Tienen otra religión
A la vista de los resultados de los círculos menores del Sínodo de la Amazonia, ya no puede quedarme duda: una buena parte de los padres sinodales tienen una fe distinta a la mía, pertenecen a otra religión diferente. Quizá incluso se trate de la mayoría.
Estas semanas, he leído con horror afirmaciones que ponían en el mismo plano la Revelación de Dios y las ocurrencias más o menos disparatadas de cuatro tribus amazónicas, he visto ceremonias paganas con idolillos en el Vaticano y sus alrededores, he escuchado a obispos que niegan la doctrina infalible que limita el sacerdocio a los varones y los he visto idolatrar a los pueblos indígenas como si no tuvieran pecado original (hasta el punto de contemporizar con el infanticidio).
En las conclusiones de los círculos menores, la mayoría rechazan impíamente, de forma apenas disimulada, el celibato sacerdotal (que es gloria y Tradición de la Iglesia Latina), desprecian a los indígenas al considerarlos incapaces de vivir la castidad perfecta, piden el acceso de las mujeres al sacramento del orden, eliminan la distinción entre sacerdotes y laicos, pretenden que la Iglesia acompañe a los hombres “sin distinción de credos” en lugar de evangelizarlos, blasfeman al llamar “sensus fidei” a sus despropósitos ideológicos, anteponen el activismo a la contemplación y la cultura al Evangelio, quieren rescatar “los distintos rituales, símbolos y modos celebrativos de las comunidades indígenas” a pesar de que están evidentemente cargados de paganismo e incluso coquetean con la idea de un “rito amazónico”, previsiblemente calcado de esas ceremonias claramente paganas que hemos tenido la desgracia de contemplar estos días.