InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Iglesia en el mundo

24.02.20

Ya tenemos innumerables diaconisas

La discusión sobre el diaconado de la mujer es una de esas discusiones modernas en las que todos saben que lo que se está discutiendo es otra cosa, pero unos fingen lo contrario para pescar a río revuelto y otros por un falso sentido del fair-play o, quizá, porque no tienen dos dedos de frente.

Lo cierto es que “diaconisa” significa dos cosas diferentes. En el original griego, significa simplemente “servidora".  En otro sentido, haría referencia al femenino del diácono, como “sacerdotisa” es el femenino de sacerdote. ¿A cuál de los dos significados se refiere la discusión sobre las diaconisas? En realidad, como es fácil descubrir, a ninguno de los dos.

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19.02.20

El hoyo bajo la Iglesia

Es curioso que las frases más duras de la Escritura fueran pronunciadas casi siempre por nuestro Señor. Qué diferente es el verdadero Cristo de ese Jesús empalagoso, buenista y sesentero que algunos se empeñan en imaginarse.

Desde pequeño, me ha parecido que una de las más terribles de esas frases terribles de la Biblia es la que aparece en la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro. Cuando ambos mueren, Epulón, que está en el infierno, pide que Lázaro moje el dedo en agua y vaya al infierno a refrescar su lengua. La respuesta es que eso es imposible, porque entre los salvados y los condenados hay un abismo que no se puede franquear. Si eso ya es terrible, aún más dura es la respuesta a la siguiente petición. Cuando Epulón pide que Lázaro sea enviado a avisar a sus hermanos, para que se conviertan y eviten ir al infierno, se le responde que, si no hacen caso a Moisés y los profetas, tampoco harían caso aunque resucitara un muerto. Uno difícilmente puede evitar estremecerse al pensar que, al ir a Misa, a menudo escucha, sin prestar mucha atención, a “Moisés y a los profetas” y al propio Resucitado.

El domingo me acordé de esto, porque las lecturas parecían estar hablando a los que proclaman de forma pública que no quieren escuchar. El Evangelio habló de que quien se casa con una divorciada o un divorciado comete adulterio. Sí, adulterio. Con todas las letras. Cumpliendo sus propios mandatos, Jesús habló con claridad: que vuestro sí sea sí y vuestro no sea no. Sin excusas, sin eufemismos y sin truquitos para seguir pecando con la conciencia tranquila. Con misericordia y con verdad, sabiendo que, sin la segunda, la primera es falsa misericordia.

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30.01.20

El problema no es que el sínodo alemán sea vinculante o no

En referencia a la llamada “asamblea sinodal” alemana, que ha comenzado hoy, el cardenal Woelki ha afirmado recientemente, con muy buena intención, que “las decisiones de la asamblea sinodal no tienen efectos legales por sí mismas” y, por lo tanto, cada obispo alemán será libre de asumir o no esas decisiones. Es curioso que se pueda decir algo que es evidentemente cierto y, a la vez, errar el tiro de forma tan rotunda.

Por supuesto, tiene razón en que ese extraño engendro sinodal que han inventado algunos obispos alemanes y que acaba de comenzar no es vinculante, ni para los obispos ni para nadie. Las conferencias episcopales no tienen ningún poder doctrinal y mucho menos lo tienen los inventos no canónicos claramente utilizados para dar la apariencia de legalidad cuando se va más allá de ella.

El problema, sin embargo, no está en la canonicidad o falta de ella. Es un problema de fe. Los obispos alemanes están celebrando una “asamblea sinodal” para negar la fe católica y cambiarla, como varios de ellos ya han reconocido. Cuando eso sucede, los demás obispos no pueden limitarse a decir que esos cambios de la fe no son “obligatorios” para ellos y que, en su diócesis, pueden seguir manteniendo la fe católica. La Iglesia no funciona así. No puede haber una fe en estas diócesis y otra fe diferente en aquellas diócesis de más allá. La unidad de la Iglesia que recordamos en el credo supone, como enseña San Pablo, un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios Padre.

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14.01.20

Gracias, cardenal Kasper

Ahora que ha pasado el tiempo navideño, creo que conviene retomar un tema poco apropiado para las festividades, pero que no debe caer en el olvido, porque se trata de uno de esos sucesos que pueden abrir los ojos sobre lo que está pasando. Además, confieso que hace que me sienta agradecido al cardenal Kasper, algo que no ocurre todos los días.

Mi agradecimiento al cardenal Kasper viene de que se ha molestado en conceder una entrevista a José Manuel Vidal (algo que tiene su mérito y que debería descontarle al menos un par de siglos de purgatorio) con el único y exclusivo fin de demostrar que en InfoCatólica teníamos razón en todo lo que dijimos sobre el Sínodo de la Familia. Bueno, no sé si era su fin único y exclusivo, pero sin duda eso es lo que ha conseguido y yo se lo agradezco de todo corazón.

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3.12.19

Lex orandi y proselitismo

Ya hemos hablado algunas veces del famoso proselitismo, que parece ser la suma de todo mal sin mezcla de bien alguno. Como nadie termina de explicarlo con claridad, quizá sea bueno que nos acojamos para evitarlo a una guía segura de la fe católica: la lex orandi, la liturgia que plasma y transmite la Tradición de la Iglesia. Hoy, de hecho, celebramos la memoria de San Francisco Javier, patrono de las misiones, así que podríamos rezar su oración colecta, para entender mejor lo que la Iglesia entiende por evangelización:

Señor, Dios nuestro, que quisiste que numerosos pueblos llegaran a conocerte por medio de la predicación de san Francisco Javier, concede a todos los bautizados un gran celo por la propagación de la fe, para que así tu Iglesia pueda alegrarse de ver aumentados sus hijos en todo el mundo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

No hace falta comentar mucho, solo enumerar: 1) predicación a los que no conocen a Cristo, 2) celo por la propagación de la fe, 3) alegría por ver aumentados los hijos de la Iglesia. Nada de eso debe considerarse “proselitismo” en el mal sentido de la palabra y sí proselitismo bueno o evangelización.

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