A continuación, recojo unas palabras del Predicador de la Casa Pontificia, el P. Raniero Cantalamessa, sobre el evangelio de hoy de la Samaritana, que he tomado de .
Como siempre, el P. Cantalamessa se centra en un punto concreto pero esencial de la lectura, sin intentar abarcar la inagotable riqueza del Evangelio. En este caso, habla de la sed de eternidad que tiene la Samaritana y que compartimos todos. Como ejemplo de esto cita a nuestro filósofo y escritor, Unamuno, que, en medio de la duda y la oscuridad, vivió en permanente anhelo de la eternidad.
Necesitamos mirar al cielo, ir gustando la vida eterna ya en esta tierra y saboreando lo que un día podremos disfrutar plenamente en la Jerusalén del Cielo. De otro modo, nos convertimos en verdaderos “animales de la vista baja”, los cerdos, que son los únicos que nunca miran al cielo, porque siempre están mirando hacia abajo, pendientes de encontrar una bellota o algo de comer.
Por muchas buenas intenciones que tengamos y por mucho que hablemos de compartir o de solidaridad, si no miramos al cielo, somos tan materialistas como Marx o como el rico más desalmado que jamás se atoró intentando entrar por el ojo de una aguja. Quien tiene la vida eterna, puede entregar con alegría y generosidad su vida terrena, porque ha experimentado que Cristo se la devuelve centuplicada.
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