InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: General

12.04.11

Antes y después

Hace años, visité Roma justo cuando estaba siendo restaurada la Capilla Sixtina. En aquel momento, una mitad del techo estaba restaurada y la otra mitad seguía sin restaurar, con lo cual se podían apreciar muy bien las diferencias. Francamente, sin querer menospreciar la labor de los restauradores, era mucho más bonita la parte sin restaurar. Los años le habían proporcionado una pátina de antigüedad que hacía más sutiles los colores (en lugar de los chillones naranjas y azules de la restauración), fundía unas figuras con otras y, en general, otorgaba una cierta profundidad al conjunto.

Pensando en cómo las obras de los grandes artistas mejoraban con el tiempo, me preguntaba si algunos de los horribles adefesios que llamamos parroquias en España también mejorarían con dos o tres siglos encima. Y, desgraciadamente, llegué a la conclusión de que no sería así. El vino bueno mejora con el tiempo, pero el vinagre lo que hace es avinagrarse aún más. Las parroquias que parecen fábricas y aparentemente han sido diseñadas por arquitectos ateo-pagano-psicópatas con el único propósito de quitar la devoción a los cristianos, seguirán quitando la devoción dentro de cien años.

He visto unas fotos, sin embargo, que me han devuelto la esperanza en este ámbito. Con ellas me he dado cuenta de que no todo está perdido. Quizá nuestras parroquias-fábrica no puedan mejorar por sí solas, por el mero paso de los siglos, pero siempre es posible utilizarlas como un simple escenario en el que crear algo bonito, a la vez que se da sacralidad a lo que no la tiene, como hicieron los cristianos con las primeras basílicas, que eran edificios públicos.

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25.03.11

Así hay que decir las cosas

A mi juicio, uno de los grandes problemas de nuestro tiempo es que los cristianos estamos acomplejados por una sociedad hostil y nos avergonzamos de ser católicos. Y, en consecuencia, nos da vergüenza hablar como católicos y utilizamos un lenguaje políticamente correcto y lo más insustancial posible. Basta leer buena parte de los documentos de los obispos que, superficialmente, son indistinguibles de los comunicados de los políticos. Hablamos como habla el mundo y podríamos sospechar que eso se debe a que pensamos como piensa el mundo.

Teniendo en cuenta esto, me ha alegrado leer el nuevo blog parroquial de D. Omar Martínez, un sacerdote salvadoreño de cuyo antiguo blog parroquial ya les hablé. Me ha gustado mucho un post en el que anuncia las horas para las confesiones y una celebración penitencial que hubo en la parroquia el otro día. No se limita a incluir impersonalmente una “tabla de horarios del sacramento de la penitencia", ni sa anunciar que “tuvo lugar una celebración penitencial comunitaria parroquial”, que es lo que estamos acostumbrados a oír. No. Titula el post: “Veía a Satanás cayendo del cielo como un rayo”. ¡Muy bien! Sin tonterías ni lenguajes políticamente correctos. Satanás cayendo del cielo como un rayo, la frase que dijo el Señor (Lc 10,18) cuando envió a los discípulos a expulsar a los demonios. Me ha encantado, porque eso es exactamente lo que sucede en las confesiones, aunque no sea políticamente correcto decirlo.

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19.03.11

Imágenes de Japón

Llevo varios días trabajando en la traducción simultánea de las noticias que vienen de Japón para un canal de televisión. Una semana contemplando las imágenes terribles de la devastación producida por el terremoto y el tsunami y del riesgo posterior de contaminación radioactiva en la central de Fukushima.

Una de las imágenes más duras era de las olas enormes del tsunami que arrasaban una población, mientras se podía ver a unas figuras minúsculas corriendo para salvarse de ellas. Las voces japonesas de los que estaban junto a la cámara (que yo escuchaba traducidas al inglés) gritaban con angustia “corred, corred, sólo un poco más", mientras se oían de fondo los gritos de varias mujeres. Las imágenes se interrumpían y no se llegaba a saber que había pasado con aquellas personas. Igual que nadie conocerá los últimos momentos de miles y miles de personas que murieron ahogadas o aplastadas.

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17.03.11

¿Cuándo fue la última vez que te confesaste de tentar a Dios?

Algunas personas apenas escuchan las lecturas en la Misa. Ésos son los buenos y piadosos. Los demás generalmente no las escuchan en absoluto. Supongo que no es necesario probar esto que digo, ya que resulta evidente, pero, para darse cuenta de ello, basta compararlo con un ejemplo de la vida “civil”.

Es cosa sabida que los maridos (todos menos yo, por supuesto, cariño) desarrollan la habilidad de poner cara de atención a las interesantes historias de sus esposas sobre la vecina del tercero mientras piensan en fútbol, trabajo o Teología. Asienten con la cabeza, emiten periódicamente sonidos difusos y poco comprometedores y dicen cosas como “ya”, “claro” o “vaya”. Sin embargo, la ley de hierro de la supervivencia de los más aptos hace que, al cabo de algunos años, los maridos descubran que eso no basta: es esencial tener un piloto automático inconsciente que detecte frases peligrosas o extrañas en la conversación, para pasar inmediatamente de modo Auto a modo Consciente. Me refiero a cosas como “es baratísimo”, “me han dicho que la obra sólo tardaría un mes” o “dice mi madre que estaría encantada de pasar tres meses con nosotros”. Un marido que ignora esas señales está corriendo graves riesgos.

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14.03.11

Una monja adopta un hijo

Hablábamos ayer del proyecto de un blog norteamericano de adoptar virtualmente a “sacerdotisas” para rezar por ellas. Algún lector comentó la posibilidad de adoptar a las energúmenas que irrumpieron hace poco en una Misa y se desnudaron como “acto de protesta”. Otros pensaron en adoptar a los japoneses que están sufriendo lo del tsunami y rezar por ellos. Hasta hubo (horresco referens) quien sugirió adoptar a Luis.

Todo esto me ha animado a traer al blog un relato estupendo que hace Santa Teresa de Lisieux sobre algo que sucedió cuando aún era una niña. Es una de esas historias que deberíamos contar a nuestros hijos, porque se graban en la imaginación para toda la vida. En ella, Santa Teresita cuenta con gran sencillez la historia de su “primer hijo". Quien la conozca, disfrutará releyéndola y quien no la conozca creo que se alegrará de haber pasado hoy por este blog.

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