En los últimos artículos de esta serie, hemos analizado varias propuestas recientes contrarias a la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio, su indisolubilidad, etc. Algunas eran ingeniosas, otras muy sencillas; unas eran conclusiones que procedían de premisas ocultas, otras pretendían prescindir de la lógica.
Hoy vamos a tratar una propuesta completamente nueva, no sólo como argumentación, sino como enfoque. En este caso, en lugar de intentar introducir el divorcio y el adulterio de manera más o menos forzada en el conjunto de la doctrina de la Iglesia, obviando o disimulando los puntos de contradicción, lo que se hace es diluir completamente la doctrina de la Iglesia en general, hasta que ya no pueda haber contradicción, porque no hay nada sólido que pueda crear esa contradicción.
El autor de la propuesta es Mons. Santiago Agrelo, arzobispo de Tánger, en una entrevista concedida hace unos días en Huesca:
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