17.04.08

Se admiten apuestas

La Confesión Anglicana en Australia ha intentado adaptarse a los nuevos tiempos nombrando su primera mujer “obispo”. Se separa así de una gran parte de las provincias anglicanas del mundo, que, teniendo en cuenta la tradición eclesial, no aceptan la ordenación de mujeres.

No deja de resultar curioso que una gran parte de las confesiones cristianas surgidas de la Reforma con la finalidad de poner la Escritura por encima de todo, hayan terminado por prescindir del testimonio bíblico y de los primeros siglos de la Iglesia en asuntos como la ordenación de la mujer, el divorcio o la homosexualidad. Curiosamente, estos puntos son los mismos que propugna sin descanso la sociedad no cristiana.

También en Australia, la Iglesia Católica ha decidido adaptarse a los nuevos tiempos, pero de una forma muy distinta.

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16.04.08

Lo que no es una homilía

El domingo pasado, por razones de horario, fui a la Eucaristía en una iglesia a la que no suelo asistir. Fue una Misa rapidísima para ser un domingo, apenas duró veinticinco minutos. Eso sí, de esos veinticinco minutos, unos quince correspondieron a la homilía.

Tengo que confesar que, además, la homilía me gustó más bien poco. Para no cansar a los lectores, resumiré lo que no me gustó de aquel sermón, recordando la propia conclusión del mismo, que fue algo así como: Y todo esto le vendría muy bien escucharlo a muchas autoridades; especialmente a muchas autoridades religiosas.

Nunca deja de sorprenderme que haya sacerdotes que no sepan lo más básico con respecto a una homilía. La homilía no es un discurso, ni una catequesis, ni mucho menos una soflama político-eclesial. Lo que intenta es ayudar a los fieles a comprender cómo la Escritura que se ha proclamado dice algo a sus vidas. El sacerdote, con la autoridad de la Iglesia, parte para los cristianos el pan de la Palabra de Dios, para que puedan experimentar que Dios tiene algo que decirles.

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14.04.08

Igual de pobres los dos

Quien conozca bien Madrid, probablemente habrá oído hablar de la pastelería Hontanares, en Avenida de América. No voy a hablar hoy de esta pastelería, aunque sus dulces tradicionales bien merecerían una oda, sino de un mendigo que suele colocarse ante su puerta.

Tengo ocasión de verle de vez en cuando, porque voy en ocasiones a sellar traducciones juradas a una agencia cercana. Como siempre llego tarde, nunca me he parado a hablar con él, así que no sé su nombre, pero es fácilmente reconocible, porque es africano y lleva siempre un antiguo ejemplar de La Farola.

El otro día, justo antes de pasar por delante de la pastelería, se puso el semáforo en rojo, de manera que tuve que pararme a esperar unos momentos. Mientras esperaba, pude ver como este indigente, tras recibir dinero de un viandante, abandonaba su puesto, para dirigirse… a un quiosco cercano de la ONCE. Después de comprar su boleto para un sorteo, volvió a su puesto de siempre y siguió pidiendo una ayuda a los que pasaban.

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10.04.08

Porque tú publicas, existe

En el artículo de antesdeayer y en la consiguiente discusión, tratamos el tema del apoyo a la prostitución que suponen los anuncios de la misma en los principales periódicos españoles. Una gran parte de los anuncios de los mismos corresponden a este ámbito (los datos que se ofrecen posteriormente corresponden a un estudio publicado en el año 2003 por el Confidencial Digital) y, por lo tanto, constituyen una de sus fuentes principales de financiación. A mi juicio, este tipo de comportamiento de periódicos “serios” es totalmente inaceptable.

Teniendo en cuenta la opinión similar de distintos lectores, he decidido ofrecer esta lista de periódicos que publican anuncios referentes a la prostitución y se lucran, por lo tanto, con un dinero que proviene de la explotación sexual, junto con una lista de periódicos que no lo hacen. Como sólo conozco unos pocos periódicos, agradecería a los lectores que me indiquen en qué lista habría que incluir a los demás periódicos.

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8.04.08

Una propuesta de campaña pública

El blog De Lapsis, de Juanjo Romero, habló ya ayer de este tema de los campañas, completando muy bien lo poco que yo había apuntado sobre ello, así que no voy a darle más vueltas. Me voy a limitar a proponer una posible campaña pública que a mí, por las razones que ahora explicaré, me alegraría especialmente.

En lugar de boicotear a unos anunciantes por el medio de comunicación en el que se anuncian, propongo, en este caso, boicotear a un medio de comunicación por los anunciantes que acepta. El caso concreto que voy a proponer es algo que se ha señalado varias veces, pero, hasta donde yo sé, con escasos resultados.

Mi propio interés por este tema se despertó hace unos años, por un acontecimiento anodino que, sin embargo, fue muy significativo para mí. Un día, hojeando un periódico, que no nombraré, leí un artículo que describía cómo el síndrome de estrés postraumático que sufrían los soldados de la Guerra del Golfo tenía unos efectos parecidos a los problemas psicológicos que desarrollaban las mujeres prostitutas. El artículo resultaba llamativo, porque relacionaba algo como las secuelas psicológicas que sufrían los soldados de la primera guerra de Irak, que, en aquel momento estaba en boca de todo el mundo, con una realidad mucho más cercana, terrible y olvidada por todos: la prostitución.

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