InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Familia

13.07.11

Familias en misión, respuesta a algunas objeciones

En varias ocasiones, se han publicado en este blog relatos de familias en misión del Camino Neocatecumenal. Se trataba de relatos impactantes, escritos por algún miembro de dichas familias, que habían dejado todo para anunciar el Evangelio en el país del mundo al que fuesen enviadas.

Además de los comentarios de ánimo, también hubo en alguna ocasión críticas a la misma práctica de enviar a estas familias. Como es lógico, un testimonio personal no era el ámbito adecuado para discutir teóricamente sobre esta práctica del Camino Neocatecumenal, así que prometí que ya discutiríamos sobre el tema en otra ocasión. Y esa ocasión ya ha llegado. Discutamos, pues.

Las críticas fundamentales eran, si mal no recuerdo, las siguientes:

1) La llamada de Dios siempre es personal, no comunitaria
2) No se pueden imponer a los hijos actividades supererogatorias
3) Es algo que no corresponde a laicos y equivale a imponer a los hijos un estado de vida similar al religioso
4) Es algo contrario a la práctica o a la Tradición de la Iglesia

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9.06.11

Leyes fundamentales de la familia

FamiliaCuando era joven, temporibus illis, estudié Física en la Universidad. Sin embargo, no descubrí las auténticas leyes que rigen el universo hasta que me casé y tuve hijos. Entonces me di cuenta de que todo lo que había aprendido era como paja ante mis ojos y de que los físicos no tenemos ni idea. Tantos años estudiando para nada.

En beneficio de los solteros del blog y recordando que enseñar al que no sabe es una obra de misericordia, presento hoy en este post las verdaderas leyes de la naturaleza, que uno sólo aprende cuando tiene hijos. O, al menos, las que yo he descubierto (mi hija mayor sólo tiene cinco años). Probablemente, los lectores puedan ofrecer algunas propias:

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14.03.11

Una monja adopta un hijo

Hablábamos ayer del proyecto de un blog norteamericano de adoptar virtualmente a “sacerdotisas” para rezar por ellas. Algún lector comentó la posibilidad de adoptar a las energúmenas que irrumpieron hace poco en una Misa y se desnudaron como “acto de protesta”. Otros pensaron en adoptar a los japoneses que están sufriendo lo del tsunami y rezar por ellos. Hasta hubo (horresco referens) quien sugirió adoptar a Luis.

Todo esto me ha animado a traer al blog un relato estupendo que hace Santa Teresa de Lisieux sobre algo que sucedió cuando aún era una niña. Es una de esas historias que deberíamos contar a nuestros hijos, porque se graban en la imaginación para toda la vida. En ella, Santa Teresita cuenta con gran sencillez la historia de su “primer hijo". Quien la conozca, disfrutará releyéndola y quien no la conozca creo que se alegrará de haber pasado hoy por este blog.

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23.02.11

Una nueva Agustina de Aragón

Los lectores hispanoamericanos quizá no sepan quién fue Agustina de Aragón, subteniente de Artillería. Allá por el siglo XIX, en uno de los asedios de Zaragoza por las tropas de Napoleón en la guerra de la independencia española, las cosas se pusieron muy feas. Habían caído muertos o heridos todos los defensores de una de las puertas de la ciudad, la del Portillo. Ya estaban las tropas francesas entrando por ella para conquistar la ciudad cuando Agustina, que cuidaba a los heridos junto con otras mujeres, se lanzó a la defensa y consiguió disparar un cañón, prácticamente a bocajarro, sobre los franceses, que se batieron en retirada. Así dio tiempo a que llegaran nuevos defensores y se salvó la ciudad. El General Palafox, admirado, la nombró artillero y, a lo largo de la guerra, ascendió a sargento y a subteniente.

¿Por qué cuento esto? Porque el otro día vi a una nueva Agustina de Aragón, en una exposición sobre el Románico catalán a la que fui. Una exposición preciosa, por cierto, con multitud de frescos, tallas de madera, orfebrería y otras maravillas románicas. Un verdadero tesoro de la fe de nuestros padres, procedente en origen de iglesias de Cataluña (aunque ahora muchas de estas imágenes estén en museos, por desgracia).

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18.02.11

De abrigos, vigas y el matrimonio

El matrimonio, como todo lo bueno de este mundo, es una mezcla de cosas buenas y no tan buenas, de risas y de llantos, de alegrías y sufrimientos. No hay que ser idealista ni pelagiano: un matrimonio cristiano necesita ser redimido por Cristo y eso implica que los esposos deben convertirse, pedir perdón y permitir que Dios transforme ese matrimonio a imagen de la Trinidad. El matrimonio, además, como todas las cosas grandes e importantes, está formado por unos pocos acontecimientos excepcionales y trascendentales y por una multitud de pequeñeces cotidianas e igualmente trascendentales.

Les contaré una de esas cosas pequeñas. El otro día, mi mujer estaba echándome la bronca por haber dejado un abrigo tirado encima de la cama, en lugar de colocarlo ordenadamente en un armario. Como imaginarán, no era la primera regañina que he recibido por ese motivo, porque soy bastante despistado (o, como diría con cierta razón mi mujer, porque soy alérgico al orden y a la limpieza y apenas me distingo en nada de un vagabundo recogelatas).

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