InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Moral

2.06.25

¿Comienza la caída de Amoris Laetitia?

En estos primeros días de un nuevo pontificado, muchos habrán pensado sobre lo que va a suceder con Amoris Laetitia, la exhortación postsinodal del Papa Francisco que introdujo indirectamente el divorcio en la Iglesia, permitiendo la comunión sin arrepentimiento ni propósito de la enmienda para los que vivían en una nueva unión de carácter adulterino

Algo tiene que suceder con ella, porque lo cierto es que en Amoris Laetitia se niegan varios principios fundamentales de la fe y de la moral católicas: la existencia de actos intrínsecamente malos, el principio de que el fin no justifica los medios, la certeza (definida en Trento) de que Dios siempre da la gracia necesaria para no pecar, la seguridad de que Dios no quiere que pequemos, la obviedad de que los pecados mortales son eso, pecados mortales que llevan al infierno y no simples fallos en alcanzar un ideal, etc. Cualquier católico está dispuesto a aceptar el magisterio de la Iglesia, pero no podemos mantener creencias contradictorias, porque ad impossibilia nemo tenetur. Es imposible mantener, a la vez, la constante Tradición dogmática y moral de la Iglesia y varias enseñanzas de Amoris Laetitia que niegan esa Tradición. En consecuencia, parece forzoso concluir que esas enseñanzas específicas de Amoris Laetitia no son verdadero magisterio y que hay que abandonarlas.

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7.05.25

Elogio de la polarización

Estos días en que se habla de los cardenales del cónclave y del posible nuevo Papa, casi siempre surge algún lector que se queja de la “polarización”, diciendo que no es propio de cristianos hablar así, que hay que llevarse bien, que es un escándalo que los católicos discutan y cosas similares.

Todo muy comprensible, claro. ¿A quién no le molestan las peleas y las discusiones? ¿No dice San Pablo que las rencillas, divisiones y disensiones son “obras de la carne” (cf. Gal 5,19-29)? ¿No es Cristo el Príncipe de la Paz?

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31.03.25

Prohibido prohibir en el Dicasterio para la Doctrina de la Fe

En un artículo publicado hace dos días, Alejandro Bermúdez afirmaba que “el Vaticano abre las puertas al cambio de sexo”. Con ello se refería a que el cardenal Víctor Manuel Fernández intentó recientemente convertir en “doctrina” una “controvertida conferencia que dio en Alemania sobre cambio de sexo”.

Desgraciadamente, el artículo describía lo que en efecto ha sucedido. El cardenal Fernández ha publicado como documento oficial del Dicasterio para la Doctrina de la Fe una conferencia que pronunció en el país germánico, en la que repetía la doctrina de la Iglesia de que las operaciones del llamado “cambio de sexo” no están permitidas moralmente, pero, como novedad, introducía una excepción: el caso de “fuertes disforias que pueden llevar a una existencia insoportable o incluso al suicidio”. Es decir, cambiarse de sexo es inmoral a no ser que lo desees mucho, mucho, mucho de verdad. Puro sentimentalismo. Como si el hecho de que uno desee mucho pecar hiciera que el pecado fuese menos malo o incluso bueno.

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7.03.24

Crónica de una confesión (en el tribunal de la impenitencia)

Traigo hoy al blog la colaboración de un autor invitado, D. Federico María, que nos ofrece el divertido diálogo de una confesión imaginada, según los presupuestos de la “nueva moral” que propone el flamante Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el cardenal Víctor Manuel Fernández.

Aunque el formato sea algo incómodo, no dejen de leer las notas del final cuando vayan apareciendo en el texto, porque en ellas se muestra que la comedia del diálogo, por disparatada que parezca, no es más que la aplicación seria y literal de las indicaciones del cardenal Tucho Fernández. Vivimos en tiempos tragicómicos, en que lo surrealista y absurdo es el pan nuestro de cada día.

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15.01.24

No, no podemos esperar que el infierno esté vacío

La existencia del infierno es uno de los grandes escándalos para la ideología posmoderna. Buenistas, relativistas y adolescentes perpetuos no pueden soportar la idea misma de un infierno, porque va contra su religión (que ni siquiera saben que tienen). Por eso, hoy en día, muchos, muchísimos “cristianos” progresistas simplemente no creen en el infierno. Han abandonado esa parte de la fe como si fuera un trasto viejo, estropeado e inservible, sin darse cuenta de que con la verdad y la fe no se negocia, es todo o nada. Como ya enseñaba Santo Tomás, no se pueden escoger algunas verdades o partes de la fe más agradables y rechazar otras, porque quien lo hace, en realidad, está abandonando la fe por completo y sustituyéndola por sus propias opiniones.

Esto está claro para cualquiera que conserve aún la fe católica. ¿Qué pasa sin embargo con esa idea que se ha ido extendiendo en ámbitos pretendidamente ortodoxos de que podemos, e incluso debemos, esperar que el infierno esté vacío? Es justamente lo que el mismo Papa Francisco acaba de afirmar al ser entrevistado en un programa de la televisión italiana: “Me gusta pensar que el infierno está vacío. Sí, es difícil imaginarlo. Esto que digo no es un dogma de fe, sino una cosa mía personal: me gusta pensar que el infierno está vacío. ¡Espero que así sea!”.

A primera vista, es una posibilidad admisible para un católico. A fin de cuentas, la Iglesia ha canonizado a muchos santos, asegurándonos que están en el cielo, pero no tiene “anticanonizaciones” para declarar que una persona concreta está en el infierno. Además, la Escritura enseña que Dios quiere que todos se salven, de modo que nosotros debemos desear lo mismo. ¿Qué persona razonable puede desear que alguien se condene? Por lo tanto, mientras defendamos la existencia del infierno como posibilidad, parece razonable y hasta encomiable esperar y confiar en que, en la práctica y por la misericordia de Dios, esté vacío, ¿no? No.

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