19.02.11

¿Cómo es posible? Gravel

¿Cómo es posible que sucedan algunas cosas?

¿Cómo es posible que se ordene sacerdote a un hombre que ha trabajado durante años como prostituto, sin tener en cuenta las terribles secuelas sicológicas que le habrán quedado?

¿Cómo es posible que sea ordenado sin que nadie le pregunte lo que piensa, por ejemplo, del matrimonio entre personas del mismo sexo?

¿Cómo es posible que, después de ordenado, afirme públicamente: “Soy pro-elección de la mujer y no hay ningún obispo en el mundo que pueda impedirme recibir la comunión, ni siquiera el Papa"?

¿Como es posible que escriba un artículo en los periódicos a favor del matrimonio gay y diciendo que la postura de la Iglesia es “discriminatoria, dañina y ofensiva” y tampoco se tomen medidas?

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18.02.11

De abrigos, vigas y el matrimonio

El matrimonio, como todo lo bueno de este mundo, es una mezcla de cosas buenas y no tan buenas, de risas y de llantos, de alegrías y sufrimientos. No hay que ser idealista ni pelagiano: un matrimonio cristiano necesita ser redimido por Cristo y eso implica que los esposos deben convertirse, pedir perdón y permitir que Dios transforme ese matrimonio a imagen de la Trinidad. El matrimonio, además, como todas las cosas grandes e importantes, está formado por unos pocos acontecimientos excepcionales y trascendentales y por una multitud de pequeñeces cotidianas e igualmente trascendentales.

Les contaré una de esas cosas pequeñas. El otro día, mi mujer estaba echándome la bronca por haber dejado un abrigo tirado encima de la cama, en lugar de colocarlo ordenadamente en un armario. Como imaginarán, no era la primera regañina que he recibido por ese motivo, porque soy bastante despistado (o, como diría con cierta razón mi mujer, porque soy alérgico al orden y a la limpieza y apenas me distingo en nada de un vagabundo recogelatas).

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12.02.11

Una buena noticia para las universidades católicas

Hay noticias que a uno le hacen sonreír. No todo lo que sucede por ahí es malo, gracias a Dios. Y, a veces, las noticias agradables son totalmente impredecibles. Hoy me ha hecho sonreír una de esas noticias que no parecen cosa de risa: A una universidad católica americana le han quitado las autoridades federales los privilegios que tienen allí las universidades confesionales.

Los lectores se preguntarán: ¿Qué tiene eso de buena noticia para las universidades católicas, como dice el título? ¿No es un ataque a las universidades católicas del relativismo abortista obamaniano, al estilo del laicismo zapateril pero en yanqui? Hasta donde yo puedo ver, no. Y la diferencia está en las razones por las que se ha tomado esa medida: las autoridades norteamericanas han decidido que esa universidad “católica” no era lo suficientemente católica en realidad. Y tienen toda la razón del mundo.

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11.02.11

La fe hecha piedra

Hace tiempo, hablábamos en este blog del horrendo adefesio diseñado por Barceló en la Capilla del Santísimo de la Catedral del Palma de Mallorca. Un horror que, lejos de mover a la oración y a la contemplación, provocará pesadillas en los fieles más impresionables. Y probablemente suponga unos añitos más de purgatorio para los responsables eclesiásticos del encargo.

Hoy, me alegro de poder hablar de arte religioso del bueno: Una nueva estatua de San Marón que será colocada en una de las hornacinas vacías del Vaticano y que se puede ver en la foto (en una versión más grande, al final del artículo). Esta imagen impresionante tiene cinco metros de altura, pesa veinticinco toneladas y está esculpida en mármol de Carrara. Es obra de Marco Augusto Dueñas.

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9.02.11

El manifiesto de los 144

A continuación, recojo en el blog la carta que 144 profesores de Teología de habla alemana dirigieron hace unos días a los obispos para “dialogar” sobre temas como parejas homosexuales, fin del celibato sacerdotal, mujeres sacerdotes, divorcio, democracia en la Iglesia, etc. Aprovecho para agradecer a Fredense que la haya traducido del alemán (teniendo que tragarse por ello un bodrio de estas características)

Mis comentarios van en rojo. Es triste que los teólogos digan estas tonterías, mostrando una ignorancia inexcusable en personas con esa vocación. Más triste aún es que confundan la misión del teólogo con una supuesta tarea de redefinir la doctrina de la Iglesia y su vida concreta según los dictados del mundo y de la mentalidad laicista. Todavía más triste es que pidan autocrítica a la Iglesia sin ser capaces de reconocer que son sus barbaridades las que han vaciado parroquias y seminarios. Y quizá lo más triste es que estos hombres, en muchos casos, son los encargados de formar a los seminaristas y religiosos, prolongando así la agonía de una ideología que ha demostrado ser completamente estéril.

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