Cerca/lejos. Respuesta a una objeción sobre el amor
Quaestio quodlibetalis XVIIIb. Una de las mejores cosas de escribir en un blog es que recibe uno muchas preguntas interesantes, que ayudan a corregir y perfeccionar lo que se dice. Al hilo del artículo titulado “¿Nos quiere Dios a todos lo mismo?”, yo afirmaba que los seres humanos sólo podemos amar de verdad a quien tenemos cerca de algún modo. Un comentarista, Pedro-1, presentó, entre otras cosas, las siguientes preguntas/objeciones:
Subrayas en negrita que “a quien podemos querer es a los que tenemos cerca". Sería muy triste y muy poco recomendable que tuviera que ser siempre así. […] millares de monjas lavan, alimentan, curan y atienden a muchos enfermos de quienes no saben el nombre porque los quieren. Hay personas que se han metido en una vivienda en llamas para salvar a un anciano o a unos niños porque los quieren aunque no los conozcan. […]
Quien se va a una misión en África, va por amor a esas personas a quienes ya quiere y que aún no conoce. Luego los misioneros quieren muy en general. Y los sacerdotes y las monjas y los voluntarios de Cáritas y de otras organizaciones que ayudan en España y en el resto del planeta. Yo creo que los hombres podemos y debemos amar en general y en particular. […]
“Si hablamos en general, no hablamos de verdadero amor, sino de una simple benevolencia". La simple benevolencia o algo más noble ya los sienten los paganos. Pues entonces que mal hemos entendido a Jesús que nos pidió que amásemos a nuestros enemigos. Si por quienes no nos odian ni buscan nuestro mal sólo sentimos una simple benevolencia, es decir una simple simpatía ¿qué podremos sentir por quienes desean hacernos daño?
En cuanto a la cuestión de una persona que salva a otra de un incendio sin conocerla o casos similares, creo que sólo se puede hablar de amor de forma analógica o impropia. Hay que tener en cuenta que es algo muy ligado al instinto de protección. Este tipo de cosas se dan también en los animales, que evidentemente no conocen el amor en el sentido humano del término. Una perdiz finge estar herida para que el zorro la persiga y se salven sus polluelos. Es el instinto de protección de los pequeños y los débiles, que también compartimos los seres humanos. Por supuesto, en el ser humano, al instinto se une el deseo de hacer lo que está bien y la valentía del que es consciente de que puede perder su propia vida, pero son estas cualidades las que están principalmente presentes, más que el amor en el sentido estricto del término. Hay un cierto amor, bastante general, que corresponde precisamente a la cercanía general que tenemos con todos los hombres por el hecho de pertenecer al género humano.
Daré un ejemplo concreto. Uno de mis tíos salvó, hace años, a una niña de ahogarse. Se cayó de una barca en el estanque del Retiro y su padre, que tampoco sabía nadar, se lanzó a por ella y murió ahogado. Mi tío, que estaba en otra barca con su propio hijo, le dejó allí, se echó al agua y salvó a la niña. Como es lógico, no voy a minusvalorar lo que hizo mi tío, a quien tenían que haberle dado una medalla, pero es un hecho que el arriesgarse para salvar a la niña no creó entre ellos una relación de amor como la de mi tío con su hijo, sino solamente el agradecimiento natural.
El Evangelio, con su finura habitual, lo expresa muy bien. El mismo Cristo dijo: “nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos”. Es muy significativo que no dice, simplemente, “el que da la vida”, sino “el que da la vida por sus amigos”. Ése es el amor propiamente dicho, porque el ser humano sólo ama verdaderamente lo que conoce y a quien conoce.
Pasemos ahora a la parte más interesante de la pregunta: ¿Y el amor de misioneros o monjas o el amor cristiano por los enemigos? ¿No se trata de amor por aquellos que están, de una manera u otra, lejos de nosotros? ¿Es que no es verdadero amor?
A mi juicio, para responder a esto hay que examinar la maravillosa e interesantísima parábola del Buen Samaritano. Por desgracia, la rutina hace que no nos fijemos bien en los textos evangélicos que nos resultan más conocidos. Los hemos oído tantas veces que ya no los escuchamos cuando se proclaman en la iglesia y, muchas veces, hay cosas extrañas en ellos que nos pasan desapercibidas. Eso suele querer decir que nos estamos perdiendo una parte importante de lo que se dice.
Todos conocemos la parábola del Buen Samaritano. Un hombre iba de Jerusalén a Jericó, fue asaltado por ladrones que le apalearon y le dejaron por muerto en el camino. Pasaron por allí un sacerdote y un levita, pero tenían otras cosas que hacer y no se detuvieron. Pasó finalmente un samaritano que recogió a aquel hombre, le curó con vino y aceite y le llevó a una posada, pagando al posadero dos denarios para que cuidara de él hasta su vuelta. Hasta ahí, todo es más o menos conocido, pero fijémonos en la pregunta que hace Jesús al final de la parábola. Es curiosísima: “¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?”.
No pregunta cuál de los tres actuó bien, sino cuál fue su prójimo. ¿Por qué? Porque está respondiendo a la pregunta que le había hecho un escriba. Jesús había afirmado que la ley se resume en dos mandamientos: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. El escriba, como hombre razonable, enseguida le preguntó que quién era ese prójimo al que había que amar, porque es una cuestión esencial.
“Prójimo” significa “próximo”. De hecho, en inglés se dice “neighbour”, es decir, “vecino”. Para Israel, en el Antiguo Testamento, a quien había que amar era fundamentalmente a los demás miembros del pueblo de Israel. Los israelitas estaban a menudo en guerra con los pueblos de alrededor y eran muy conscientes de la importancia de los vínculos que les unían a los demás miembros del pueblo elegido. Sin embargo, poco a poco, Dios les había ido dando indicios de que Él quería algo más de ellos, de que también estaban llamados a amar a los que no eran de su pueblo: al forastero que vivía con ellos, al esclavo, etc. Jesús revela plenamente, con sus palabras y con sus obras, esto que sólo se había llegado a vislumbrar en el Antiguo Testamento: el amor al enemigo.
Los samaritanos estaban enemistados con los judíos, es decir, estaban espiritualmente lejos de ellos aunque geográficamente estuvieran cercanos. Sin embargo, ¿qué hizo el Buen Samaritano? Acercarse a aquel hombre malherido. Es decir, aproximarse a él, convertirse en su prójimo. Preguntó Jesús al escriba: “¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?” El escriba respondió: “El que practicó la misericordia con él”. Le dijo Jesús: “Anda y haz tú lo mismo”. Es decir, el amor al prójimo según Cristo es algo nuevo, porque implica primero hacerse prójimo del que no lo es, acercarnos a los que están lejos. No nos manda amar a los que no conocemos, porque eso es imposible, nos pide que nos acerquemos a los que están lejos para poder amarlos. De algo natural, como amar a los que están cerca se pasa a algo sobrenatural, como es la gracia que nos impulsa a acercarnos a los que están lejos para poder amarlos.
El primer Buen Samaritano, como dice Orígenes, es Jesucristo. Él nos ha encontrado a cada uno de nosotros cuando habíamos sido asaltados por el demonio y por nuestros pecados y dejados por muertos en el camino. La antigua Ley había pasado de largo por nosotros, pero Él ha derramado sobre nuestras heridas el vino de su sangre y el aceite que es el Espíritu Santo. Él nos ha entregado, hasta su vuelta al final de los tiempos, al cuidado de la Iglesia, que es aquella posada, y nos ha dejado los dos denarios que son el doble mandamiento del amor. La parábola se cumple ante todo en Jesucristo, que es el único que nos ha sanado de verdad, queriéndonos como somos, incluso cuando hemos actuado como sus enemigos.
Los cristianos, que hemos sido amados así por Cristo, estamos llamados a amar de la misma forma a los demás. Estamos llamados a hacernos próximos a los que están lejos, a convertirnos en sus prójimos, y amarlos como Cristo nos ha amado. Estamos llamados a amar a nuestros enemigos, aunque parezca imposible. El Señor nos lo dice a cada uno de nosotros: “Anda, haz tú lo mismo”. Él lo ha hecho posible y nos ha mostrado el camino, rompiendo las barreras que nos alejaban de los demás.
Los misioneros y monjas que cita Pedro son el ejemplo perfecto de esto. Cuando marchan a un país extranjero o deciden dedicarse a cuidar enfermos, no lo hacen principalmente por amor teórico a los habitantes de ese país o a esos enfermos que no conocen aún, sino por un amor concreto y real: su amor a la persona de Cristo. Conocen bien a Dios y le están agradecidos y afrontan los mayores riesgos y el miedo a lo desconocido por él. La prueba evidente es que la práctica totalidad de las personas que dedican su vida entera a los pobres y enfermos son religiosos.
Entonces, ¿los misioneros no aman a las personas a las que son enviados? Decir algo así sería absurdo y contrario a los hechos. Lo que sucede es que ese amor que, al principio era casi exclusivamente amor a Dios, cuando se produce la cercanía se va uniendo a un amor cada vez más grande a esas personas. Basta preguntar a un misionero que llega a su lugar de misión y a otro que lleva veinte años allí: el amor del segundo es mucho más real, concreto e intenso y menos teórico que el del primero. Es decir, los misioneros cumplen con mucha claridad en la práctica lo que nos mandó Jesús en la parábola del Buen Samaritano: se hacen prójimos de las personas a las que son enviados, estaban lejos y se acercaron a ellos por amor a Jesucristo, para amarles y servirles de forma real, efectiva y verdaderamente milagrosa.
49 comentarios
Tiene muy poquito que ver con una perdíz que salva a su prole.
El samaritano que se acercó al herido no se detuvo en consideraciones de si lo hacía por Dios o por el herido. Se hizo prójimo, se puso en el lugar del otro y punto. Y podemos ponernos en el lugar del otro ante una necesidad, aunque no lo conozcamos de nada.
Que Dios sostiene el amor de los que se hacen prójimos de los demás, es un hecho para los cristianos. Que es Dios el que ama a través de los que aman verdaderamente a su estilo y que Dios es el amado cuando amamos de verdad nos lo dice el Evangelio. Tanto si somos conscientes de ello como si no. Pero si no somos conscientes ¿seríamos capaces de amar universalmente, incluyendo al enemigo? Difícil lo veo.
Paz y bien.
Asun, según su planteamiento los bomberos, médicos, etc... deben tener un excedente de prójimos impresionante.
¿ Que cree usted que marca la diferencia entre el salvador ocasional y fortuito y el que ha elegido hacer de ello su profesión ?.
Un saludo.
Respecto a la medicina, en una ocasión escuché que la base era la compasión. Pero quizás si pasa algún médico por aquí nos pueda explicar como lo ve.
Un cordial saludo.
¿Que necesidad habría de estar explicando y reexplicando las entrañas de misericordia y amor por el otro, sea amigo, desconocido o abiertamente enemigo si todos tuviéramos claro qué es el ADN de esta fe que profesamos? Porque el centro de esto es la capacidad de morir y dejarse matar por, para y con el otro, sea quien sea.
¡Tenemos que reeducar la casa entera! tenemos que volver a lo básico, a conocer esta fe ya no solo intelectualmente, sino con el espíritu, a que nos presenten de nuevo el rostro de madre amorosa de la iglesia, porque nos hemos quedado con la imagen de vieja regañona. Volver a redescubrirnos cristianos, para que, porque y como es que somos cristianos.
Animo! Hay mucho terreno haya afuera para sembrar, y mientras el mundo se ponga mas podrido, mas fértil estará, como en los cultivos a mas podredumbre menos esterilidad, lo que hacen falta son obreros en la mies. ¿se apuntan?
Pero es que algunos de los que ponen en peligro su vida e incluso la dan por el otro, no son necesariamente declarados católicos. Con esto quiero decir que el Bien está y va más allá de credos declarados y que, aunque no lo sepan, existen personas que son realmente cristianas. A mi me impresionó muchísimo la cruz aparecida entre las ruinas el 11-S. No sé si me explico.
Bueno, aquí dejo un enlace a la foto:
http://2.bp.blogspot.com/__W2EwyMH5lI/SMj028MgV_I/AAAAAAAABJ0/LocH5pS7ZBU/s1600-h/WTC%2520CROSS.jpg
Pero yo creo que si la profesión es vocacional el buen médico sí se hace prójimo de sus pacientes.
Me parece interesante lo que ha comentado Luis de Simon Weil.
Como siempre, el comentario de Cristhian es un toque de atención. Conocer la fe con el espíritu y mostrar el rostro de madre amorosa de la Iglesia.
Redescubrirnos como cristianos, y apuntarnos a ser obreros en la mies.
Pues sí, esa es la dirección.
Paz y bien
Os vuelvo a ver cuando vayáis por el comentario número 100 :)
http://es.youtube.com/watch?v=Xwb5Ai7LN3c
Un cordial saludo.
P.D. Fueran o no católicos o cristianos, murieron por salvar la vida de otros, como dice el Señor.
Hasta los monjes de clausura, que cualquiera puede decir que "guardaditos y sin contacto con el mundo externo" no pueden sacrificarse por nadie, no rezan por autoiluminarse o irse elevando en su sapiencia del Eterno, como en otras religiones, al contrario, están allí rezando por los "otros" que están afuera en medio del mundo. El cristianismo es por naturaleza el sacrificio por el otro.
A lo que me estoy refiriendo es que no veo razón para valorar más la labor de misioneros que la de los bomberos que pierden su vida por salvar la de otros; compararlos con las perdices me parece un poquito fuerte e injusto. Y que la fuente que impulsa tanto a unos como a otros es la misma, aún en el caso de que alguno no sea o se reconozca cristiano.
Un cordial saludo.
P.D. Estoy de acuerdo con tu comentario.
Generalmente, como los seres humanos somos animales racionales, todo lo que hacemos tiene algunas semejanzas y algunas diferencias con la forma de actuar de los animales. En el caso de bomberos, etc., he señalado que hay semejanzas y también diferencias muy claras: como la valentía del que arriesga conscientemente su vida, el sentido del deber, etc. Es decir, las diferencias están en estas cualidades verdaderamente humanas que muestran los bomberos con su actuación.
Hay muchas cosas buenas que no son directamente amor. Por lo tanto, decir que lo que hacen los bomberos no es, principalmente, amor por las personas a las que salvan no es minusvalorar lo que hacen, sino tratar de comprenderlo mejor.
La mejor prueba de que lo de los bomberos es, ante todo, sentido del deber y valentía (cosas muy valiosas) es que no hay contradicción entre que el bombero te salve y personalmente esté enemistado contigo o te deteste como persona. Salvarte del fuego es su deber y, si es un buen bombero, lo hace al margen de su relación contigo. En cambio, si tu padre te salvara de un incendio, lo haría porque te quiere. ¿Eso implica que el bombero sea malo? En absoluto, lo único que quiere decir, en principio, es que el bombero no te puede querer, porque no te conoce, y su relación contigo está basada principalmente en el sentido del deber y en la valentía necesaria para cumplir ese deber peligroso.
El amor exige necesariamente conocimiento y, cuanto más amor, más conocimiento hace falta.
Saludos.
En cuanto a lo de los misioneros, como es lógico, habrá misioneros buenos y malos, al igual que habrá bomberos buenos y malos. Por lo tanto, generalizar y comparar es peligroso.
Sin embargo, hay un dato concreto que podemos tener en cuenta al margen de casos concretos: Los bomberos, que son dignos de admiración, tienen el trabajo de bomberos. Es decir, dedican su horario laboral a ese trabajo, reciben un sueldo por ello y, por otra parte, tienen su familia, sus planes, sus fines de semana, etc.
Lo de los misioneros es otra cosa porque ¡dedican su vida entera! Es más, hacen votos de pobreza, castidad y obediencia. Renuncian a sus planes, a sus sueldos, a tener una familia propia y no se dedican en horario laboral, sino para toda la vida a servir a los demás. ¿Cómo es posible esto? ¿Es que son gente mejor que los demás? No, en absoluto, son gente como tú y como yo. Entonces, ¿dónde está la diferencia? En que los misioneros han recibido el amor de Dios, que ha cambiado por completo sus vidas. Han visto que Dios les quería tanto que, en comparación, todo lo demás apenas valía nada. Han escuchado una noticia tan buena que no han podido evitar correr al mundo entero a contársela a los demás. Han comprobado que, mediante la acción de Dios, en la pobreza hay riqueza, en la obediencia libertad y en la castidad amor. Es decir, han encontrado un tesoro.
Saludos.
EL INFINITO DIOS PADRE -como causa de infinita Luz esférica iluminando el infinito Espacio- más;
EL INFINITO DIOS HIJO -como efecto de infinita Luz esférica iluminando el infinito Espacio.-;
EN INFINITA UNIDAD DE ÍNTIMA COMUNION -y aquí elinfinito isótopo-;
GENERAN EL INFINITO DIOS ESPÍRITU SANTO -como consecuencia de infinita Vida poblando el infinito Espacio.- y aquí la infinita fotosíntesis.-
Y aquí la Trinidad: De dos que son Luz en infinito isótopo iluminando y poblando el infinito Espacio; Que en infinita fotoséntesis general la infinita Vida de uno que de dos procede.
Y todo esto lejos de este nuestro Tiempo limitado o Universo de oscuirdad y de muerte.
¿Pero cual es la razón de que alguien se meta a bombero?, ¿y cuál es la razón cuando van voluntarios, como pasó en el 11-S?. En el vídeo, en las fotos finales, aparece la imagen de un sacerdote que entró con los bomberos y que murió con ellos. No se hacen diferencias. Por H o por B lo cierto es que todos ellos se pusieron al servicio del Bien, y que todo Bien procede de Dios. Yo creo que lo que está en el fondo de todos ellos es la generosidad, lo mismo que, como me dijeron, en el caso de los médicos, la compasión.
Pero es que además otros han muerto también por causa de la Justicia, combatiendo al Mal. Por ejemplo Falcone y Borsellino, y tantos otros.
Sea de una forma o de otra, mueren por los demás, les quieran poco, mucho o nada. Y ya lo dijo Cristo, que nadie tiene tanto amor como el que da la vida por los demás. Que sea de una forma o de otra para mi es indiferente, lo que me importa es el hecho.
¡Ale, un vídeo homenaje para los que caen combatiendo al Mal:
http://www.youtube.com/watch?v=gw_YygU-sSo
Un cordial saludo.
Dice que el amor al prójimo no es tal si se yuxtapone con el amor a Dios como si el prójimo fuera un simple medio que amamos "porque" Dios lo ama.
La operación de la gracia sobrenatural permite que el alma se anonade de tal forma que se vuelva atenta al prójimo, que lo ame como -y no sólo porque- Dios lo ama, con una atención gratuita y generosa.
"El amor al prójimo es Dios que se precipita al alma anonada para amar al prójimo, de modo que Dios es el que ama", con una presencia misteriosa en el alma del amante.
Es Dios el que ama EN nosotros, no como causa extrínseca o final, "porque" sino como causa eficiente y formal (se me ocurre que es algo parecido a lo que dice San Pablo: "El Espìritu ora en nosotros con gemidos inenarrables"; no ora "con" nosotros, o "por causa de": ora EN nosotros).
Y saco en conclusión que en cierto modo, la "projimidad", las circunstancias fortuitas o no tan fortuitas que generan la "desgracia" (como la llama Weil) del prójimo es el modo de participación que da Dios al hombre de su cercanía con todo ser humano a partir de su presencia inmanente y metafísica. Dios está "pròximo" a todos desde que nos mantiene en el ser continuamente. En cambio, para que alguien se nos haga "próximo", Dios nos pone en el camino "la desgracia", el mal en nuestro hermano, que es una suerte de religación que permite el amor.
Es decir, el carácter de prójimo es la forma que tiene Dios de darnos la oportunidad de estar presentes en el projimo primero, y amar como El después.
Además, en esta sociedad hedonista y egoísta, se necesitan ejemplos que puedan motivar a los jóvenes y no tan jóvenes y esos ejemplos no pueden limitarse a los misioneros. Si se quiere cristianizar la sociedad, tendremos que comenzar por ver aquello que se puede salvar, y estos ejemplos creo que son muy adecuados. A mi personalmente me da cien mil patadas que los chavales tengan como ídolos a cantantes, futbolistas, pendones varios y los que hecen dinero rápido. ¡Así estamos, y peor que estaremos si no cambian los modelos!.
Un cordial saludo.
Usted pregunta por las razones y obviamente cada un@ tendrá las suyas: sentido del deber ( con recompensa económica o no ), busqueda de protagonismo ( sí también el "egoismo" puede resultar beneficioso en ocasiones ), adicción a la adrenalina, necesidad de autoafirmación, expiar culpa, etc..., etc... o sólo una reacción instintíva que racionalmente no entenderíamos como propia y que en determinado momento nos domina.
Por suerte el "heroe" no tiene que tener ni color, ni credo, ni doctrina determinados.
Un saludo.
Vaya, vaya. Qué cosas. Luis defendiendo a Pedro Lombardo contra Santo Tomás. Lo que me faltaba por ver.
Dios me libre de hablar mal de los bomberos. De hecho, cuando yo era pequeño (no hace tanto tiempo), lo habitual era que los niños quisiéramos ser bomberos o policías, pero eso ha debido de pasar a la Historia.
El próximo post (o el segundo, según vayan las cosas) estará dedicado, si Dios quiere, a algo que usted preguntó. No diré a qué me refiero exactamente, para mantener la emoción.
Saludos.
Voy a aprovechar mi cuasi retiro de pandemia para agarrar el De Caritate, a ver si es tan así como dices la contradicción con Tom.
Creo que trataba esa opinión con cierto respeto por causa de su cariño a Pedro Lombardo, pero al final no podía contenerse y revelaba que le parecía "ridícula".
El cristiano se debe diferenciar de los demás en que es capaz de amar al prójimo aún sin conocerlo, porque el prójimo debe de ser para nosotros Jesucristo.
Como bien dice Bruno el que se encuentra con el amor de Dios, no puede sino perder su vida por los demás, bien de misionero en Africa o en un convento de clausura.
El bombero lo es porque elige esa profesión, no lo hace desinteresadamente como lo hace el buen samaritano.
También te dejo estas, tomadas el 11-S. Y no, no están trucadas. Tanto la cruz como estas fotos dan que pensar; yo me considero una persona bastante racional, pero estas cosas...
http://www.netlore.ru/files/uploads/2007/05/wtc_devil.jpg
http://www.menphis75.com/images/video_twin_towers/WTCSmokeDevil.jpg
http://www.yankeeoracle.org/wtc_devil.jpg
Yo no creo que fueran casualidades; la cruz y estas imágenes... Bueno, ya me dirás.
Un cordial saludo.
Pero es que también existen vocaciones en las diferentes profesiones, y en los bomberos; y es que Dios llama de distintas formas y maneras, no todo el mundo se va a ir de misionero. También existe santidad en las diversas profesiones, creo yo; el plan de Dios parece que abarca muchos campos, en realidad todos.
Un cordial saludo.
Efectivamente, prójimo quiere decir próximo. Yo haría otra interpretación, si me lo permites: amar al próximo quiere decir amar a aquel que está cerca de nosotros pero no es nuestro amigo: un familiar político, un compañero de trabajo, un vecino, alguien que nos "ha caído cerca" pero no por voluntad nuestra, y con quién podemos sentir diferencias o roces. El Señor nos dice que amemos precisamente a ese al que nos cuesta digerir. Eso tiene más mérito que un amor vago a "todos los pobres" o a "todos los que sufren", que muchas veces no parece sino buenas palabras. De hecho, creo que los misioneros a los que aludías, probablemente no te harán grandes discursos sobre la suituación sociopolítica o la injusticia mundial. Te dirán que ellos vivien por los 300 habitantes de su aldea, o por los 25 leprosos de su hospital o por los 50 niños de su escuela, esos son los prójimos que aman, aunque no los hubiesen conocido de no haber ido allí imitando al Señor
asun: la vocación médica parte de un sentimiento de piedad o compasión por el prójimo, aunque es un tema bastante complejo, porque evoluciona de muy diversas maneras, y existen bastantes médicos que no han elegido esa carrera por vocación (aunque parezca mentira).
Así que además de la Virgen del Perpetuo Socorro, el patrón de los médicos vocacionales sería el Buen Samaritano.
Un cordial saludo.
Pero la patrona es la Virgen del Perpetuo Socorro; así lo hemos celebrado siempre en casa, incluso tenemos un icono. Te dejo este texto con su link:
"Nuestra Señora del Perpetuo Socorro es también patrona de los médicos; una muy bella y plástica expresión en la actividad humana profesional de ese auxilio y socorro continuados de María en todas las dificultades de la vida, también en las enfermedades".
http://www.revistamiriam.com/index.php?option=com_content&task=view&id=68&Itemid=63
Un cordial saludo.
Y bien mirado, si bien Tom rechaza la tesis radical de Pedro Lombardo, no está tan lejos de Simone, que "poetice loquitur", como siempre:
"Es, sin embargo, evidente que el acto de caridad rebasa lo que por su propia naturaleza puede nuestra potencia voluntaria. Por eso, si a su poder natural no le fuera sobreañadida una forma que le inclinara al acto de amor, ese acto sería más imperfecto que los actos naturales y que los actos de las demás virtudes; no sería fácil ni deleitable. Y esto es, evidentemente, falso, pues ninguna virtud tiene tan fuerte inclinación a su acto como la caridad, ni ninguna actúa tan deleitablemente como ella. Resulta, pues, particularmente necesario para el acto de caridad que haya en nosotros alguna forma habitual sobreañadida a la potencia natural, que la incline al acto de caridad y haga que actúe de manera pronta y deleitable"
En ese sentido, desear el bien y la felicidad, incluso de los enemigos y orar por ellos, es parte de ese mandato de amor. Pero que no se espere de nosotros otra cosa que pura fuerza de voluntad y ayuda de la gracia de Dios para llevar a cabo el mensaje de amor a los enemigos.
¿Os olvidabáis de ellos?
AMOR: es una palabra confusa. Los cristianos distinguimos 4 concepctos de amor:
--FILIA (amistad, afinidad),
--EROS (atracción sexual, complementariedad erótica),
--STORGE (afecto, entre padres e hijos, también se da en animales; afecto natural)
--ÁGAPE (amor cristiano, caridad).
Saber de que amor hablamos en cada caso ahorra confusiones.
Efectivamente, los médicos estamos bajo el patronazgo de la Virgen María a través de su advocación como Virgen del Remedio.
Es un hermoso artículo, el del link. Gracias
Un saludo cordial
"Para Israel, en el Antiguo Testamento, a quien había que amar era fundamentalmente a los demás miembros del pueblo de Israel."
Creo que he encontrado la cita de lo que comentas: (Lv 19, 18) "No te vengarás ni guardarás rencor contra los hijos de tu pueblo. Amarás a tú prójimo, como a ti mismo. Yo Yahvé". Este texto explica el porqué de la pregunta del fariseo "¿quién es mi prójimo?", y la contestación de Jesús en realidad modifica al Levítico, por medio de una parábola aplastante.
Gracias por aportar tu visión de la vocación médica Nachet.
También es interesante la explicación que diste de la parábola del samaritano y la pureza legal del sacerdote y el escriba.
Buenas noches a todos.
Bienvenido al blog y muchas gracias por tu comentario.
Eso es. Cuando el cristiano no puede humanamente amar a otra persona porque le es ajena, el amor de Cristo y a Cristo le permite amar a esa persona, hacerse su prójimo.
Me parece un artículo excelente. Lo has explicado de maravilla. Se aprende mucho también en este blog con los comentarios de los lectores. Hay mucha materia gris y mucha sabiduria. Que siga así o mejor.
Hablas del amor a Dios de los misioneros, y María Lourdes Quinn, en su último post, cuenta de Santa Teresa de los Andes que "escribió cartas tan llenas del amor de Dios que atrajo a muchas de sus conocidas a la vida religiosa, como su hermana Rebeca".
Puede ser que para amar a Dios, nos tiene que llenar antes Él en la medida en que nos dejemos. Pero ¿por qué una misionera, que es como yo, se deja inundar, y yo apenas dejo que caigan dos gotas? ¿Por qué ella disfruta del deleite de la caridad de que hablaba un tal Tom y yo me lo pierdo? Además del instinto de supervivencia y protección, podría haber un instinto de felicidad.
¿Qué te han parecido esas fotos?, ¿casualidad o algo más?. Primero esos rostros y después la Cruz entre las ruinas, que fué rescatada y ahora se alza en el lugar del suceso. Me gustaría conocer tanto tu opinión como la del resto, si os parece bien.
Un cordial saludo.
P.D. Yo soy muy reacia a creer en ángeles o demonios; sí creo en Dios y en que existe el Mal, pero lo otro, hasta que he visto esas fotos...no sé.
Un saludo cordial. Ahora tengo que irme.
Por cierto, no consulté la Summa antes, aunque me imagino lo que Tom dice.
Es que aunque pueda parecer una loca o una supersticiosa o qué se yo, esas fotos, en caso de no ser casualidad (y es que es todo una cadena que me resulta muy difícil creer que sea casual) pues además de inquietarme mucho, me obliga a cambiar muy a mi pesar el punto de vista que tenía sobre el tema de ángeles y demonios. Así que por eso estoy pidiendo vuestro parecer sobre tales fotos.
Un cordial saludo.
Sí, pero es que esas caras...y después la Cruz entre los escombros...yo veo un mensaje en todo esto, un algo que no es casual, aunque se me tilde de loca.
Un cordial saludo.
Las fotos que cuelgas son bastante antiguas, y tuvieron mucha difusión. Personalmente creo que en el caso de los "rostros del diablo" se trata de un simple efecto óptico. Lo de la cruz, que duda cabe que puede ser una casualidad, aunque en esta vida las casualidades son más raras de lo que se piensa. Quién sabe, tal vez sea un signo ¿por qué no? Los antiguos cristianos veían signos de Dios en cualquier cosa extraordinaria que ocurría, y nosotros muchas veces decimos que hay que ver a Dios en cada pequeña maravilla diaria (sin caer en el panteísmo).
La existencia del demonio está atestiguada por las Escrituras, comenzando por Jesucristo, que cita al demonio o a los demonios más de una docena de veces. Y no como una "figura literaria para representar al Mal", sino como una persona, un ente concreto. Los casos de posesiones auténticas recopilados por los exorcistas autorizados son francamente reveladores de la realidad de ese fenómeno.
En cuanto a los ángeles, es evidente que si los demonios son ángeles caídos, también existen. También Jesucristo habla de ellos. Aparentemente, Dios los enviaba más en los tiempos antiguos que ahora. Mientras existen muchas apariciones (falsas o auténticas) de la Virgen, y no pocas de Jesucristo, las de ángeles son raras.
No olvidemos, ante apariciones supuestas de ángeles o de demonios, como las de las fotos del 11-M, que unos y otros son seres espirituales y que la imagen que tenemos de ellos está fuertemente influenciada por nuestra herencia cultural greco-romana. En el AT se les describe a los ángeles como "jóvenes" de rostro difuso, o como seres luminosos, muchas veces con forma indefinida, de presencia aterradora para los hombres (con frecuencia su saludo es "no temas", como con la Virgen). Los ángeles que anuncian la Resurrección a las mujeres son como jóvenes vestidos de blanco luminoso con aspecto extraño y atemorizador. En cuanto a los demonios, el NT no concreta mucho: cuando toman posesión de alguien, son expulsados en forma de "espíritus inmundos". Se supone que un demonio puede adoptar cualquier forma, incluyendo, claro está, la que nosotros asociamos culturalmente con un demonio, aunque en realidad son mucho más peligrosos cuando no tienen apariencia extraña.
Muchísimas gracias por tu respuesta. Yo siempre me había tomado lo de los demonios como lo que indicas, figuras literarias para representar al Mal, y la verdad es que el que sean entes concretos no me hace ni pizca de gracia, como el caso de posesiones que, como ya la indiqué a Flavia en otro comentario, prefiero no creerlo (no que no lo crea, sino que no quiero creerlo), pues es para salir despavorida. ¡A ver como encajo yo esto!.
Un cordial saludo
Un saludo.
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