¿Sobran los grupos y movimientos en la Iglesia?
Quaestio Quodlibetalis 7. Al hilo de un artículo sobre el Camino Neocatecumenal, una lectora me planteó el otro día una pregunta que me resultó muy interesante, porque iba a la raíz misma no ya del Camino Neocatecumenal, sino de todos los grupos y movimientos de la Iglesia. La pregunta, resumida y tal como la he entendido, venía a ser la siguiente:
Los distintos grupos y movimientos eclesiales tienen que enseñar y vivir lo mismo que toda la Iglesia, porque, de otro modo, no serían católicos. Entonces, parece que no son necesarios y no sirve para nada pertenecer a ellos. ¿No es así?
En efecto, la Iglesia ha recibido en Cristo la plenitud de la Revelación, a la que no hace falta añadirle nada. De hecho, si un grupo pretendidamente católico enseñase cosas diferentes de las que enseña la Iglesia, deberíamos huir de él como de la peste. Como decía San Pablo: Si alguno os anuncia un evangelio distinto del que habéis recibido, ¡sea anatema!
Por lo tanto, si no estos grupos enseñan cosas distintas, la conclusión lógica parece ser, en efecto, que no son necesarios. Más aún, podría pensarse que es algo que sobra en la Iglesia y, en la práctica, así opina mucha gente, que siente desconfianza ante estas realidades.
En cambio, vemos que entre los católicos existen de hecho multitud de grupos, asociaciones, cofradías, movimientos distintos. No sólo eso, sino que la propia Iglesia los aprueba y promueve y muchas personas afirman haber encontrado en ellos la gracia de la conversión a Cristo y un lugar donde vivir profundamente el cristianismo. Si examinamos la Historia de la Iglesia, las reformas y renovaciones de la vida cristiana siempre han tendido a crear grupos pequeños que ayudasen a sus miembros a vivir de forma más fiel al Evangelio.
¿Qué es lo que falla, entonces, en el razonamiento de la pregunta? En mi opinión, el problema está en la forma de plantearla. No es una cuestión de que le falte algo a la Iglesia y haya que buscarlo en esos grupos o movimientos. Sucede exactamente lo contrario. Es una cuestión de la sobreabundancia del amor de Dios y de las inmensas riquezas que ha regalado y sigue regalando a la Iglesia.
Dios no ha sido “tacaño” con nuestra salvación. Empezando desde el increíble acontecimiento de la Encarnación, nunca se ha limitado a lo estrictamente necesario, sino que siempre ha derrochado sus gracias con nosotros. Toda la vida cristiana está llena de ejemplos de esa sobreabundancia. Tenemos, por ejemplo, cuatro Evangelios. ¿Es que alguno de ellos dice cosas distintas que los otros tres? ¿No bastaría con uno solo? Sin embargo, a nadie se le ocurriría decir que teniendo el de Marcos nos sobran los de Lucas, Mateo y Juan. Para hacer que aún fuera más fácil conocer a Jesucristo, Dios quiso ofrecernos la sencillez de Marcos, la visión del cumplimiento de las promesas de Israel en Mateo, la capacidad de maravillarse ante la ternura divina de Lucas o el testimonio presencial largamente meditado de Juan.
De la misma forma, Dios podría haber planeado una Iglesia totalmente uniforme, con una única manera de hacerlo todo y un código estricto de normas y preceptos de disciplina eclesial del que nadie pudiera salirse y en el que nada nunca pudiera cambiar. En cambio, Cristo quiso hacer de la Iglesia algo vivo, donde se cumpliesen sus palabras: todo lo hago nuevo.
Dentro de la Iglesia, el Espíritu Santo suscita constantemente nuevos carismas, nuevas formas de vivir el único Misterio de Cristo. Esos carismas, grupos y movimientos que surgen son, pues, una expresión de la vida misma de la Iglesia, que es el Espíritu Santo. Los grupos y movimientos eclesiales no son algo paralelo a la Iglesia, sino simplemente realizaciones concretas de la única Iglesia de Cristo, unidas necesariamente al resto de esa Iglesia.
Eso hace que, por un lado, los miembros de esos grupos debamos considerarlos con gran humildad, ya que cada uno de ellos no constituye más que una pequeña parte de la comunidad eclesial y no tiene sentido sin la magna Iglesia de Cristo. Por ser grupos católicos, están necesariamente unidos a la Iglesia e insertados en su estructura diocesana y sacramental. Como decía San Cipriano de Cartago, nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a la Iglesia como madre.
En ese sentido, los grupos, movimientos o congregaciones religiosas pueden aparecer y desaparecer cuando hayan cumplido su misión, como ha sucedido multitud de veces en la Historia de la Iglesia. Lo que permanece es la Iglesia, fundada sobre los Apóstoles y profetas.
Por otra parte, constituyen verdaderos milagros del Espíritu Santo. Ante ellos, como cristianos bien nacidos, nos corresponde ser agradecidos y bendecir a Dios por esos milagros que derrocha con nosotros a manos llenas. ¿Quiénes somos nosotros para decir al Espíritu Santo que sus dones no son necesarios, que no nos hacen falta? El Espíritu es como el viento, que nadie sabe de dónde viene ni a dónde va, sino que sopla donde quiere.
A los pastores, por su misión especial, les corresponde discernir y velar por que se mantenga la comunión de la Iglesia, de manera que un grupo no rompa nunca la unidad de fe y de cristo del Cuerpo de Cristo. Pero eso no quiere decir que puedan hacer y deshacer a su antojo, sino que es su deber respetar y valorar los distintos carismas eclesiales como lo que son, gracias especiales de Dios para su pueblo.
Otra comentarista (Camino), señalaba algo que me parece esencial: los grupos, movimientos, órdenes, congregaciones y carismas de la Iglesia pertenecen a todos los católicos y no sólo a sus miembros. No necesito ser carmelita descalzo para disfrutar de los escritos de Santa Teresa o San Juan de la Cruz ni para que la pobreza que se vive en un convento de carmelitas sea para mí un signo de alegría y un motivo para alabar a Dios.
Esa es, de hecho, mi experiencia personal. La Renovación Carismática no deja de anunciarme que el Espíritu Santo sigue actuando en la Iglesia, que Dios puede sanarme o la necesidad de la alabanza para un cristiano. Los escritos del fundador del Opus Dei me recuerdan que mi trabajo, bien hecho y ofrecido a Dios, es un camino de santificación. Con Comunión y Liberación puedo alegrarme de la belleza de la cultura cristiana y admirarme ante el acontecimiento que constituye el centro de mi fe. Cada movimiento, cada orden o congregación religiosa, cada hermandad, asociación o grupo parroquial es un signo para mí del gran amor que Cristo tiene a su Iglesia.
Los mil y un carismas de la Iglesia son como las piedras preciosas que adornan la Nueva Jerusalén, según el Apocalipsis y los profetas. Zafiros, jaspes, topacios, esmeraldas, jaspe… cada piedra es totalmente diferente, pero todas ellas contribuyen a adornar a la Iglesia, como una esposa que se engalana para su Esposo. ¿Son necesarias esas piedras preciosas? No, pero el Señor ha querido regalárselas a su Esposa la Iglesia como un detalle de su ternura(igual que cualquier buen marido regala de vez en cuando flores a su mujer, y no se limita a comprar sólo cosas necesarias, como planchas o lavadoras).
Creo que, en este tema, debemos tomarnos de una vez en serio las palabras de la Escritura: Todo es vuestro, vosotros de Cristo y Cristo de Dios. Todo lo que hay en la Iglesia, movimientos, grupos, congregaciones religiosas, ritos litúrgicos, la alegría de los santos, el valor de los mártires, la pureza de las vírgenes, la sabiduría de los doctores es algo nuestro, porque nos hemos convertido en herederos de Dios y coherederos de Cristo.
31 comentarios
Lo mismo ocurre con los nuevos movimientos.
Lo importante es que a ninguno le falte nada de la fe, aunque luego pongan el énfasis en un aspecto concreto. Y así nos ayudan a todos al recordarnos ena faceta que, de lo contrario, podría pasarnos desapercibida.
Pero no me puedo negar, aunque a veces me saqué de mis casillas (reconozco que pecó de falta de caridad), que ayudan a muchísima gente en este mundo tan diverso y a la vez tan convulso.
La verdad es que agradecemos tener un mástil en el que agarrarnos.
El color o quien es el fabricante es lo que menos importa, siempre y cuando el barco sea la Iglesia Católica, la de Cristo.
Por supuesto que no.
He intentado mostrar en el artículo que los movimientos, congregaciones religiosas y grupos en general no son realidades añadidas a la Iglesia, como si hubiera cristianos "normales" y "cristianos extra" que, además, son de un movimiento.
Todos estos grupos (que, con diversas modalidades, han existido siempre en la Iglesia) son, simplemente, parte de la Iglesia. Igual que no es mejor cristiano el que pertenece, por ejemplo, a la diócesis de Madrid que el que pertenece a la diócesis de Sevilla tampoco es mejor el que pertenece a un grupo, a otro o a ninguno.
A cada cristiano Dios le concede las gracias que le parecen oportunas y le lleva por los caminos que más le convienen.
Un saludo.
Sin duda, lo importante es estar en la barca de Pedro.
En cualquier caso, yo diría que no sólo las órdenes religiosas son "de toda la vida". Siempre ha habido movimientos, aunque antes se les llamaba hermandades, cofradías, beaterios, conferencias, sociedades, órdenes terceras, etc.
Un saludo.
¿Por qué estos grupos han ido despertando sospechas de sectarismo y prácticas inaceptables de diversos tipos dentro y fuera de la Iglesia? Y no me refiero al periodistas malintencionado del País sino a los comentarios de la vox populi.
a todas no respondo que tengo que ir a currar pero te diré lo que creo o lo que vivo... no se como hace Bruno pero para mi no es fácil responder.
Uno se "hace" de un movimiento nuevo porque algo en su interior le pide profundizar en un carisma, probablemente porque Dios le llama a vivir la fe dentro de una misión concreta, la vida diocesana tiene una misión también pero como decía Bruno si uno está llamado a vivir su fé mas concretamente santificando su trabajo se aproximará a OD...
No he vivido la exigencia de compromisos en el CNC no creo que sea una cuestión de compromisos ni de normas sino, vuelvo a repetir, como bien exponía Bruno, de aspectos de la vida cristiana que cada movimiento resalta mas.
Por ejemplo CNC suele movilizarse para hacer la missio ad gentes, predicando por las calles. Sin embargo CL suele moverse por el entorno universitario, político y periodístico. Cada uno según su carisma.
Hace años yo no soportaba al OD, me parecían sectarios y extraños. No les conocía. Hoy es el día que tengo buenos amigos del OD e incluso mi suegro vive su fe tanto en OD como en CNC. Como sucede con casi todo en esta vida el desconocimiento causa temor y recelo. La existencia de abusos y malas prácticas es segura en todo movimiento, congregación y diocesis, y si no acercaros a escuchar las homilias de mi párroco, que son tremendas... o id a los cursillos de matrimonio de otra parroquia de mi ciudad donde te dan panfletos explicando como divorciarse y recomendando métodos anticonceptivos... no es sólo en los movimientos donde se da el pecado en ocasiones pero es gracias a la debilidad de toda la IGLESIA que se manifiesta la Gloria de Dios.
Como he dicho siempre lo primero que me siento es CATÓLICO, APOSTÓLICO y ROMANO (sobre todo porque mi esposa si que es romana), es en el CNC donde he descubierto la Iglesia y es una madre a la que quiero con locura, por encima del CNC al que, por supuesto también agradezco tantísimas cosas.
Muy interesante tu comentario. Creo que eso depende de cómo definamos "necesario".
Los movimientos, grupos, órdenes, etc. no son estrictamente necesarios para la salvación, en el sentido de que pueden desaparecer y no pasa nada. En cambio, la Iglesia sí que es necesaria para la salvación, ya que es el Cuerpo de Cristo y, por definición, la forma en la que nos incorporamos a él. Por eso, el mismo Jesús garantizó que no desaparecería: "las puertas del infierno no prevalecerán contra ella".
Una segunda posibilidad sería considerar "necesarios" a los grupos en general y no en particular. Es decir, un grupo en particular puede desaparecer, pero no parece que vayan a desaparecer todos los grupos, órdenes religiosas, movimientos, hermandades, asociaciones, etc. de la Iglesia, porque Dios ha querido adaptarse a nuestra humanidad y al hecho de que los seres humanos somos diferentes y nos atraen aspectos distintos del Misterio de Cristo. La existencia de distintos modos válidos de vivir el cristianismo es, en este sentido, necesaria porque Dios libre y generosamente ha querido que la Iglesia fuera siempre así, para ayudarnos.
En tercer lugar, en el sentido totalmente concreto e individual, Dios tiene un plan de salvación para cada persona. Ese plan, para una persona en particular y por razones que sólo Dios conoce, puede incluir la pertenencia a un grupo concreto. En ese caso, despreciar la voluntad de Dios implicaría arriesgarse a perder esa salvación que Dios planea para esa persona. En este sentido, podría decirse analógicamente que es necesario para esa persona pertenecer libremente a ese grupo concreto para así cumplir la voluntad de Dios.
¿Qué te parece? A lo mejor se te ocurre algún otro sentido de la palabra "necesario" en este ámbito.
Por cierto, veo que, como de costumbre, escribes muy tarde. No debes de dormir nada. Un saludo.
Pero ¿por qué "agruparse"? Dices "porque Dios le llama a vivir la fe dentro de una misión concreta"
Yo me siento llamado por Dios a santificar mi vida a través del trabajo, y prefiero mil veces hacerlo sin sumarme al OD. De hecho, sí hay exigencias propias del OD que no me gustan nada, pero nada nada, y que no creo que favorezcan mi vocacíón de santificación del y por el trabajo. Sin embargo, siento vivamente esa vocación.
La missio ad gentes me parece una exigencia como católico inexcusable, y me llama también muy vivamente, pero no me atrae nada en absoluto el CNC ni nada de sus estilo (y disculpen, pero es así).
¿Qué añadiría a mis obras en ambos sentidos pertenecer a grupos y movimientos?
Me parecen muy interantes las preguntas que has hecho. He empezado a responderte, pero se me ha alargado tanto la respuesta que voy a convertirla en un artículo que publicaré esta tarde.
Un saludo.
¿será entonces la QUAESTIO nº 8?
¡qué tiempos aquellos en que se debatía con libertad y con altura!
No, no hablo de la Edad Media, no... hablo de hace unos meses cuando se hablaba del matrimonio para toda la vida y otras QUAESTIONES así (falta el celibato, sigue faltando, sospechosos eludirlo duarnte tanto tiempo) y cuando había cierta libertad y buen rollo de modo que lo más que había que soportar era a un cantanatas DOLIENTE y no a un ruinejo batallón de harpías practicando de manera burda y cobarde el mobbing más ramplón
¿Por que no agruparse?
Creo que se explican los motivos de lo bueno que puede ser agruparse.
El caso del CNC que es un itinerario de formación para cristianos descristianizados por ejemplo. Yo se que si no hubiera tenido un seguimiento mas asiduo y continuo, una catequización mas dirigida a mi particularmente me habría alejado definitivamente de la Iglesia.
Pero así mismo se que mucha gente no lo necesita.
Sinceramente no se si alguna respuesta te bastará. Porque en un diálogo no se trata de convencer al otro sino de dar los puntos de vista a conocer.
Aunque Bruno anuncia una respuesta, aquí va mi comentario.
"Agruparse" es la propia esencia de la Iglesia (Ecclesia). Repito algo ya comentado, la Iglesia Universal, como un "totum revolutum" nunca ha existido. La comunidad de Corinto era diferente de la de Éfeso y de la de Roma, por eso San pablo les dirige palabras diferentes, (incluso les alaba por destacar en aspectos diferentes: por su caridad, su fidelidad, su desprendimiento, etc.) para defender en ellas lo verdaderamente importante e igual, la Fe.
¿Qué te añade a ti el CNC y el OD? ¿nada?, pues, está claro... tu te bastas y no necesitas más agrupación. Si tu fe vivida individualmente te basta para: anunciar el Evangelio por las calles y atraer a los alejados hacia Cristo, santificarte con el trabajo, entregar tus bienes a los pobres, vivir cristianamente el compromiso en la sociedad, vivir tu celibato o tu matrimonio, etc. está claro que no necesitas más.
¿Por qué son necesarios los "grupos"? para desgraciados y débiles como yo que solos nos movemos "al sol que más calienta" y precisamos de otros débiles, como nosotros, pero el los que el Espíritu Santo va haciéndonos presente su obra, y uno hace presente la potencia del Señor venciendo su tacañería, otro con su valentía en la anuncio del Evangelio, otro sirviendo, otro...
Se hace presente así lo que está en la Escritura y revitalizó en Concilio Vaticano II: ¿Por qué los carismas y sus modos de manifestarse en la Iglesia? Porque somos un Cuerpo y, al menos yo, no puedo (ni quiero, aunque me atrae mucho) ser cabeza, mano, pie y ojo al mismo tiempo. Este símil precioso y claro del cuerpo creo que explica cómo ha vivido la Iglesia esto de las diferencias, desde el inicio.
Casi estoy por asegurar lo mismo que tú. Pero el fuero interno de los que pertenencen a movimientos nos es inaccesible. Sólo cabe creer que lo que dicen es sincero (que no se creen mejores y más auténticos frente a la morralla que seráin los que no pertenecen a nada más que ala Gran Iglesia, aunque incluso a hablar se les escapan algunas palabrar "delatoras") y compararlo con sus obras, comprobar la coherencia. Pero el "fuero interno" sólo le es dado verlo a Dios.
Petenezco a un movimiento pero no por ello voy a justificar todo y cuando veo algo con lo que no estoy de acuerdo lo digo, porque intento tener un criterio propio y no el que me obligan a tener. UN SALUDO A TODOS Y VIVAMOS UNA VIDA MÁS RELAJADA Y SIN VER FANTASMAS DONDE NO LOS HAY.
Saludos.
Aquella me encantó, la verdad. En cuanto a las que me faltan, espero poder ir respondiéndolas con el tiempo (por eso he puesto aquí el artículo original, que tiene la lista, para no olvidarme).
Creo que la cuestión pendiente no era la del celibato (¿o también?), sino la del sacerdocio y la mujer. He estado pensando bastante sobre ello, el problema es que no sé como resumirlo para que quepa en el blog, porque es un tema muy amplio.
Saludos.
De todos modos, pregúntate y pregúntale a la Iglesia el por qué. Es la Iglesia la que ha suscitado o confrmado en la historia la existencia de estos carismas que, aunque a alguine se lo parezca, nada más lejos de la realidad histórica, no es algo novedoso de esta generación. Detrás de cada gran renovación eclesial ha habido "grupos" que la han llevado a la práctica y la han extendido. Repasa la vida de la Iglesia y verás cuántos ejemplos.
"Doctores tiene la Iglesia"
Por otro lado, veo que Bruno ya ha abierto la "Quaestio Quodlibetalis 8", donde habla y plantea estas cuestiones.
Quizá mejor, seguir allí.
cremos que solamete asi vamos aDETENER LA FUGA DE COTOLICOS a otras denominasiomes cristianas o sectas por disen que alla alaban megor porque cantan megor porque el espiritu si se revrla y asta nos demalla
y entoses demostramos que nosotros tambien podemos y si no me cren solo revisen la istoria de la renobasion carismatica y cuando entiendamos que la higlesi no se rige por modas entonses encontraremos
la solusion a proselitismo relijioso
Si este grupo se vuelve autónomo y empieza a "crear" ideas nuevas y formas distintas al evangelio, a hacer su voluntad sin respetar la jerarquía de la iglesia, a tener una soberbia espiritual, etc etc... este grupo se convierte en una secta dentro de la iglesia".
Por eso es deber de nuestros sacerdotes y obispos estar al pendiente de estos grupos y sus prácticas. y es deber de nosotros como laicos denunciar cualquier anomalía debidamente confirmada.
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