InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Signos de esperanza

19.12.24

Dos tipos de personas

Desde el punto de vista natural y también desde el sobrenatural, existen dos tipos de personas, las que esperan y las que no esperan nada. Esa es la verdadera línea divisoria y todas las demás son superficiales o una manifestación de ella. Mirad que yo pongo ante vosotros el camino de la vida y el camino de la muerte.

Nuestra sociedad ha elegido el campo de la desesperanza y por eso se muere a un ritmo cada vez más acelerado, rodeada de abundancia y sin saber por qué. Incluso las esperanzas humanas en que antes confiaba nuestro mundo cada vez están más muertas. Las utopías terrenas han mostrado ser más de lo mismo. A fin de cuentas, si no hay verdad y todo es relativo, si el bien y el mal son pura invención humana, ¿qué más da una cosa que la otra? La idea más común que tiene hoy el mundo sobre el futuro es que todo seguirá igual, pero viviendo más años y con más dinero. Comamos y bebamos, que mañana moriremos.

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2.12.24

¿Cuántos santos conoces?

En un artículo anterior, en el que se hablaba del deber especial de ser santos que tenemos los padres de familia, uno de los lectores hizo una pregunta muy interesante:

“si existe el deber especial de ser santos, apañados vamos. No sé usted, pero yo no conozco personalmente ningún santo”

Un comentario algo descorazonador, claro, pero con mucha miga, porque, en efecto, parece haber muy pocos santos. Incluso en estos tiempos en que se han acelerado las canonizaciones, apenas se canonizan un puñado al año. Así que, como dice el comentarista, en la práctica ser santo es algo imposible estadísticamente hablando, es probable que ni siquiera conozcamos a ninguno y, si no nos conformamos con menos que la santidad, estamos apañados, ¿no?

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18.11.24

Todo está donde debe estar

Hace un par de semanas, hice con mi familia un viajecito de tres días por la provincia de Guadalajara. Quizá por estar a la sombra de Madrid, Guadalajara no tiene la fama que de sobra merecen sus agrestes paisajes, sus valles escondidos y sus maravillosos pueblos medievales.

Uno de los lugares que más nos gustó fue Pastrana, por su encanto antiguo tan bien preservado y sus resonancias de Santa Teresa y San Juan de la Cruz. También admiramos el antiguo convento cisterciense de Monsalud (de tiempos de la reconquista, pero destruido por la desamortización, como tantos otros) y multitud de pueblos preciosos como Sacedón, Albalate, Almonacid o Zorita de los Canes. Un viaje muy bonito, que terminó el domingo con una visita a Sigüenza.

Por supuesto, como se trata de España, una parte fundamental del turismo consiste siempre en visitar las magníficas iglesias que sembró la fe de nuestros antepasados por todo el territorio nacional (y buena parte del resto del mundo). Cualquier cristiano que no quiera ser un desagradecido debería rezar por aquellos que erigieron la iglesia en la que reza o por tantos otros que durante siglos mantuvieron la fe contra viento y marea en su país. Verdaderamente, Cristo podría decirnos: os he enviado a segar donde no os habéis fatigado. Otros se fatigaron y vosotros os aprovecháis de su fatiga.

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1.05.24

¿Qué diremos?

He encontrado por casualidad en Internet (si es que existen las casualidades) esta foto de un faquir o asceta de la India del siglo XIX. El hombre, buscando mortificarse, había hecho que soldaran esa especie de reja que llevaba al cuello para no poder quitársela y que le impidiera tumbarse. Sobrecogedor, pero no era un caso único: en la India había y sigue habiendo gente como esa a patadas.

Me he quedado un rato mirando la fotografía y no he podido evitar admirarme del tremendo esfuerzo realizado por ese pagano en su búsqueda de algo que, en realidad, no conocía. No había oído hablar del Crucificado y, sin embargo, instintivamente intentaba parecerse a Aquel que no tenía dónde reclinar la cabeza; no sabía que existía el cielo, pero lo anhelaba más que todas las comodidades de la tierra; no había descubierto la Perla preciosa y, aun así, había dado todas sus riquezas solo por la posibilidad de encontrarla algún día.

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22.03.24

El sueño de la Cruz

Pensando que sería una buena introducción a la Semana Santa, estuve ayer traduciendo a vuelapluma un fragmento del poema El sueño de la Cruz. Data del siglo octavo y se considera el más antiguo poema cristiano en lengua inglesa (inglés primitivo o anglosajón) que se ha conservado.

Son versos muy bonitos, que dejan traslucir la vieja tradición de los héroes germánicos, aplicada a la mayor gesta heroica de la historia, que es la Redención: Cristo, descrito como un guerrero valeroso que acude presto y deseoso al combate; la creación entera llorando al ver herido y clavado en el madero al más bello de los hombres; la misma cruz, tentada de doblarse y romperse ante tal peso, pero resistiéndolo para que se cumplieran las profecías… Si esto no es la gesta de las gestas, no sé lo que es.

Una de las cosas en las que he estado pensando es en todo lo que me une al anónimo poeta anglosajón. A más de un milenio de distancia, su fe y mi fe son la misma. Cuando habla de nuestra Señora honrada entre todas las mujeres, de la veneración de la Cruz gloriosa, de Cristo redentor y el único sendero de la vida, yo puedo hacer mías sus palabras sin ninguna vacilación. Estoy más cerca de él que de mis vecinos agnósticos y, lamentablemente, más que de muchos clérigos que parecen creen en cualquier cosa menos en la fe católica. Es mi hermano, mi familia y espero verlo un día en el cielo, si Dios quiere. En verdad la Cruz de Cristo es lo único que no pasa en este mundo: stat Crux, dum volvitur orbis.

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