¿Son los judíos nuestros hermanos mayores en la fe?
Un lector con el bíblico nombre de Rubén (de Argentina), se refería hace unos días a la expresión “hermanos mayores en la fe”, que, según dicen, utilizó Juan Pablo II para referirse a los judíos y afirmaba duramente en ese sentido:
“Y respecto de JPII (a mi juicio el mejor de los Papas desde Juan XXIII en adelante), no puede ser santo nadie que: - Llame y considere “hermanos mayores EN LA FE” a los judíos, cuando la misma Escritura nos dice que solo adquirimos tal condición con el bautismo”.
Conviene señalar desde el principio que, en relación con este tipo de cuestiones, se puede decir muy poco, porque, como sentenciaban los escolásticos, de verbis non est disputandum, no hay que discutir sobre palabras. Las palabras, a fin de cuentas, son signos arbitrarios de las ideas, y nada impide que esos signos cambien según la definición que se haga de ellos. Lo más que podemos hacer es determinar qué significados atribuibles a una expresión determinada son inaceptables para un católico y cuáles, si es que los hay, son aceptables y ortodoxos.
¿Merece, entonces, la pena meterse en esta cuestión? A mi entender, sí, porque toca algunos temas fundamentales de nuestra fe y siempre es provechoso reflexionar sobre ellos, contemplar sus misterios y disfrutar de la belleza del designio de Dios, aunque, como decía, la cuestión concreta en sí no admita respuestas drásticas y satisfactorias. Veámoslo.