InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Signos de la fe

4.10.16

"Los inmisericordes son los que nos reían las gracias para hacerse los buenos"

El otro día, un lector con el botánico nombre de Roblete dejó en el blog un comentario que me pareció clarividente y a la vez intrigante: “Quienes hemos estado apartados de la doctrina de la Iglesia y por gracia de Dios la hemos descubierto, sabemos por experiencia propia que los inmisericordes no son los que no nos daban la razón cuando estábamos errados sino los que nos reían las gracias para hacerse los buenos y comprensivos".

Me pareció un tema muy interesante, porque, desgraciadamente, es muy frecuente identificar la misericordia con decir a cada uno lo que quiere oír. Como además Roblete hablaba desde su experiencia personal, lo invité a escribir unos párrafos sobre el tema para publicarlos en el blog. Y aquí están.

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31.05.16

Una historia de amistad y santidad

Abusando una vez más de la paciencia de los sufridos lectores de este blog, me permito hablarles del último libro que he escrito y que se acaba de publicar: Los ruiseñores cantan al ponerse el sol.

Se trata de una obra de teatro, basada en la vida de Santa Alicia de Schaerbeek, también conocida como Santa Alicia la Leprosa. Es una santa prácticamente desconocida en España y el mundo de lengua española, pero cuya historia resulta fascinante, apasionante, impresionante, sobreabundante y todas esas cosas buenas que terminan en “ante”, excepto quizá “elefante”.

La acción de la obra transcurre en el siglo XIII, en un convento de monjas cistercienses de Brabante, en lo que actualmente es Bélgica. Incluso entre los católicos, hay quienes piensan que, cuando una mujer o un hombre entran en un convento de clausura, su historia se acaba, como si desde entonces toda su vida fuera a ser rutinaria y anodina. Nada más lejos de la realidad. Toda vida cristiana es un combate y, en la vocación contemplativa, ese combate es aún más intenso, porque el alma se va despojando de las numerosas capas que la envuelven y separan de la realidad.

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2.05.16

Qué me importan los dogmas (San Atanasio)

Hoy se celebra la memoria litúrgica de San Atanasio y, en honor de este gran santo, doctor de la Iglesia y defensor infatigable de los dogmas definidos en Nicea, recupero este artículo que escribí hace casi diez años, titulado “Qué me importan los dogmas".

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Desde que escribo en este blog, he recibido multitud de comentarios que, más que negar un dogma u otro, lo que hacen es prescindir enteramente de los dogmas. Se afirma que lo único importante es querer a los demás o, como mucho, que basta con saber que Dios es nuestro Padre y que nos quiere. Lo demás, se dice, son “barroquismos”, “cosas de teólogos”, “antiguallas” que alejan el cristianismo de la gente y que no tienen ni ninguna importancia.

Mi primera impresión ante todo esto es que resulta curiosísimo que, en dos mil años de historia de la Iglesia, sólo ahora nos hayamos dado cuenta de que todo eso de los dogmas no tenía ninguna importancia. ¿A nadie le sorprende que, generación tras generación, la Iglesia haya vivido pendiente de los dogmas como algo que afecta al núcleo de la vida cristiana y, de repente, ahora descubramos que era irrelevante? La Iglesia de todas las épocas, incluida la primera Iglesia de los Apóstoles, ha considerado que el que no profesaba la fe de la Iglesia se separaba de ella:

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11.12.15

Otra buena lectura postsinodal: San Atanasio

Hace un par de semanas recomendé el libro Santa Mónica. Las lágrimas de una madre como buena lectura postsinodal, para desintoxicarse un poco. Otra vida de santo que creo que conviene leer en estos momentos, también recientemente publicada por la Editorial Vita Brevis, es San Atanasio contra el mundo, obra de la misma autora, F.A. Forbes.

Si el lector ha tenido alguna vez la sensación de que está (casi) solo en un mundo que ha abandonado la fe católica, si se siente angustiado por los triunfos de la heterodoxia, si ha observado con horror que muchos de los encargados de defender la fe se avergüenzan de ella y la sustituyen por versiones aguadas y políticamente correctas, que lea esta vida de San Atanasio y se verá confortado. En efecto, descubrirá a un santo que se encontró en una situación similar pero aún peor, en la que la fe católica parecía irremediablemente condenada a desaparecer, devorada por las heterodoxias y aplastada bajo la dura bota del poder político.

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28.10.15

Una buena lectura postsinodal: Santa Mónica

Ahora que, por fin, se ha acabado el Sínodo de los obispos, creo que a todos nos hace falta algo para hacernos olvidar el mal sabor de boca de ciertas intervenciones, que, por decirlo de alguna manera, no han sido precisamente edificantes. Así pues, usaremos el agere contra ignaciano: para quitar de la boca el sabor mundano a relativismo y desesperanza, nada mejor que el buen sabor de la santidad.

En mi opinión, pocas lecturas hay más recomendables que las vidas de santos, porque muestran en concreto que es posible vivir según la voluntad de Dios, aunque al mundo (dentro o fuera de la Iglesia) le parezca un ideal inalcanzable. Hoy propongo, además, leer la vida de una santa que se distinguió sobre todo por hacer esa voluntad de Dios en su familia: Santa Mónica.

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