16.06.09

¡Arriba los corazones!

El sábado estuve en el funeral y entierro del padre de un amigo mío, en el cementerio de Pozuelo. Es un cementerio municipal, como casi todos. En España, desde finales del s. XVIII, con Carlos III, José Bonaparte y la revolución “Gloriosa” de 1868, los cementerios se fueron separando de las iglesias y quedando, poco a poco, bajo control municipal.

Para ello se alegaban razones higiénicas, muy justificadas. Sin embargo, como efecto colateral de este alejamiento de las iglesias, los cementerios se fueron secularizando en muchas cosas. Generalmente la secularización fue gradual, pero algunas veces dio grandes saltos, como cuando la Segunda República prohibió los cementerios católicos y obligó por ley de 1932 a derribar las tapias entre los cementerios católicos y los civiles. Curiosamente, una de las grandes obsesiones de los que se llamaban a sí mismos “librepensadores” era acabar con cualquier libertad en este ámbito, prohibiendo que los católicos pudieran tener sus propios cementerios.

En este cementerio municipal de Pozuelo del que les hablaba vi una muestra de esa secularización ya más que centenaria. El cementerio, construido por el Ayuntamiento en 1881, tiene, sobre la puerta de la capilla, una terrible frase, que dice:

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13.06.09

Sobre el adulterio (II)

Publico hoy la segunda parte del texto que me ha enviado Cristhian sobre el adulterio. Para evitar malentendidos, recordaré que no es un texto sobre el amor cristiano en general, sino específicamente sobre una deformación de ese amor, sobre la traición a ese amor que es el adulterio. Tiene palabras duras, pero necesarias para llamar a las cosas por su nombre.

Recordarán que les dije que, a mi juicio, no se habla nunca en las parroquias sobre el adulterio y que esa carencia es desastrosa para la vida de muchos cristianos. Pues bien, la primera parte de este texto es quizá el artículo que más visitas ha recibido a través de Google, de gente que busca ayuda en su situación de adulterio o de tentación para cometer ese pecado. Es triste que esas personas no reciban ayuda en sus parroquias, pero me alegro mucho de que estos escritos puedan ayudarles.

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El ESPOSO CRISTIANO que ha caído en el Adulterio y quiere salir (Parte 2 de 3)

Hermano (o hermana, el pecado es democrático no distingue de sexos, estado civil o edad) has caído en un pecado que es, como todo lo malo, fácil de entrar y súper difícil de salir. Si quieres aumentar tus posibilidades de salir de él, tienes que acordarte de estas cinco cosas.

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12.06.09

El sofisma en torno a Queiruga

Me ha resultado muy curioso leer los distintos artículos y comentarios relativos a la posible condena de posturas del teólogo gallego Torres Queiruga por la Comisión para la Doctrina de la Fe de los obispos españoles. Mi impresión es que, generalmente, se tiende a plantear la cuestión como un sofisma.

Este sofisma se puede expresar de varias formas, pero, en esencia, se basa en afirmar que los libros de Torres Queiruga han hecho mucho bien a distintas personas y que, por lo tanto, los intentos de la jerarquía eclesiástica por corregir a este teólogo son un abuso de autoridad y algo inaceptable. Se dice o se sugiere que condenar la teología de Queiruga sería condenar todo el bien que han recibido esas personas de sus obras y que eso sería absurdo. Se alegan, además, testimonios personales que dicen que se trata de un hombre bueno, entregado y estupendo.

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8.06.09

30 segundos para salvar una vida

Para los lectores que sepan inglés, voy a recomendarles uno de mis blogs favoritos en ese idioma. Se llama The White Lily Blog. Su autora no escribe muy a menudo, pero sus artículos son estupendos. Tiene un estilo propio, lleno de frescura incluso hablando de las cosas más profundas. Espero que algún editor se dé cuenta y la ofrezca escribir un libro.

En este artículo, cuenta su propia experiencia un día gélido de este mismo invierno en Chicago, temblando con un sacerdote y una mujer hispana ante la puerta de una clínica abortista, rezando e intentando disuadir a las mujeres que iban allí para deshacerse de sus hijos.

Treinta segundos. Es el tiempo que calculan que tienen hasta que las mujeres entran en la clínica y dejan de escucharles. Treinta segundos en los que no da tiempo a decir todo lo que querrían sobre la santidad de la vida, los hijos, Dios o las secuelas del aborto. Treinta segundos para entregar un folleto que hable de lo que no tienen tiempo de decir. Treinta segundos para pronunciar un par de frases ofreciéndoles una salida, para sonreírles, para que vean que hay alguien a quien le importan ellas y sus hijos. Treinta segundos de los que depende la vida de ese niño por nacer.

Si pueden, lean el original. Sin embargo, he traducido a vuelapluma parte del relato, para que también puedan disfrutarlo los lectores que no sepan inglés. En el momento en que tomo el hilo, un coche llega a la puerta de la clínica y la autora se acerca para hablar con la conductora…

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7.06.09

Dos testimonios dolorosos del amor de Dios

El otro día, con gran tristeza, escribí un artículo sobre la pareja que se suicidó tras la muerte de su hijo. Su suicidio, absurdo como todos los suicidios, fue un signo de la falta de sentido para sus vidas después de la muerte del pequeño.

Por eso, para mí es una alegría publicar hoy estos dos comentarios recibidos en relación con ese artículo. Son testimonios dolorosos, pero con un dolor diferente, lleno de esperanza, que no destruye a la persona, sino que la lleva a amar más. Se trata de una madre que sufre un aborto natural y de un padre cuyo hijo murió con menos de dos meses de edad.

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