La comunión de los santos y su parodia
A veces, cuando uno lee la noticia del último disparate eclesial, se asombra y piensa: ¿Cómo ha podido suceder esto? ¿Por qué nadie lo impide? ¿Están ciegos? Y al cabo de un par de horas o un par de días el escándalo se olvida, hasta que llega la noticia de un nuevo disparate eclesial y uno se indigna de nuevo y se pregunta otra vez el porqué.
Hoy me he desayunado con uno de esos escándalos: una Misa “de carnaval” en Alemania que comienza con un espectáculo de acróbatas y saltimbanquis, donde el diácono predica burlándose del celibato sacerdotal y suscita un gran aplauso entre la concurrencia, donde uno de los sacerdotes se viste de mujer antes de ponerse a cantar canciones de juerga en la Iglesia y donde un pastor protestante recibe solemnemente la Comunión.
Lo cierto es que este escándalo indignante y los demás que vemos en titulares y en la televisión no son acontecimientos independientes y casuales, aunque la forma de presentarlos en los medios de comunicación pueda dar esa impresión. Todo está relacionado y unos escándalos llevan casi indefectiblemente a otros. En particular, la gran masa de escándalos desconocidos, ya sea porque se ocultan intencionadamente o porque son tan habituales en algunos lugares que dejan de ser noticia, es la que alimenta, sostiene y protege los escándalos que aparecen en primera plana.