatonales, las casas bien pintadas y flores en macetas en las aceras.

Cuando uno se acerca al pueblo por la carretera, lo primero que se ve a lo lejos es la gran iglesia que domina su silueta. Como ya mencioné en otro artículo, siempre me gusta ver un pueblo agrupado en torno a la iglesia parroquial. Creo que es un buen símbolo de cuál es o, mejor dicho, de quién es el verdadero centro de la vida humana.

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7.10.07

Cristianos de ayer y de hoy (IX): Fray Bruno, a solas con Dios

Hoy quiero hablarles de mi santo: San Bruno. Nació en Colonia, en Alemania, en el siglo XI. Se ordenó sacerdote y fue profesor de teología, Canciller de la diócesis de Reims y maestro espiritual para muchas personas, entre otras el futuro papa Urbano II. Llegaron a ofrecerle el cargo de Arzobispo de la ciudad, pero lo rechazó y decidió emprender una vida de oración, uniéndose a los monjes cistercienses que estaban comenzando a crear su orden. Sin embargo, Bruno tenía deseos de una soledad aún mayor y marchó a buscar un lugar donde cumplir esa vocación.

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6.10.07

Signos de la Fe (IX): el testimonio de un lector

Algunas veces pido que cuenten su experiencia a los lectores que encontraron por primera vez el camino hacia Jesucristo y la Iglesia (o de vuelta a ella después de haberse alejado). Creo que los relatos personales de conversión nos ayudan a todos a ser conscientes de las maravillas que hace Dios en nuestras vidas a poco que se lo permitamos.

Como verán, en esta historia personal que me ha enviado desde México un lector de este blog, José Huerta, el Señor escuchó las oraciones de una madre (como hizo con San Agustín y tantos otros). Además, se sirvió de algo que, a primera vista, parece absurdo: la presencia de misioneros no católicos en México. Así actúa Dios, yendo siempre más allá de cuanto podemos imaginar.

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5.10.07

La religión más universal

Ya he hablado varias veces de cómo los conversos tienen la gracia especial de comprender muy claramente la enorme diferencia que hay entre estar fuera de la Iglesia y estar dentro de ella (mientras que los cristianos “de siempre” a menudo no somos conscientes de esa gran diferencia).

Como muestra, quiero ofrecer hoy a los lectores algunas líneas de Giovanni Papini. Este escritor italiano era hijo de un ateo furibundo y anticlerical, de modo que su madre lo tuvo que bautizar a escondidas cuando no era más que un bebé. Al crecer, se convirtió en un nihilista radical, obsesionado por la literatura y que odiaba todo lo que oliese a cristianismo. Sin embargo, su afán de conocimiento y su desencanto por la filosofía moderna terminaron por hacer surgir en él dudas sobre si el cristianismo, después de todo, podría ser verdadero. El matrimonio con una católica y su encuentro en los evangelios con el Cristo real y verdadero, que le atrajo mucho más que el Jesús edulcorado de muchos contemporáneos, le llevaron finalmente a la conversión.

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3.10.07

Enhorabuena, Nicaragua

La semana pasada, el nuevo embajador de Nicaragua en el Vaticano presentó sus credenciales ante el Papa. Como es habitual, en sus palabras al embajador nicaragüense, Benedicto XVI pasó revista a algunos de los problemas más acuciantes en el país centroamericano: el huracán Félix, la corrupción, el hambre, la pobreza, el analfabetismo, etc.

Sin embargo, el Papa no se limitó a señalar la necesidad de solucionar esos problemas, sino que también quiso felicitar a Nicaragua:

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