Abajo la esclavitud
Quaestio Quodlibetalis 12. En el último artículo, que trataba sobre la fe, Carmina, una lectora, hizo su primera pregunta en el blog:
Una de mis principales dudas con respecto a la fe es esta, la tensión entre la libertad y la gracia de Dios. Si todo depende de Dios, entonces, como los protestantes o los gnósticos sólo podremos decir que somos unos malditos pecadores de por sí y al que le toque la suerte de la gracia, pues ya está todo el trabajo hecho y las obras no valen. No sé cómo explicarlo mejor. Esta es mi primera intervención. La verdad es que esta idea me atormenta.
Carmina:
Buenísima pregunta. En primer lugar, quiero decir que el tema de la gracia y las obras ha ocupado a los grandes teólogos de todas las épocas, así que estás en buena compañía. Además, es un tema difícil. En el siglo XVI, una controversia teológica sobre ciertos aspecto de la gracia y la libertad, la llamada polémica “de auxiliis” tomó tanta virulencia, sobre todo entre dominicos y jesuitas, que el Papa de la época, Clemente VII, tuvo que prohibir que se siguiera discutiendo durante un tiempo sobre ese tema. Como tú misma indicabas, el protestantismo surgió también por obra de hombres obsesionados con la relación entre la gracia y la libertad.
Todo esto debería indicarnos que la relación entre la gracia y la libertad está envuelta, en buena parte, en el Misterio de Dios. Sin embargo, intentaré esbozar unas ideas y algunos ejemplos que te puedan dar algo de luz, para vislumbrar el sentido de esta realidad misteriosa. También contribuirán, sin duda, los lectores con sus ideas, ejemplos y experiencias.
En mi opinión, el problema fundamental para comprender la relación entre la gracia y la libertad está en que generalmente partimos de presupuestos erróneos. Todos tendemos a imaginarnos a Dios como si fuera un hombre mucho más poderoso que nosotros. Esta forma equivocada de imaginar a Dios nos lleva a contradicciones en cuanto nos ponemos a pensar sobre la acción de Dios y la acción humana, es decir, sobre la relación entre la gracia de Dios y la libertad del hombre.
Por poner un ejemplo sencillo, si Superman nos ayudase a levantar una roca muy pesada, todo el trabajo lo haría él y nosotros no haríamos nada. Como mucho, disimularíamos y pondríamos cara de esfuerzo, pero sería él y no nosotros quien levantaba la roca. Por eso, si nos imaginamos a Dios como a un súper-hombre, enseguida llegamos a la conclusión de que cuanto más nos ayude, menos estaremos actuando nosotros, hasta llegar a un punto en que Dios lo hace todo y nosotros no hacemos nada.
Ése es, en esencia, el error de Calvino. Para él, la total superioridad de Dios no podía dejar lugar alguno para la libertad humana. Pretender defender esa libertad del ser humano o el valor de sus obras era, para él, una blasfemia, ya que constituía una amenaza o una limitación de la omnipotencia divina. La consecuencia lógica de su postura era la terrible idea de la predestinación absoluta: Dios predestina a algunas personas al infierno y otras al cielo, sin que nada de lo que podamos hacer afecte a ese destino.
Dios, sin embargo, no es un simple súper-hombre, al estilo de los dioses griegos. Es mucho más que eso. En él vivimos, nos movemos y existimos. Por eso mismo, Dios no es otro agente externo al estilo de los demás seres (otra “causa segunda”, decía la teología clásica). No sólo creó el mundo, sino que nos mantiene a cada una de sus criaturas en la existencia en todo momento, constantemente nos está dando nuestro propio ser. Dios no actúa desde fuera de nosotros, sino desde dentro. No constituye un obstáculo ni un competidor para nuestra libertad, sino que la impulsa, la favorece y la purifica desde dentro.
Como es lógico, ningún ejemplo que demos de esto será adecuado, ya que los demás seres son, en esto, totalmente distintos de Dios. Por lo tanto, daré un ejemplo que pueda ayudar, pero sólo a modo de analogía. Nuestra idea de libertad, en parte por influencia de Sartre, suele consistir en la ausencia de limitación externa, en que no haya “muros” que nos impidan ir donde queramos. Sin embargo, si estuviésemos en el vacío del espacio, donde no hay nada que nos pueda limitar, seríamos incapaces de movernos ni de ir a ningún sitio, precisamente porque no existiría un suelo sobre el que pudiéramos avanzar. De la misma forma, Dios es el “suelo” de nuestra libertad. Lejos de ser una limitación para ella, es el fundamento necesario para que pueda actuar.
Podemos considerar también el ejemplo de dos esposos que se quieren de verdad. Para ellos, la existencia del otro no es una limitación de su libertad, el matrimonio no es una condena que no les permite hacer lo que quieren. Al contrario, precisamente la presencia de la persona amada es lo que les hace sentirse verdaderamente libres y no habría peor condena que permanecer separados para siempre. En la convivencia cotidiana, a menudo los esposos sí que experimentan la presencia del otro como una limitación, con celos, discusiones, rencores, etc., pero eso se debe precisamente a lo limitado y debilucho que es el amor humano, mientras que el amor de Dios que se manifiesta en su gracia es el amor puro, perfecto y sin defecto alguno.
Este ejemplo también nos muestra, de alguna forma, las “motivaciones” de Dios al actuar en nosotros por medio de su gracia. Un verdadero enamorado nunca querría dar un brebaje mágico a la persona amada que la obligara irresistiblemente a quererle. Ese amor por obligación no sería un verdadero amor, sino que habría convertido a la otra persona en un autómata, la habría destruido, que es lo último que querría ese enamorado. De la misma forma, para Dios nuestra libertad es algo precioso y nunca nos obliga a quererle ni a actuar según su voluntad. Por eso, no hay nada más respetuoso con la libertad humana que la gracia de Dios. Esto es lo que escandalizaba a Calvino, que Dios pudiera “rebajarse” a respetar y tener en cuenta la libertad del hombre.
En cualquier caso, la verdadera maestra en este ámbito es siempre la experiencia del encuentro cristiano con Dios. Tanto en la historia de salvación del pueblo de Israel en la Biblia como en nuestra propia experiencia, podemos ver que alejarnos de Dios, de hecho, siempre significa esclavitud. El pecado es, por definición, una promesa de libertad que termina en mayor esclavitud. En cuanto nos alejamos de Dios, nos tiranizan los vicios, el miedo, las obsesiones y los complejos, sin que podamos liberarnos de ellos por nuestras propias fuerzas, como muestra la historia de la Humanidad y, seguramente, la experiencia de cada uno.
Por el contrario, cuanto más actúa Dios en nuestras vidas, más libres somos y más libres nos sentimos. Basta contemplar la vida de los santos, que son las únicas personas verdaderamente libres, que no se dejan llevar por respetos humanos, por vicios o por apetencias. ¿Por qué estuvo Santa Teresa de Lisieux toda su vida en un convento de clausura? Porque tenía la verdadera libertad que no depende de poder ir a un sitio o a otro. ¿Por qué San Luis Gonzaga dejó una vida de lujos y prestigio social para morir cuidando a los enfermos durante la peste? Porque era libre ante el dinero y ante el culto del propio cuerpo. ¿Por qué fue San Francisco Javier hasta el fin del mundo a predicar el Evangelio? Porque encontró la Verdad que nos hace libres y quería anunciarla a un mundo esclavo de su ignorancia.
Sólo así se entiende la paradoja de la libertad en el cielo. Aquel que ya se ha salvado y disfruta de la visión de Dios, ya no puede condenarse ni rechazar a Dios. ¿Es porque ya no es libre? Al contrario, es porque es plena y totalmente libre, porque su libertad humana deformada por el pecado ha sido totalmente sanada y purificada por la gracia de Dios. La libertad plena es la que es libre para contemplar la Verdad y disfrutar la Belleza de Dios.
En el cielo disfrutaremos, por fin, si Dios quiere, de la libertad plena, que nos permitirá hacer lo que siempre hemos querido: abrazarnos a la Verdad con todas nuestras fuerzas, de modo que nadie ya nos pueda separar nunca de ella. Como dice el Cantar de los Cantares: encontré el amor de mi vida, lo he abrazado y no lo dejaré jamás.
25 comentarios
"No te atormentes, Carmina.Que Dios tome la iniciativa no significa que sólo la tome con unos y no con otros. Quizá entiendes la "iniciativa" divina demasiado humanamente. ¿No te parece que toda la Creación, siendo como es enteramente inicativa divina es toda ella enteramente buena, incluidos nosotros? (Y vio Dios que era bueno...) Por lo tanto, todos estamos llamados a la fe y a la gracia, faltaría más. El pecador NUNCA puede desesperar (atormentarse) Dios te ha llamado a la fe y a la gracia. Sólo quienes la rechazan se excluyen, pero han sido igualmente llamados. Es, por tanto, responsabilidad del quien rechaza (y mucha responsabilidad también de quienes, con nuestro comportamiento y mal uso de la fe, inducimos a otros a rechazar la fe) la falta de gracia.
A lo mejor no lo he explicado demasiado bien. Habiendo gruesos y sesudos tratados al respecto de tu duda tormentosa, no seré yo quien de un golpe la resuelva en cuatro palabras. pero espero haber contribuido un poquito."
La verdad que si somos esclavos de pasiones, vanidades, y para colmo del pecado con el que nacemos, sin que lo decidamos...¿ quien me librara de esta esclavitud?.
Respuesta hoy, ayer y siempre el Amor de Dios, manifiesto en Cristo.
Me encanta y da luz siempre en a estas dudas personas doctas, S. Agustin *Si Dios, que te creo sin tu consentimiento, .... no te salvará... sin ti*
RNA también ha aportado su granito de arena.
La verdad es que cuanto más queremos medir a Dios según nuestros esquemas, más lejos de comprenderle estamos.
Me ha gustado mucho. Saludos
"Para que Dios haga una historia de salvacion con alguien mueve personas, acontecimientos, tiempos, hace que todo cuadre pero al final, cada ser humano tiene dentro de si una potestad tremenda, la postedad de decir: SI o NO. Y Dios no obliga a nadie.
El que es el Topododeroso respeta la libertad del hombre de darle la espalda. Nosotros no creemos en un DIos que si le das la espalda te manda miles de maldiciones, porque en El es mas fuerte el amor que la justicia, sino uno que te deja equivocarte y que veas el poder de autodestruccion que llevas dentro y que sin embargo cuando te vuelvas a El siempre te recibira amoroso"
He sentido un "pellizco" en la espalda (es una de mis santas amigas) al ver la mención a Theresita (así gustaba que le llamaran, así firmaba), porque toda su Doctrina de la Infancia Espiritual fundamenta mi espiritualidad. Doy un aperitivo, de la misma relacionado directamente con el tema:
* Hacer y vivir como si todo dependiera de mi, esperar y confiar como si todo dependiera de Dios.
No me extrañan las dudas de Carmina, ya que la producción teológica calvinista, magníficamente explicitada en tan poco espacio, unida a la predicación atemorizadora (Dios te condenará si...) de la Iglesia Católica, hasta el postconcilio conforman un bagaje que produjo una reacción sensu contrario que dura hasta nuestros días. Creo que si Carmina, y todos meditamos la Parábola del Hijo Pródigo (Lc 15, 1-ss) sentiremos la infinita misericordia de Dios, del que Theresita fue gran promotora a finales del XIX.
Un abrazo.
Porque los padres terrenos aman a sus hijos, no les dejan jugar en medio de la calle para que no les atropelle alguien. Porque aman a sus hijos y no quieren que se hagan daño, guardan ciertas cosas fuera del alcance de los niños pequeños hasta que sean mayores. A cada edad le corresponde ciertas actividades y cosas que son más apropiadas que otras. Dios nos conoce y nos ama mejor que nadie y sabe bien lo que es bueno para nosotros. Nos lo ofrece, pero no lo impone.
A veces nos rebelamos porque no conocemos nuestras limitaciones ni nos damos cuenta de lo pequeños que somos y lo mucho que necesitamos el cuidado especial del Amor de Dios, (llamémoslo gracia si queremos, un don que podemos aceptar o rechazar), y que esa gracia nos hace verdaderamente libres para hacer lo que nos corresponde mejor hacer en esta etapa terrena de nuestras vidas.
"Carmina
No sé si eres quien escribe en Democracia en América, en todo caso, por mi parte, en corto:
*La libertad que se opone o desdeña la gracia se llama autosuficiencia, que es uno de los grandes males de nuestra sociedad actual
*Dios vela Providente por todas sus criaturas, y respetando su libertad, El no puede contradecirse, aprovecha el menor resquicio que le dejemos, para comunicarnos su Gracia Santificante."
Con esta “parábola ―que pretende ilustrar la acción de la Gracia (del Espíritu Santo) mostrando cómo su efecto es a la vez obra del Espíritu y obra del hombre libre (nótese la gratuidad de la Gracia, su libre aceptación y cómo puede transformar al hombre sin que éste deje de ser libre― se trata de mostrar también que la coherencia con las decisiones que uno ha tomado y la aceptación de responsabilidades no son tanto signos de “falta de libertad” cuanto de madurez. Un comportamiento pretendidamente “más libre” frente a la presencia del perro sólo indicaría irresponsabilidad en su adopción (o falta de amor al perro). No es el perro quien me obliga, sino mi amor al perro (que me ha sido ofrecido gratuitamente y que he aceptado libremente).
Por algo San Agustín es conocido, en la Tradición de la Iglesia, como el Doctor de la Gracia.
Él sabía perfectamente, por propia experiencia, que Dios no obliga a seguirle y que uno puede rechazar la gracia de Dios. Pero también sabía que estando lejos de Dios uno vive esclavizado por sus propias pasiones y pecados.
Creo que tenemos que dejar que cambie nuestros esquemas, igual que cambia nuestros planes.
Decimos que cualquier madre "movería cielo y tierra" para ayudar a su hijo si éste estuviera en peligro.
Dios mueve literalmente el cielo y la tierra, la Historia, y el universo entero para salvar a sus hijos. Más aún, entregó a su Hijo por nosotros. Siempre me asombra escuchar la frase del pregón pascual: "Por rescatar al esclavo, has sacrificado al Hijo".
El tema de la "predicación atemorizadora" es muy interesante y tengo pendiente dedicarle un artículo algún día (aunque lo cierto es que los temas interesantes abundan tanto que nunca tengo tiempo de tratar todos los que quiero, ¡qué hermoso e interesante ha hecho Dios el mundo!)
Pues sí, estoy totalmente de acuerdo. Esos santos que citaba, precisamente porque dejaron que Dios actuase en ellos, fueron capaces de hacer las cosas más maravillosas del mundo, de realizar milagros con la fuerza de Dios.
Me ha llamado la atención el ejemplo que ponías sobre el crecimiento de los niños, porque una cosa que me fascina de la gracia de Dios es la forma que tiene de respetar nuestra lentitud humana en aprender y en cambiar. Muchas veces, desearíamos cambiar de golpe, pero Dios sabe que no podríamos soportar un cambio tan brusco y nos va cambiando poco a poco el corazón.
Él sabe muy bien cuándo tiene que actuar como una "brisa suave" y cuándo con una caída del caballo.
Un saludo.
Una buena analogía. Desde luego, mucho más imaginativa que las mías. Podría haber puesto un título al artículo como "Supermán, Calvino, el espacio y un cachorro de San Bernardo".
Creo que es esencial considerar, mediante estos ejemplos cotidianos, como la gracia de Dios no es una idea absurda y ajena al ser humano, sino que, al contrario, toda nuestra vida nos está preparando y dirigiendo de alguna manera hacia la experiencia de recibir la gracia y la misericordia de Dios. Hasta las cosas más tontas, hasta pasear un perro por las mañanas.
Un saludo.
"...diga lo que diga esa conciencia", veamos:
a) La conciencia es el ámbito íntimo e inviolable en el que el creyente y Dios, Uno y Trino se encuentran, por tanto es posible un diálogo, inefable ¿verdad? entre ambos.
b) Sin perjuicio de que el tentador trate de estropear esa relación, lo que afluye a nuestra conciencia son siempre mociones del Espíritu, para una mayor y mejor vida cristiana.P.e. lo que lleva a C. de Foucauld a cambiar de convento acabando en el Sahara, a Teresa de Calcuta a fundar las Misioneras de la Caridad, a ti misma a perseverar en tu vida cristiana en éste o áquel detalle, etc.
c) Otra cosa es que, como sucede hoy, se confunda conciencia y conSciencia, entrando en una mezcla de vida de fe y psicoanálisis que termina estropeándolo todo.
d) Un sacerdote, mi padre espiritual, me dió una pista para distinguir lo que tu propones: ¿eso que sientes te exige más renuncia, más amor, más sacrificio, más humillación,más cruz?, entonces es de Dios. Por el contrario si te lleva a mayor protagonismo, a llenar tu vanidad, a sobresalir, etc...entonces no es de Dios.
e) De ahí, lo necesario de contar con un director espiritual, bien preparado, para ahondar y construir una buena conciencia.
Un abrazo.
A lo que ha dicho Noby (que yo suscribo enteramente), añadiría un par de cosas:
- Hay que distinguir hacer algo bien subjetiva y objetivamente. Por ejemplo, un budista está actuando subjetivamente bien cuando enseña a los niños que no existe Dios, porque sinceramente cree que es lo mejor que puede hacer, pero, objetivamente, eseñar que Dios no existe está mal, porque no es verdad. (De ahí la necesidad de que nuestra conciencia se forme en la verdad, como señala Noby).
- Aunque es algo que hoy se menciona poco, no hay que olvidar que, además de mociones e inspiraciones de Dios, también recibimos tentaciones del diablo, además de mensajes confusos de nuestras apetencias. No hay nada más triste que confundir la gracia de Dios con las tentaciones del demonio.
- La gracia de Dios siempre es buena, porque la gracia es sobrenatural, mientras que la conciencia es algo natural, la poseen también los ateos, los budistas y todos los hombres. Por eso, la conciencia sufre los efectos del pecado original, de nuestra naturaleza caída. En consecuencia, la conciencia necesita formarse para salir del error, purificarse de las deformaciones sufridas por el pecado, recibir humildemente las enseñanzas de la Iglesia y la Revelación de Dios... en resumen, la conciencia, como todo lo humano, necesita de la salvación de Cristo.
Espero que quede un poco más clara la cosa. Si quieres, puedes concretar un poco más la pregunta para que también las respuestas se ajusten más a lo que quieras saber.
Un saludo.
1 a Noby. No soy la que escribe en Democracia en América, aunque también lo leo y lo sigo. Esta es mi primera vez que escribo en un blog.
2 A Bruno: es muy hermosa la idea de estar rodeada por Dios. También veo que ha salido la cuestión de la predicación atemorizadora. Acabo de leer a Faulkner y veo que describe mucho a predicadores absolutamente desquiciados e histéricos con el tema del pecado y la fornicación. Veo que se da más este fenómeno en el mundo protestante aunque tampoco los católicos podamos creernos inmunes. Creo que esto se debe a esa separación de la fe y el amor y a esa obsesión por la omnipotencia de Dios.
Aprendo mucho de vosotros
a) Hablamos de hipótesis, por lo tanto entendamos que no se confunde "conciencia" y "conSciencia"
b) Todos sufrimos procesos formativos que transforman y encauzan nuestra percepción de lo natural y lo sobrenatural. La cuestión es que después de eso todos nos quedamos a solas con nuestra conciencia. y sólamente contamos con ella.
c) Hoy en día resulta anacrónico escuchar decir a alguien "la conciencia necesita formarse para salir del error, purificarse de las deformaciones sufridas por el pecado, recibir humildemente las enseñanzas de la Iglesia y la Revelación de Dios..." Es demasiado parecido a decir; Si tu conciencia te dice eso es que necesitas perseverar en la dirección que yo te indico, o lo que es lo mismo Yo soy la verdad y debes seguirme aun en contra de tu conciencia. En definitiva demasiado parecido a la estrategia de muchas sectas.. Lo cual no deja de ser una coacción de la libertad que Dios nos concedió.
d) La Fé, como todas las cosas que se deben entender como auténticas ha de surgir de la plena convicción personal. De ningún modo, entiendo humildemente, de la manipulación interesada del razonamiento (entiéndase manipulada en el sentido de dirigida) y de la negación de otras posibilidades que a la postre han de darnos la verdadera oportunidad de elección sana.
Si el proceso formativo ha sido correcto, tu conciencia será recta, y cuando te encuentres a solas con ella, te guiará bien.
Pero si no lo ha sido, ¿qué prefieres, reformarla mediante una guía adecuada que te purifique, o dejarla estar a ver si ella sola hace una "elección sana"?.
Ejemplo: tienes miopía progresiva; y tienes que decidir entre operarte la córnea o tener un accidente cuando cojas un coche.
¿Te parecería razonable decir entonces que no quieres operarte para que no te manipulen interesadamente (un pastón, oye) la córnea, cuando tienes otras posibilidades para elegir (varios modelos de bastones blancos)? Es una hipótesis. Supón que no se han inventado las gafas.
La pregunta es: Si tú no decides correctamente (según la voluntad de Dios) porque no tienes una conciencia recta, ¿quién te va a guiar si no es usando las enseñanzas de la Iglesia y la Revelación de Dios?
Te recuerdo que el Diablo es mucho más inteligente que cualquiera de nosotros, y que puede hacerte ver lo que él quiere como algo "bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría (Gen 3,6)"
Por alusiones....¡es broma!
Ya que te expresas por apartados,pues respondo de la misma manera.
A) En tu entrada, tal como la has escrito, te apoyas,para tus argumentos, en el consciente y, aun en el plano de la hipótesis se puede formular la misma desde la conciencia o desde la consciencia. S. Pablo es un buen ejemplo, el vivió su fe judaica,conscientemente, persiguiendo a los cristianos, enemigos de su fe, hasta que Xto. entró, hasta el fondo, en su conciencia, "Saulo, ¿ por qué me persigues?". ¿Ves los dos planos?, tras la experiencia continúa a Damasco a pedir consejo y orientación.
B)En efecto, solo contamos, en muchas ocasiones con nuestra conciencia, pero parafraseando a S. Pablo " no todo me está permitido...examinadlo todo, retened lo bueno".
C)En este punto debo decirte que, por poner un ejemplo, ahí tienes el penoso estado de algunas Órdenes Religiosas, que han seguido lo que tu comentas, y se encuentran, hoy, muy muy perdidas. "Si no os hacéis como niños no entraréis en Reino de los Cielos"
D)La fe no surge de la convicción: es un don gratuito e inmerecido de Dios.Los fariseos eran creyentes convencidos, que no tenían mejor cauce para su fe que aumentar el número de preceptos, eso era obra de su convicción;sin embargo el cristiano, como Samuel está en permanente alerta y vive de fe: "habla Señor que tu siervo escucha". Vuelve a producirse, en tus palabras, la mezcla entre conciencia y consciencia, ésta fruto de la memoria, el entendimiento y la voluntad.
Creo que meditando la vocación de los Apóstoles, y cómo los llama el Señor, se entiende todo mejor. En todo caso no te olvides del pecado original, y, ten contigo misma la consideración de "No os tengáis por superiores a los demás, sino más bien comportaos como quien ha sido salvado por la sangre de Xto."
Un abrazo.
O usted no me ha entendido a mi, o yo no le entiendo a usted, o directamente hablamos idiomas distintos (vaya por delante que seguramente es torpeza mía) De todos modos lo intentaré de nuevo y utilizando el mismo ejemplo que usted aunque creo que no es, ni de lejos, el más apropiado.
Lo importante es conocer los pros y los contras de todas las soluciones posibles. La operación de cornea me restaura la vista y vale un pastón, el bastón blanco en cambio no me devuelve la vista pero es accesible a mi bolsillo. Tal vez, solo tal vez, deba optar por el bastón blanco si de ninguna forma puedo pagar la operación o las deudas originadas van a arruinar mi vida (por cierto esta segunda solución realmente se toma y se ha tomado millones de veces) Por lo tanto, sólo conociendo la posibilidad de la operación y todos los modelos de bastón blanco, podré tomar una decisión en conciencia, ya que si no conociera los bastones, me vería abocada a una ruina segura. Todo esto a pesar de que mi médico de confianza, el que sinceramente se interesa por mi salud, me aconseje lo contrario. Ni que decir tiene, además, que mi médico sería responsable de arruinar mi vida si él mismo me hubiera ocultado la existencia de bastones blancos por su pretensión de llevarse una comisión por la intervención.
Para terminar he de aclarar, que fuera cual fuera mi decisión final, antes la habría consultado entre las personas que me conocen y me quieren. Sería estúpido dejar correr los días esperando a que mi conciencia, ella sola, me guiara rectamente en el último momento.
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