Vita brevis: Castellani
Varios lectores me han pedido que recomiende libros y creo que conviene seguir en esto el consejo paulino de dar satisfacción al prójimo en lo bueno. Comienzo, pues, una nueva sección del blog, dedicada a hablar de buenos libros católicos o relacionados de alguna forma con la fe o el pensamiento. La sección se llama Vita brevis, en referencia a una frase de Hipócrates: Ars longa, vita brevis (o, para quienes prefieran el original, Ὁ βίος βραχὺς, ἡ δὲ τέχνη μακρὴ). Es decir, a grandes rasgos, el arte, la ciencia o cualquier tarea importante son inacabables, pero la vida es breve y no se puede abarcar todo.
En tiempos de Santo Tomás, uno podía leer prácticamente todos los libros que existieran sobre un tema determinado. Hoy en día, los libros y, sobre todo, los malos libros son legión. Por eso creo que conviene saber qué libros merecen la pena, para no perder el tiempo con los demás. La vida es breve y no se puede desperdiciar en tonterías y plúmbeos bodrios a mayor gloria del marketing editorial. Hablemos, pues, de libros que uno se alegrará de haber leído y dejemos el resto a los que no tengan nada mejor que hacer.
Para mí es un placer comenzar esta serie con un autor que he descubierto precisamente gracias a este blog: Leonardo Castellani. Acabo de leer una recopilación de algunos de sus artículos realizada por Libros Libres, “Cómo sobrevivir intelectualmente al siglo XXI”. Argentino, nacido en Santa Fe en el último año del siglo decimonono, fue jesuita durante treinta años hasta que, expulsado de una Compañía que no fue capaz de congeniar con él, pasó al clero secular. El libro del que les hablo tiene como subtítulo “Los escritos más polémicos del Chesterton de la lengua española”, porque, como verán, consigue ser comparable al incomparable autor inglés.
Lo primero que uno descubre de Castellani es que tiene una cualidad que comparte sólo un puñado de autores, como Chesterton, Tomás de Kempis. Wodehouse o la Enciclopedia Británica: Sus libros se pueden abrir por cualquier página. Se pueden y, en mi opinión, se deben abrir por cualquier página, porque así tiene uno la ilusión de que el libro nunca se acaba, de que siempre quedan cosas por descubrir. Me atrevo a decir que encontrar un párrafo genial en el que uno no se había fijado antes no tiene mucho que envidiar a Balboa asomándose al Pacífico o a Quirós vislumbrando por primera vez la Terra Australis.
Además, Castellani derrocha ingenio, como Papini o Chesterton. Con cada párrafo de sus obras se podría escribir un libro entero. Uno desearía que se hubiera detenido más en este tema o aquel otro que sólo toca de pasada, pero enseguida pasa a otro asunto, aún más interesante y brillantemente tratado. Las frases y expresiones en inglés, alemán, francés, latín o griego clásico se suceden sin cesar, a veces españolizadas. No se trata, como en otros autores, de erudición ostentosa, sino de la búsqueda con naturalidad de la forma más apropiada y más viva de decir cada cosa. Da la impresión, cosa que muy pocos escritores consiguen, de que él mismo disfruta vivamente con lo que escribe y contagia su ilusión.
Es agotador, en el buen sentido. Analiza temas variadísimos, autores y estilos de todas las épocas y pensamientos filosóficos o morales completamente divergentes. Debió de ser un lector voraz y eso se nota en lo que escribe. Es capaz de pasar de forma vertiginosa de la literatura a la moral, de allí a la música o a la política y desembocar, pasando por la filosofía, en la religión. Al leerle durante un rato, uno termina agotado, como un niño que pasa la tarde en el Parque de Atracciones y al final desea seguir allí pero apenas puede con su alma.
En esta época de férrea disciplina del pensamiento único, sorprende la grandísima libertad de Castellani para criticar o incluso reírse de las vacas sagradas de la literatura, la política o la filosofía. Es refrescante leer, por ejemplo, que la metafísica de Sartre no hay que molestarse en refutarla, porque no dice más que tonterías (con copiosos ejemplos) envueltas en malabarismos verbales con los que se burla de los que le toman en serio. O que Juan Ramón Jiménez, premio Nobel, es un poetilla de tercera categoría, con “versitos de azucarillo, merenguillo, melindres y morondanga”. Si en el colegio tuvieron que sufrir, como yo, al soporífero Platero, comprenderán que sienta una justa satisfacción al oír esto.
Confieso también que me produce un gran placer, aunque quizá sea éste uno de esos placeres incomunicables, leer a alguien que mantiene viva la antigua costumbre de españolizar los nombres extranjeros. Así, podemos leer Kirkegor (en vez de Kierkegaard), Volter (Voltaire), Telar Chardón (Teilhard de Chardin) o Rusó (Rousseau). Me encantaría que esta costumbre fuese más común en nuestro tiempo y oír hablar sin el más leve rubor de Hilaria Clinton, Antoñito Bler, Pablo Cuello o Guasintón. Claro que para eso habría que tener una libertad frente a la pseudocultura políticamente correcta que quizá haya muerto con Castellani.
También tiene nuestro autor argentino, hay que reconocerlo, diferencias patentes con Chesterton, al menos a primera vista. Por ejemplo, la pluma de Castellani es acerada y, en ocasiones, mordaz. Chesterton, por su parte, tenía la aquiniana habilidad de resaltar lo que de verdadero, noble y bueno había en las opiniones de sus adversarios y de señalar sus errores con una cortesía exquisita. De hecho, a menudo sus oponentes en discusiones terminaban por convertirse en sus amigos. En cambio, no me cabe duda de que Castellani debió de enemistarse con mucha gente. Por otra parte, sus conocimientos teológicos, como es lógico, son mucho mayores que los de G. K. C.
Quizá la característica más evidente y más atrayente que he encontrado en Castellani y que sí que comparte con Chesterton, es su profunda catolicidad, en el sentido más noble de la palabra: amplitud de miras, fascinación por cuanto hay de bello y bueno, intenso amor a la Iglesia de Cristo, impaciencia con la ciencia que hincha y gusto por la verdad católica, una visión teocéntrica de la vida y la concepción sacramental del mundo…
En fin, no voy a seguir, para no hacerles perder un tiempo precioso que podrían emplear mejor en leer a Castellani. Es triste que este autor hispano no sea apenas conocido en España, ni siquiera en los ambientes católicos. Si se acercan a él, encontrarán, espero, un amigo para toda la vida.
49 comentarios
Es lo que nos falta actualmente humanistas en el sentido estricto de la palabra. Se echa de menos a aquellos individuos que eran capaces de condensarte Filosofía, Política, Artes, Teología, Economía...y aún ser capaces de ser comprendidos.
Pues sí. La especialización tan típica de nuestro tiempo es útil para la técnica, pero es mortal para la sabiduría.
Un saludo.
1. Primero, el Evangelio de Jesucristo. Un comentario a los Evangelios que trata de todo y de todos. Con una introducción que es realmente la puerta a una exegesis tradicional y a la vez dinámica de las Escrituras.
2. El Apokalipsis de San Juan. Un estudio personalísimo del Apocalipsis, con aplicaciones a los tiempos modernos y con el trasfondo del estudio exhaustivo de todos los grandes de la modernidad que se han ocupado de este libro (Newman, Berdiaeff, Lacunza). Y con el "milenismo" por el cual se intento perseguir a Castellani, inicuamente.
3. Los Papeles de Benjamín Benavídez. Desarrolla la exegesis del Apocalipsis, en forma novelada y ensayística.
4. Cristo y los fariseos. El mejor análisis sobre el fariseísmo que se ha hecho. Castellani sostiene la audaz tesis de que la misión específica de Cristo, como enviado a Israel, es el combate al fariseísmo.
5. Carta a Leonidas Barletta. Quien sostenga que Castellani es un "facha" y un reaccionario, haría bien en echarle una ojeada a esta carta, dirigida a un dirigente comunista en la década de los cincuenta.
Està en internet:
http://hjg.com.ar/txt/lc/lc_barletta.html
5 bis. De Kirkegord a Tomas de Aquino. Gran conocedor de Santo Tomas, Castellani tenía un excepcional afecto por Soren Kierkegaard, al que dedica este libro rarísimo, mezcla de ensayo intelectual, biografico y poesìa. Con una excelente valoración del existencialismo.
5 ter. Psicología Humana. Un curso de Psicología, en la que el Padre se especializò durante sus estudios europeos, desde una perspectiva acabadamente filosofica.
5 quater. "El ruiseñor fusilado". Una obrita teatral sobre la vida de Jacinto Verdaguer, cuya vida le interesó a Castellani cuando estuvo preso por la Compañìa (es una historia increíble, sobre todo su fuga) en Manresa. La obra en cuestión no es gran cosa, pero su gigantesco prólogo de mas de cien paginas, a lo Bernard Shaw, no tiene desperdicio: analiza las causas de la decadencia española, de la decadencia del catolicismo, y en general, las causas de la decadencia del universo.
6. Camperas. Un libro de fábulas sagaces y modernas, ambientado en el Chaco santafesino con los recuerdos de su infancia.
7. Cristo vuelve o no vuelve. Un libro de ensayos centrado en la Parusía. Castellani no es un apocalíptico, es un esjatoloketa, un profeta de las cosas últimas.
8. "Castellani", monumental biografía de Sebastián Randle sobre su vida. Llega hasta el año 1949, coincidente con la expulsión de Castellani de la Compañìa de Jesús. Imprescindible para conocer la azarosa vida de un hombre religioso torturado por su fidelidad a la verdad.
9. Hace 14 años participé de un Congreso que conocidos y admiradores del Padre hicimos. En este link estàn las actas del mismo, y también pueden encontrar varios ensayos del Padre, seleccionados por su biógrafo:
http://tollers.jack.googlepages.com/etvoil%C3%A0!
Formáis una gran "pareja" católica. Cuando estáis de acuerdo y cuando discutís.
Os dejo, voy a ver qué hay por la red de Castellani.
PS: Mire el último link que sugiero, el de jack tollers. Es muy bueno.
Sí, en estos tiempos que corren la palabra "pareja" es algo equívoca. :)
Me has sugerido un artículo. A ver si me da tiempo para mañana o pasado.
Saludos.
Estupenda la lista.
Ya iré contando lo que me parecen a medida que me los lea.
De Prada está siendo el gran divulgador de Castellani en España. Por cierto, que en uno de sus artículos habló de "un amigo argentino con quien tengo discusiones teológicas cuando viajo a Buenos Aires" ... ????
http://www.personal.able.es/cm.perez/comentarioslibros.html
http://www.personal.able.es/cm.perez/Manual_y_espejo_de_cortesanos.pdf
Simula, disimula, no ofendas a nadie y de todos desconfía: antiguo consejo para un joven Rey Sol que te servirá para desenvolverte y medrar en la Corte en la que todos sobrevivimos. Donde hay un grupo de personas, existirá una lucha por el poder, alguien lo conseguirá y a su sombra crecerán los cortesanos que conspirarán para quitárselo o para agarrarse a una porción de poder dentro de su Corte. Tal vez aún no te hayan contado cómo funciona todo esto. Te guste o no, ya estás metido de lleno en la Corte y es mejor que domines sus reglas. Despierta, otros ya te llevan ventaja. Es hora de medrar.
Saludos
Je, je. Eso te pasa por leer sólo el título del artículo. :)
Fuera de bromas, he estado buscando otros libros de Castellani por Internet y, en España, el único que he podido encontrar es el que ya he leído. ¡Con la cantidad de bazofia que se vende y se edita! Es triste.
Gracias por la referencia. Echaré un vistazo y ya contaré algo.
Un saludo.
Son dos lecturas imprescindibles para entender algunas cosas. Se los recomiendo a todo el mundo en cuanto se presenta la ocasión.
El Nuevo Mar
"Para olvidarme de por qué he venido,
de para qué he nacido, hemos nacido,
vengo a mirarte, mar, loco perpetuo.
Tu movimiento, tu inquietud me calman.
Tú eres el único que sabe
ser sólo él, ser sólo tú,
el único y el solo que no deja
responder a sus olas, sus palabras,
a la pregunta de la luz altiva.
En los días serenos, cuando el aire
con su cielo sobre él, arriba, cree
que te domina y que lo sabes,
tú eres ajeno a él, estás dormido,
estás soñando
la libertad que formas en el mundo
con la revolución sorda por dentro.
2
Tú eres el solo que no quiere
otra cosa que ser, estar en ti, en sí,
y tu lucha es contigo, dinamista
estético, perdiente jugador
de la inmensa belleza solitaria.
Tú eres sólo el más solo de lo todo.
Ni nos ves, como el cielo,
ni quieres que te vean, ni te importa,
ni tienes un consuelo, una respuesta
para el que va a mirarte desde sí,
no desde ti,
para el que va por ti a su centro.
3
Pero a mí no me importa que no escuches.
Yo sé que tú eres tú, y que yo podría
ser como tú, y esto me basta;
amigo de verdad, sin relación,
amigo en la belleza, en la locura,
amigo en no querer ser nada más,
en no querer saber de nadie más.
De nada más. Gritas y brillas,
y saltas y te hundes, te oscureces,
te encojes, te dilatas,
llegas a todas partes y te alejas,
hablas todas las lenguas y te callas,
lloras inmensamente, ríes
a carcajadas que terminan
en alegría universal,
te ofreces y te quitas...
Y todo porque sí, gran paraíso
de acumulada libertad interna.
4
Tú, mar desnudo,
vives, mar, en el centro de la vida;
donde estés tú es el centro,
principio y fin de todo, mina viva.
Eres mar, lo desnudo, la belleza
desnuda,
la única belleza que no admite
velo esterior, como la tierra,
que rompe, que se traga todo velo
y lo convierte en desnudez, la fuente
de todo lo desnudo, pie de Venus
en un momento de contacto humano,
como una concreción de ti
al alcance del hombre.
En ti estás, mar, en tu ola eterna,
el poder y la forma
de todo lo desnudo, metamorfosis
constante,
eterna desnudez de desnudeces.
5
Obra en orilla, estoy de pie
entre mi obra y tú. De ti me voy
a ella, nuevo ejemplo,
ejemplo libre de mi obra.
En sucesión eterna lo eres todo,
todo lo que en el mundo puede ser
y todo lo demás
sin principio y sin fin, mi obra y tu ola,
carne y alma y espejo a un tiempo de ella,
inocencia, esperanza en luz igual,
en plano igual, en igual sitio,
en paz y fuerza unidas,
mar poeta
con la matriz en ti,
trabajador infatigable
a la luna y al sol igual en fuerza,
al alba, al mediodía y a la tarde
y por la noche,
despierto soñador de tus abismos.
6
Muerte viva eres, mar; cojes la muerte,
la bates, la incorporas, la despides,
la unificas en ti.
7
Mar loco, razón única del mundo,
qué bien te mides tu razón inmensa
con tu locura innumerable.
Yo quiero enloquecer de tu locura,
mi pensamiento quiere ser tú mismo,
con todo lo demás, como tus peces,
tus flores y tus piedras,
sin hacer mella alguna en tu ser solo.
¡Qué paz inmensa tu infinita guerra!
¡Ay, no poder quedarme vivo en ti,
sin hambre, sed ni sueño,
porque no quiero verte sino serte,
ser en ti yo, vivir yo en ti,
ser, terminado como tú, yo mismo siempre,
y siempre igual, siempre distinto,
repetido y sin guía, siempre.
y 8
El hombre
debiera poder ser lo que desea,
debiera poder ser en la medida
de su ilusión y su deseo.
Entonces yo sería tú, que eres tú mismo,
que eres lo deseado del total deseo.
Tú solo, mar, lo sabes todo,
todo lo olvidas;
tú solo, mar, te bastas y te sobras.
Eres, dejas de ser, a un tiempo, todo".
Un cordial saludo.
No sólo dice cosas malas de J. R. Jiménez. También dice alguna buena (o no muy mala):
"¿No hay versos buenos en Jiménez? Haylos: algunos al menos "pasables" para Moya; a lo cual yo me alargaría con Julio Casares hasta "buenos", pero "buenos" de poeta menor, de uno de los minora sidera... Buenos, nunca grandes."
"Lo que tiene Juan Ramón son hallazgos verbales, muchos, y también metaforales, si ustedes quieren. Pero eso es muy poco para un verdadero poeta".
Entiendo que lo que más critica Castellani de JR Jiménez es, sobre todo, su esteticismo. Es decir, que no dice nada más allá de sí mismo, que lo único que busca son sus versos en sí. Es poesía narcisista, centrada en los propios versos y en el efecto estético de los mismos. Por eso, tiene "hallazgos verbales" y buenas metáforas, pero no es un poeta grande, porque ésos miran más allá de sí mismos y de sus versos.
Por cierto, amplía su juicio crítico a muchos otros, como Machado, Rubén Darío, Guillén, Lorca, Alberti, Cernuda, etc (pero le gustan también mucho otros más o menos contemporáneos, como Miguel Hernández, Marquina, Foxá, Valle Inclán, Benavente, Alfaro...)
En cualquier caso, si no te gusta lo que dice Castellani y prefieres los versos de Juan Ramón (sean de azucarillo o no), también es bueno que lo sepas, para que estés advertida. Vita brevis.
Un saludo.
Juan Ramón Jimenez pasó por varias etapas, siendo la búsqueda de la trascendencia una de las más interesantes, y esa búsqueda de la verdad y la trascendencia lo hace a través de la belleza, pues en la belleza existe tal trascendencia. Lo que me parece es que más bien Castellani no lo entendía. Aquí dejo otro, en donde se puede apreciar esa búsqueda de la trascendencia (y que es más sencillo y corto que el anterior). No son versos sin más, ni por sí mismos.
SE ENTRÓ MI CORAZÓN EN ESTA NADA...
"Se entró mi corazón en esta nada,
como aquel pajarillo, que, volando
de los niños, se entró, ciego y temblando,
en la sombría sala abandonada.
De cuando en cuando intenta una escapada
a lo infinito, que lo está engañando
por su ilusión; duda, y se va, piando,
del vidrio a la mentira iluminada.
Pero tropieza contra el bajo cielo,
una vez y otra vez, y por la sala
deja, pegada y rota, la cabeza...
En un rincón se cae, al fin, sin vuelo
ahogándose de sangre, fría el ala,
palpitando de anhelo y de torpeza".
Bruno, Juan Ramón Jimenez es un gran poeta con independencia de los gustos personales. De todas formas, por la información que proporcionas, me estoy animando a leer a Chesterton.
Un cordial saludo.
En cuanto a Foxa....
Al margen de su mal gusto para la poesía, puede ser entretenido leer sus opiniones sobre todo lo demás.
Pero no sé cuándo.
Nos vemos.
Están en su "Critica Literaria". No sé en la antología de Prada, es el único libro que no debo tener de Castellani.
Pues yo me decanto por Chesterton. "Chesterton, por su parte, tenía la aquiniana habilidad de resaltar lo que de verdadero, noble y bueno había en las opiniones de sus adversarios y de señalar sus errores con una cortesía exquisita". Es decir, que realmente le interesa la búsqueda de la verdad, es un explorador de la anterior y parece un buen maestro.
Un cordial saludo.
Rebuscando entre sus artículos, ayer leí un epigrama de él y no paré de reírme.
"El Monseñor, el Monseñor que venía de Roma
simple como una serpiente, astuto cual paloma"
¡Ya, debe de criticar a casi todo quisqui, por lo que se ve!. ¿No tendría úlcera de estómago?. ¡Como me está recordando al insoportable Francisco Umbral!.
Un cordial saludo.
Sin duda, tienes que leer a Chesterton. Quizá podrías empezar por "Ortodoxia" en la que cuenta su historia desde el agnosticismo hasta el cristianismo.
Es imposible predecir los gustos de otras personas, pero yo diría que te va a gustar mucho.
Castellani no se parece mucho a Umbral, creo yo. Al leerle transmite una cierta bondad intrínseca que está totalmente alejada de Umbral. Y me da la impresión de que critica con cierto cariño. Aunque debía de tener bastante mal genio (en eso sí como Umbral). Luis nos podrá informar.
Saludos.
Gracias por el apunte bibliográfico; es muy posible que sí me guste. Ya de entrada esa manera de ser que tu has señalado, me gana, así que me haré con la obra que me has indicado.
Un cordial saludo.
Sólo he citado tres o cuatro. Hay muchos más de ambos grupos. POr cierto, Eduardo Marquina era poeta. Y Alfaro también. Lo que sí puede suceder es que tu idea de lo que son grandes poetas y la suya no coincidan.
En cualquier caso, dudo que "los grandes poetas en lengua castellana" se limiten al siglo XX.
Saludos.
Gracias por el consejo. Lo cierto es que, por lo que dices y por las reseñas que he leído, me apetece especialmente ese libro.
Algún libro comentaremos también de Pieper, no te preocupes.
Saludos.
No, más bien exceso de genio y falta de mal genio, precisamente.
Hombre muy tímido y a la vez muy valiente, ingenuo e incapaz de sorportar la injusticia y la mentira. Nacido en un lugar periférico de la Argentina, el Chaco santafesino, sin un ojo desde edad temprana, huerfano de padre a los 9 (su padre fue asesinado por oponerse a un político local), internado en los jesuitas... Genio y enviado a Europa, con los mejores maestros y los mejores resultados.
Un niño que toda la vida luchò con ingenuidad por la justicia y la verdad, creyendo que éstas se imponían por sí solas, que en la Iglesia no podía haber tanta mala gente, que la inteligencia bastaba para combatir el mal.
Parecido a esas personas que nunca terminan de hornearse al calor de la convivencia con la maldad, recién nacidos permanente, sin pasaporte para vivir en el mundo, como su admirado Kierkegaard, como Rosmini, como Newman (su biografo Randle escribió un libro de "diàlogos de ultratumba" entre Newman y Castellani). Siempre estafados por los "pràcticos", siempre fracasados en sus proyectos "serios". Como el Padre decía de sí mismo citando al albatros de Baudelaire: "Ses ailles trop longues, l'empechent de marcher": las alas muy largas le impiden caminar.
A los cuarente y siete años viajò a Roma para imponerle al General de la Compañía la calamitosa situaciòn de la Orden y rebatir las calumnias contra el (que era un nacionalista de derechas, que era desobediente, etc). Fue humillado por el General en el mejor estilo jss, ante quien no pudo casi hablar. A partir de ese momento, con calumnias varias, fue "internado" en Manresa, en una residencia para jesuitas ancianos, mitad cárcel mitad hospital. Sometido a tratamientos mèdicos criminales, logró escaparse en forma rocambolesca, fingiendo un suicidio. Vuelto a la Argentina, fue expulsado en forma inicua y sin proceso. Privado de la misa y de toda forma de sustento durante diez años. Acá comienza la etapa triste de la vida del Padre, escribiendo libros en un departamento que sus amigos le compraron, pobre y abandonado. En los sesenta le devolvieron la Misa. Consiguió una autorización para seguir celebrando la tridentina, única forma en que se podía escapar a la proscripción de hecho del rito por una medida abusiva de la jerarquía romana.
El año 1976, el dictador Videla, recièn instalado, organizó un almuerzo con "intelectuales": Borges, Sàbato, Castellani. En un momento de la charla (entusiasta por parte de los dos primeros, que años despues se rasgarìan las vestiduras ante las "atrocidades" de la Junta Militar), el Padre, que habìa permanecido calladito, sacó un papel y le dijo a Videla: mire, no sé si le corresponde, pero haga algo. Era el nombre de un periodista desaparecido, Haroldo Conti. La noche antes la hija lo habìa ido a ver. Y era un cura supuestamente de derechas, "facha"...
La impresión que me dió cuando lo conocí, dos años antes de su muerte, era de una gran timidez y dulzura. Me imagino que Newman tendría una santidad de la vejez por el estilo. Sólo me imagino...
El Padre había concebido un verdadero asco por las jerarquías complacientes con el liberalismo, por los curas acomodaticios, en fin, por los integrantes de la Iglesia de Laodicea. De aquí nació su análisis del fariseísmo, experimentado in carnibus.
Hasta el final llevò su sotana cruzada con un gran cinturón que le habìa regalado un policía en otro lance rocambolesco: caminaba por la calle, escuchò gritos, entro a una casucha de donde salìan y vio a un hombre pegandole a una mujer. Se interpuso, comenzó a charlar, resultó que era policía, lo confesó, y en agradecimiento le regaló el cinturón.
Un personaje el Padre.
http://www.statveritas.com.ar/Autores%20Cristianos/Castellani/Castellani-00.htm
http://www.statveritas.com.ar/Autores%20Cristianos/Castellani/Castellani14.htm
Estupenda la historia del vínculo sobre el tratamiento médico. Es en las cosas pequeñas donde se descubre a los grandes hombres.
Un cordial saludo.
Lo de menos es que a mí me guste el soliloquio del farero de Cernuda o no. La cuestión es que rechaza a los que todo el mundo conoce como grandes poetas de la lengua española y prefiere a Foxá. Objetivamente hablando. Y no es cuestión subjetiva mía. En tiempos de Franco, se reconocía el valor poético de Lorca por mucho que le hubieran asesinado.
De modo que no es una idea estrambótica que se me ha ocurrido a mí de pronto eso de que sean buenos poetas.
PEro además me tiene sin cuidado.
Lo que ha contado Luis me hace simpatizar algo más con él por su originalidad pero el fondo no me gusta.
Me quedo con Chesterton.
Pero había que contestar los gustos literarios de este señor.
No les quitemos sus tradiciones represivas a los revolucionarios, mucho más eficaces y despiadadas.
En cuanto a Juan Ramón Jiménez, añado que fue el mentor y guía de la Generación del 27. Ahí es nada. Me encantaba comentar con mis alumnos estos dos versos, que escribo con ortografía normal, pues JRJ escrbía " inteligencia " con - j - .
" Inteligencia,
dame el nombre exacto de las cosas... "
Lean el poema entero. Es difícil escribir algo mejor, de veras.
A veces pienso que la gran confusión que padecemos en la época actual se debe, entre otras muchas razones, a no llamar a las cosas por su nombre.
Por la red se pueden encontrar breves textos de Castellani. Hay que tener paciencia para ir descargándolos, pero merece la pena.
Buena idea la de esta sección bibliográfica del blog del gran Bruno. Y mi broma sobre la pareja Bruno-luis le ha dado una idea para un post... ¿qué más puedo pedir?
Me ha gustado mucho también el texto de Castellani sobre la obediencia. Por cierto, mucho más respetuoso que tú con San Ignacio, aunque bien duro con otros.
Y me ha parecido especialmente importante el apartado III, sobre las enormes limitaciones del que manda. Considerar el tema de la obediencia sólo desde el punto de vista del que obedece es condenarse a no ver más que un fragmento de la cuestión.
Saludos.
Sí, siempre salvaguardó a san Ignacio, fue jesuita hasta la muerte. Pero veía los errores "ab ovo"
Respecto a la crítica de la obra del pobre JR Jiménez, nunca me he reído tanto con una. Y desde luego también estoy de acuerdo con él en la calidad extraordinaria de Miguel Hernández. Y la crítica filosófica de Nietsche es una de las más acertadas que he leído nunca.
En fin, que es un placer leerlo. Con eMule se encuentran bastantes también.
Lo que importa de un escritor no es tanto su boato, sino su sumisión y fidelidad a lo que la Iglesia dice.
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