InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Elogios

20.11.23

Nos han robado la palabra hostia

En esta breve entrevista, D. Antonio Izquierdo, párroco de San José Obrero (Móstoles), nos habla del magnífico libro que acaba de publicar en la Editorial Monte Carmelo. El título del libro, Jesús es la hostia, recupera y proclama orgullosamente una profundísima verdad de fe, aunque el mundo la haya olvidado y solo la recuerde para blasfemar.

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- El título es provocador y de primeras echa un poco para atrás, ¿no?

Efectivamente: el título, como explico en el brevísimo prefacio, busca justamente reparar que nos hayan robado esa preciosa palabra que tan hermosamente habla del misterio más hondo de Cristo en su ofrenda pascual, y de lo que, por gracia, nos regala ser unidos a Él.

Es cierto que choca; pero, a pesar de lo controvertido de la elección del título, espero que ver quién lo prologa sirva de antídoto a una primera mala impresión.

- Ciertamente, que Mons. Reig Pla haya querido escribir el prólogo es toda una garantía. El subtítulo también es interesante: “Una profesión de fe”. ¿Tiene algo que ver con sus razones para escribir el libro?

Bueno, no sé si es muy “libro”. Se lee en un ratillo de nada, porque es realmente muy breve, apenas 120 páginas. Pero sí, surgió como un agradecimiento por mis 25 años de sacerdocio, a modo de profesión de fe. Una forma de devolver (redditio) el maravilloso regalo de la fe que me ha entregado (traditio) la Iglesia. En ese sentido, es un libro muy testimonial, aunque explico cosillas al hilo de mis propias experiencias.

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29.07.20

Elogio de la ineficiencia

En la historia, los proyectos centralizadores, reformadores y renovadores han perseguido casi siempre lo mismo: una mayor eficiencia del gobierno para que este, de una manera u otra, nos “solucione la vida”. Es un fin comprensible, acompañado en general por buenas intenciones, pero, como también nos dice la historia, las buenas intenciones son más peligrosas que un cajón de dinamita en manos del Coyote.

Las cosas buenas de la vida, las que mejor y durante más tiempo han funcionado y mayores frutos han ofrecido al ser humano, son completamente ineficientes y desorganizadas. Por ejemplo, la familia basada en el matrimonio indisoluble. ¿Cabe alguna duda de que sería mucho más racional, moderno y eficiente criar a los niños en las comunas de Platón? ¿O centralizar, organizar, estandarizar, y sujetar a control de calidad el cuidado de los niños, sustituyendo las obsoletas familias por unidades de crianza científica y socioeducativa? Sin embargo, siendo sinceros, ¿acaso no somos conscientes de que casi todo lo bueno que hay en nosotros se debe a esa familia radical y gloriosamente ineficiente en la que crecimos?

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3.10.16

Un fruto del año de la misericordia

El año jubilar de la misericordia proclamado por el Papa Francisco está cerca ya de terminar. Antes de que llegue a su fin, me gustaría señalar un fruto del mismo que me ha alegrado en especial. Supongo que habrá dado otros frutos y espero que aún dé muchos más, pero creo que este bastaría para que el año jubilar haya resultado más que provechoso.

Se trata de algo muy sencillo, pero precisamente por eso más concreto, abarcable y evidente que otros frutos quizá más importantes pero también más difíciles de determinar. Me refiero a un hecho inaudito desde hace al menos medio siglo: gracias al año jubilar, la mayoría de los católicos han oído hablar de las obras de misericordia y muchos se las saben de memoria.

Puede parecer una minucia y es cierto que yo tiendo a alegrarme especialmente de las pequeñas cosas, pero creo que como mínimo constituye un signo muy esperanzador.

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1.09.16

Destructora de todas las herejías

Montefalco San Francesco - Madonna del soccorso

De Maria nunquam satis, decía San Bernardo. Sobre nuestra Señora, todo lo que se diga es poco. Así lo ha entendido siempre la Iglesia, que ha multiplicado hasta el infinito los títulos, elogios o piropos a la Virgen: Trono de la Sabiduría, Causa de nuestra alegría, Nueva Eva, Hija de Sión, Doncella de Israel, Reina de los Ángeles, Rosa de Jericó, Llave del Paraíso, Panhagia, Abogada nuestra, Turris eburnea, Foederis Arca, Medianera de todas las gracias, Madre de la Iglesia, Reina y Señora de cielos y tierra, Theotokos, Speculum iustitiae, Stella maris…

No podría decir cuál de todos esos títulos de Nuestra Señora me gusta más, pero hoy voy a hablar de uno que siempre me ha parecido delicioso por lo políticamente incorrecto, el de Destructora de todas las herejías. Como dice el oficio parvo de la Virgen, Gaude Maria virgo, cunctas haereses sola interemisti in universo mundo. Es decir, alégrate, Virgen María, tú que eres la única que has destruido todas las herejías del mundo.

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19.01.10