InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Iglesia en el mundo

5.06.17

Mejores que Jesucristo

Después de mucho tiempo pensando sobre esta cuestión, he ido llegando a la conclusión de que las diversas heterodoxias actuales pueden atribuirse, en su gran mayoría, al asombroso convencimiento de sus autores de que son mejores que Jesucristo. Ya sé que desafía a la imaginación que alguien se defina como cristiano y crea ser mejor que Cristo, pero, desgraciadamente en este caso, la realidad supera con creces nuestra imaginación.

La soberbia desorbitada del pensamiento actual, con raíces en el evolucionismo filosófico, ha hecho que el hombre moderno mire por encima del hombro a todos los hombres de épocas anteriores por el mero hecho de haber vivido en el pasado. En ese sentido, se da por supuesto que el presente siempre y por definición es superior al pasado. Esta tendencia, que es casi universal en el pensamiento moderno, tiene su expresión dentro de la Iglesia en los variados heterodoxos actuales que, como lo más natural del mundo, miran por encima del hombro al propio Cristo.

El caso más claro, sin duda, es el de la plaga de eclesiásticos empeñados en admitir el divorcio en la Iglesia so capa de misericordia. Lo planteen como lo planteen, subyace a todos sus razonamientos el convencimiento de ser más misericordiosos que Jesucristo, que prohibió explícitamente y con absoluta claridad el divorcio. A este carro se suben todos los deseosos de aprobar las parejas del mismo sexo, las relaciones prematrimoniales, los anticonceptivos y un largo etcétera, considerando que Jesús, en realidad, vino a la tierra para decirles lo que ellos ya sabían y para darles unas cariñosas palmaditas en la espalda por lo listos que son.

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30.05.17

Santo Tomás Becket. A Dios lo que es de Dios

En esta época en la que la Iglesia parece sucumbir a un ritmo acelerado ante las presiones del Estado en todo el mundo, no se me ocurre ninguna lectura mejor que aconsejar a los lectores que el último libro que ha publicado la Editorial Vita Brevis. Se trata de Santo Tomás Becket. A Dios lo que es de Dios, un libro de Robert Hugh Benson.

A mi juicio, leer esta vida de Santo Tomás de Canterbury, o Tomás Becket, resulta especialmente interesante y esperanzador para los católicos de nuestro tiempo. Quizá la mayoría de los obispos de hoy no se caractericen precisamente por su gran valentía, pero en la historia de la Iglesia tenemos grandes ejemplos de obispos sin miedo, como Santo Tomás, que supieron plantar cara a los tiranos de su época. Leyendo sus historias, se alimentará nuestra esperanza de que también hoy la gracia de Dios haga milagros entre nosotros.

Conviene tener en cuenta que el enfrentamiento entre Enrique II Plantagenet de Inglaterra y Santo Tomás Becket no fue simplemente un desencuentro personal entre dos personajes, sino algo más profundo. Se trató de una de las primeras manifestaciones de la gran disputa entre la Iglesia y el Estado, ocasionada por las pretensiones de este último de obtener el control absoluto de la sociedad. De hecho, a grandes rasgos se podría contar la historia de los siglos posteriores a la Edad Media como la victoria progresiva del Estado en su lucha por suplantar a Dios y hacerse omnipotente en la vida de los hombres.

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12.05.17

Oración para rezar por el Papa

Los católicos siempre rezamos por el Papa. Como mínimo, cada vez que vamos a Misa: “Acuérdate Señor de tu Iglesia […] y con el Papa Francisco, con nuestro obispo N. y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a la perfección por la caridad”. El mínimo, sin embargo, raramente es lo mejor.

A mi juicio, conviene que recemos mucho por el Papa, porque lo necesita. Si cualquiera de nosotros necesita las oraciones de los demás, ¿cómo no las va a necesitar el Papa, que tiene una tremenda responsabilidad? Especialmente en tiempos difíciles para la Iglesia, estamos llamados a sostenerlo con nuestra oración, igual que Aarón y Jur sostenían en alto los brazos de Moisés durante la batalla contra los amalecitas (Ex 17,8-16).

Pensando en esto, he compuesto una oración para rezar por el Papa y la traigo al blog por si algún lector quiere usarla.

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8.05.17

Hay elogios que matan (Marciano Vidal y Amoris Laetitia)

La semana pasada, tuvo lugar en Madrid la celebración de las “II Conversaciones” de la editorial PPC (propiedad de los marianistas) y del Instituto Superior de Pastoral (perteneciente a la Universidad Pontificia de Salamanca).

El orador más conocido fue el redentorista Marciano Vidal, famoso porque, siendo profesor en varias universidades, propuso una doctrina moral heterodoxa conocida como la “moral de actitudes”. Esta moral tiene como núcleo principal la idea de que la unión con Dios, el estado de gracia, no se pierde con los pecados, por muy graves que sean, siempre que se mantenga una “actitud” u opción fundamental hacia Dios. Por resumir, se trata de una especie de luteranismo secularizado, en el que la justificación por la fe del reformador alemán se sustituye por ese concepto vago y difuso de opción fundamental, que todo lo justifica y que convierte los pecados más graves en equivocaciones irrelevantes y sin consecuencias. En ese sentido, enseñó durante años, por ejemplo, que la masturbación, el uso de anticonceptivos, la esterilización o las relaciones homosexuales, entre otras cosas, no tenían por qué romper la comunión con Dios.

El Rvdo. P. Marciano aprovechó el caos posconciliar para difundir sus heterodoxias a diestro y siniestro con gran éxito, ya que su moral secularizada resultaba muy atractiva en una época en la que la obsesión era amoldarse como fuera al mundo. Por desgracia, tanto los obispos como sus superiores mantuvieron silencio durante años, mientras sus obras, en particular el libro Moral de actitudes, se difundían por todas partes, especialmente en seminarios y universidades católicas, haciendo un daño irreparable a la conciencia moral de una generación entera de sacerdotes, teólogos y obispos (cuyos frutos estamos recogiendo ahora).

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20.03.17

La causa de Cristo siempre está en su última agonía

Por alguna extraña razón, las verdades más terribles de nuestra religión siempre me consuelan de una forma especial en mi debilidad. El pecado original, las infidelidades de Israel, la agonía y la muerte de Cristo, la traición de Pedro y los apóstoles, los innumerables pecados de clérigos y seglares en la historia de la Iglesia y el Juicio Final siempre han sido para mí una garantía de que la fe católica es cierta y no una teoría humana más o menos placentera, una mera ideología que somete la realidad a moldes estrechos y falsos.

Es cierto, soy débil, pecador, inconstante, necio y nada de fiar, pero precisamente por eso, cuando soy débil, entonces soy fuerte. Porque la salvación no depende de mí, sino de Cristo, que ha vencido al mundo. Es cierto, la Iglesia es un desastre, sus dirigentes a menudo parecen empeñados en destruirla, sus soldados rehúyen la batalla, sus santos escasean y da la impresión de que hasta sus vírgenes se han dormido. Pero sabiendo que esto había de suceder, Cristo la amó y se entregó por ella, para santificarla.

Con el deseo de animar a los lectores en estos tiempos difíciles, traduzco para el blog un pequeño texto de Newman (de sus tiempos anglicanos) en el que el gran cardenal hablaba de estas cosas. La Iglesia siempre ha sido un desastre y siempre lo será hasta el último día. Por supuesto, esto no quita gravedad a la situación actual, pero sí nos da una perspectiva diferente, de eternidad. Poned los ojos en las cosas de arriba y no en las de la tierra.

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