InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Iglesia en el mundo
28.10.21
21.10.21
Summus clericalismus
Siempre me alegra que el Papa Francisco hable del clericalismo, porque es, sin duda, una de las plagas que sufre el catolicismo en la actualidad. A veces uno mira al pasado y se lamenta de lo mucho que hemos perdido en la Iglesia, pero, irónicamente, si hay algo que hemos conservado y aumentado es el malhadado clericalismo. El catolicismo es sustancialmente clerical, por voluntad de Cristo que quiso instituir la jerarquía del orden sacerdotal, pero el clericalismo no es más que una parodia y un abuso de ese designio de Dios.
Por supuesto, como casi todo en esta vida, el clericalismo admite grados muy diversos y hay clericalismos inofensivos, que son más bien rarezas, manías de carácter o pequeñas vanidades de los clérigos que otra cosa. Existe, sin embargo, un clericalismo letal para la Iglesia, que consiste en el abuso de la autoridad sacerdotal o episcopal para pretender imponer o defender cosas que no son de Dios, sino ocurrencias más o menos disparatadas, deseos de poder, ansias de quedar bien con el mundo o incluso intentos de adulterar la fe y sustituirla por otra. Es este clericalismo el que explica gran cantidad de los males que nos aquejan, porque, si somos sinceros, la mayoría de los problemas graves de la Iglesia en el último medio siglo han sido de origen endógeno.
8.10.21
¿Un Camino o varios caminos?
Hace unos días, el Papa Francisco participó en un encuentro sobre “religiones y educación”, destinado, según parece, a lograr un “pacto mundial sobre la educación”. Ya imaginarán los lectores que, de ese tipo de iniciativas, se puede esperar poco de bueno y mucha palabrería y confusión. ¿Qué le vamos a hacer? Es la naturaleza misma de esos encuentros, que tradicionalmente la Iglesia siempre ha mirado con bastante desconfianza.
A nadie sorprenderá que el Papa haya realizado las acostumbradas llamadas a esa vaga “fraternidad universal” al margen de Cristo que está empeñado en promocionar, haya condenado el aún más vago “fundamentalismo” o haya pedido que llevemos un estilo de vida “eco-sostenible”. A eso se suman varias frases que, a mi entender, están prácticamente vacías de sentido y resultarían más apropiadas en un libro de autoayuda (como “que se piense lo que se siente y se hace; que se sienta lo que se piensa y se hace; que se haga lo que se siente y se piensa”). En fin, como decía, de este tipo de encuentros no se puede esperar mucho más.
Uno desearía, sin embargo, que al menos el Sucesor de Pedro no afirmara expresamente cosas contrarias a la fe. En esta ocasión, el Papa Francisco ha afirmado esto: “Si en el pasado las diferencias [entre las distintas religiones] nos han puesto en contraste, hoy vemos en ellas la riqueza de caminos distintos para llegar a Dios”.
23.09.21
De la boca de los comentaristas y los niños de pecho
El otro día, en Eslovaquia, el Papa Francisco se reunió con jesuitas del país y tuvo una conversación distendida con ellos. Prefiero no comentar la mayor parte de esa conversación, porque creo que tiene más que ver con debilidades humanas que otra cosa. Hay una frase, sin embargo, de la que conviene hablar, porque afecta a toda la Iglesia y a la fe y la moral católicas.
Ante la pregunta de un joven jesuita, el Papa dijo: “Estoy pensando en el trabajo que se ha realizado —el Padre Spadaro estaba allí— en el Sínodo de la Familia para hacer entender que las parejas en segunda unión no están ya condenadas al infierno”. Es una frase asombrosa, que nos revela lo que piensa el Papa sobre Amoris Laetitia y sobre el cambio que quiere realizar en la moral de la Iglesia.
A mí la frase más bien me deja sin palabras, pero, por suerte, una comentarista con el norteño seudónimo de Argia ha hecho honor a su nombre (argia significa luz) y ha dejado en mi blog un resumen difícilmente mejorable de lo que ha dicho el Papa:
18.09.21
Soluciones baratas para la Iglesia
Hace unos días, como ya sabrán los lectores, el Patriarca de Constantinopla, el arzobispo anglicano de Canterbury y el Papa Francisco firmaron un mensaje conjunto sobre el cambio climático. O quizá no lo sepan, porque es una ley de hierro inmutable que este tipo de gestos, cuando se repiten muchas veces, cada vez van despertando menor interés y, a no ser que se vaya elevando el carácter chocante y llamativo, la opinión pública los ignora.
Yo, la verdad, prefiero no leer documentos de esta índole, que gracias a Dios y por su propia naturaleza no son magisteriales. En estos tiempos, sin embargo, es muy difícil escapar a la información intrascendente, con la que se nos bombardea mil veces por todas partes hasta la saciedad, incluso si uno es prácticamente un ermitaño. Así, sin haberlo buscado, ha llegado a mis ojos un fragmento del mensaje que me ha entristecido.