21.03.19

El consuelo de las riquezas

¿Las riquezas consuelan? Por supuesto que sí. De ahí su atractivo y su peligro, porque podemos terminar prefiriendo ese consuelo, real pero efímero y superficial, al único que realmente puede consolar nuestro corazón, que es Jesucristo.

¿Qué podemos hacer para evitar ese peligro? De eso nos habla José Alberto Ferrari en esta segunda parte de su artículo “Desventura del hombre de negocios —entre el consuelo y la dispersión—”. Si el otro día hablábamos del riesgo de ser como Judas en la administración del dinero, hoy consideramos una de sus dos causas: el consuelo de las riquezas.

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18.03.19

Engañándonos con una consoladora ilusión

“Los católicos tienen que afrontar la realidad y ver el liberalismo moderno como la fuerza intrínsecamente hostil que es. Desde hace décadas, los católicos se han estado engañando con la consoladora ilusión de que el ‘hombre moderno’ había llegado de algún modo a una comprensión más profunda de la dignidad del ser humano que la de las generaciones anteriores y que, por lo tanto, era un momento adecuado para el ‘diálogo’ y la cooperación entre el liberalismo secular y la Iglesia, y cosas por el estilo. Esto siempre fue una ilusión, pero hace falta un tipo especial de autoengaño para seguir creyéndosela a la vista de lo que ha ido sucediendo en los últimos años.

Sigue habiendo incluso clérigos y comentaristas católicos conservadores que se postran constantemente ante el espíritu liberal de la época y tratan de encontrar formas de amoldarse a él. No podemos seguir así. Hay que dejarse de componendas, de pedir perdón y de arriar velas. La mejor defensa es pasar al ataque. No de manera prepotente, pero sí con confianza, franqueza y sin pedir perdón por ello”.

Edwar Feser, tomista norteamericano, en su blog

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12.03.19

Desventura del hombre de negocios: cuidado con Judas

Un amigo que ya ha aparecido alguna vez en este blog, José Alberto Ferrari, argentino, poeta y hombre de bien, ha escrito un interesante artículo sobre un tema fundamental: el amor al dinero. Todas las tonterías de liberacionistas, progremarxistas y demás fauna disparatada no deben ser óbice para reconocer que las riquezas son un peligro sobre el que Cristo no dejó de advertirnos.

Como riquezas tenemos todos y no solo Soros, Bill Gates o Trump, creo que nos conviene meditar de vez en cuando sobre este asunto, no sea que nos estemos engañando a nosotros mismos y terminemos por tener problemillas de camellos, agujas y tinieblas exteriores. Les dejo, para ir abriendo boca, los primeros párrafos del artículo, provocadoramente titulado “Desventura del hombre de negocios —entre el consuelo y la dispersión—”.

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9.03.19

¿Peor el remedio que la enfermedad? Sínodo de la Amazonia

Como ya sabrán los lectores, un jesuita propuso hace poco cambiar el pan de trigo que se usa para la celebración de la Misa por pan de yuca, para “inculturarlo” más en las regiones amazónicas. En su opinión, era una de las cosas que podía discutir el próximo Sínodo de la Amazonia.

Ayer, sin embargo, salió Mons. Fabio Fabene, Subsecretario de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, a desmentirlo. ¿Buena noticia? Me temo que no.

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7.03.19

¿Hay castigo mayor?

“La comunidad o la nación que peca contra la Verdad, que pierde la reverencia a la Verdad y el horror a la mentira, está perdida, dejada de la mano de Dios. ¿Y qué castigo más grande que éste, que el que se va de la Verdad, ella se queda y no lo sigue y él se va? ¿Adónde se va? “A las tinieblas de allá afuera” —dice Cristo.

La Verdad no puede imponerse a sí misma por fuerza. Si no la aceptan, se retira. ¡Temed a la Verdad que se retira!".

Leonardo Castellani, San Agustín y los filósofos.

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