El sufrimiento de un niño
Hoy he pasado el día en el hospital, con uno de mis hijos. Gracias a Dios, ya está mucho mejor. Tiene un problema crónico y, aunque normalmente está controlado, de vez en cuando se le junta con una gastroenteritis o alguna otra cosa similar y hay que llevarle al hospital y, a veces, ingresarle unos días. El pobre, como ya sabe que en el hospital le van a pinchar y hacer perrerías, suele poner mala cara o echarse a llorar en cuanto ve una bata blanca.
El sufrimiento de un niño presenta una dificultad especial a la razón y se sustrae a cualquier intento de entenderlo. El dolor es quizá el mejor alfiler para romper los globos que infla el racionalismo al reducir la realidad a lo que el ser humano puede entender y dominar. La punta infinitamente aguda y concreta del dolor penetra en el globo y deja entrar la realidad que la mentalidad racionalista había excluido a priori.