Santa nostalgia desde la Argentina
Cuando, hace años, publiqué un librito de poesía, escribí en el prólogo que ojalá todos los cristianos escribieran versos. No era una simple frase: estoy firmemente convencido de que uno de los grandes problemas de nuestro mundo y de nuestra Iglesia es el olvido de la belleza, sustituida por lo útil, lo moderno y, en ocasiones, lo intencionadamente feo y desagradable. Por eso me produjo una gran alegría que José Alberto Ferrari, un poeta argentino, tuviera la gentileza de enviarme su libro “Santa nostalgia”, publicado en la editorial Vórtice de Buenos Aires. Es un verdadero placer contar algo de él en el blog.
La poesía es insustituible para “avivar el fuego” de la vida, redescubriendo las maravillas que Dios ha hecho y sigue haciendo a nuestro alrededor. Si es buena poesía, al leerla o releerla siempre encontramos algún verso que rompe el sarcófago asfixiante de la rutina que nos entierra. Esa pequeña línea de un poema basta para que entre en nuestra prisión el aire puro que necesitamos para despertar del letargo.
A menudo me encuentro recordando una y otra vez un verso que me ha hablado de esta forma y que no puedo olvidar. Lo mastico, lo saboreo, lo digo y lo repito lentamente, dejando que cale hondo en mí. Poco más puedo hacer en esta breve reseña que abrir boca recordando algunos de esos versos impagables que he encontrado en el libro de José Alberto y que, quizá, resuenen también en los lectores como lo han hecho en mí.
Siempre me han llamado la atención los poetas que no se limitan a cosas que habitualmente consideramos bonitas o poéticas (en el sentido más ramplón de esa palabra), sino que se ven atraídos por la belleza desnuda y sufriente de un mundo que gime bajo el dolor del pecado, en “el destierro merecido” que nos legaron nuestros padres:
“Entonces, por su culpa y su caída
–puente de maldición y de pecado–
todo el género humano fue amarrado
a la muerte desnuda por la herida”.
¡Cuánto necesitamos oír estas cosas! La propaganda incesante ha conseguido hacernos creer que somos libres porque podemos gastar nuestro dinero en estupideces que no necesitamos, divorciarnos a nuestro antojo y depositar un irrelevante papelito en una urna cada cuatro años. Lo cierto, lo terriblemente cierto, es que nuestro mundo está “amarrado a la muerte”, atrapado por ella, y esas libertades son poco más que una ilusión.
Confieso que, al leer el libro de Ferrari, me han complacido especialmente algunos rasgos típicamente argentinos de su poesía. Disfruto vivamente cuando el poeta afirma que “caminamos las noches y los días / como entre malezales de manigua”. Nunca había oído hablar de la manigua, un terreno pantanoso cubierto de maleza tropical, y quizá precisamente por eso la imagen ha quedado grabada a fuego en mi imaginación para designar la inercia del pecado, la resistencia a la virtud y a la voluntad de Dios que ofrece un mundo herido por la caída de Adán.
La belleza, sin embargo, sigue presente a pesar de la “lejura de Dios”, en forma de promesa y esperanza:
“En el cuerpo la llaga del exilio,
la lejura de Dios y esta fatiga…
¡Pero la Salvación ya está en la espiga!
¡La Promesa de amor en un idilio!”.
Esa es la sagrada misión de la poesía: despertar de alguna forma la “nostalgia santa” que nos habla del “paraíso vislumbrado” al final del camino. Ese paraíso que el hombre perdió hace tanto tiempo y en el que no hacía falta la poesía porque todo era poesía:
“Era entonces más limpia la mirada
no había obscuridad ni desvarío,
por eso cada gota de rocío
brillaba como el filo de una espada”.
Nosotros no estuvimos allí, pero de alguna manera la naturaleza que Adán nos transmitió recuerda el paraíso y lo desea. Somos “peregrinos del cielo prometido” y “así, con una sed indescriptible, / ansiamos ese río cristalino / que traba nuestro origen y destino / en un soplo de amor incontenible”.
Los poemas de José Alberto Ferrari despiertan de nuevo ese deseo del cielo que es más fuerte que la muerte y que debería animar todas nuestras acciones, porque, como decía San Pablo, somos ciudadanos del cielo. ¿Qué más podríamos pedirle a un libro? Quizá que tenga un buen prólogo. Y este lo tiene, escrito por Dom Diego de Jesús, prior del Monasterio del Cristo Orante, uno de los grandes escritores de espiritualidad (y otros temas) que hay actualmente en el mundo. No me resisto a terminar citándole también a él:
“Las Llagas de Cristo no cicatrizan. Tampoco lo hace «la llaga del exilio», como canta Ferrari. Y por eso –sólo por eso– el joven poeta puede seguir señalándonos el Manantial que mana y corre. Mientras dure la herida, mientras haya dolor por el paraíso perdido, habrá sagrada poesía en esta tierra baldía”.
…………………..
Título: Santa nostalgia
Autor: José Alberto Ferrari
Editorial: Vórtice
41 comentarios
Ánimo a los que duden si comprarlo. Por el precio de unas cocacolas o unas cervezas, que hoy se beben y mañana se han olvidado, pueden leer algunos versos que quizá queden en su memoria para toda la vida y que, a todas luces, se han escrito para la gloria de Dios. No hay color.
Gracias por la recomendación.
Consulta:
¿Como se le puede contactar a José Alberto Ferrari??
Completamente de acuerdo en que hemos abandonado la belleza y así nos va. Lo del feísmo, no me cabe la menor duda de que es intencional.
Lo sé después de hacer un estudio detallado de la supervivencia en el GULAG y leer muchas biografías.
No hablaré aquí de la religión, aunque hay testimonios más que suficientes de la fuerza interna que daba a muchos de los internos en aquel infierno, sino de la memoria y de la poesía.
Recuerdo uno de los cuentos de Shalámov sobre un antiguo pastor luterano de los alemanes del Volga que cada noche en su litera repetía los nombres de los doce apóstoles. El Narrador, que estaba situado en la litera superior, oía sus susurros, y una noche no pudo evitar decir al pastor:
-Reverando, se está usted equivocando en esa lista que recita sobra San Pablo, él no fue apóstol.
El de abajo calló y durante toda la noche no pudo cerrar los ojos, mientras que la frente se le perlaba de un sudor frío.
Los días siguientes el Narrador veía que el antiguo pastor desmejoraba a ojos vistas, sabiendo como sabía que esos síntomas eran preludio de locura y después muerte en el GULAG, se arrepintió de haberle hecho aquella observación.
Pero una mañana encontró al reverendo considerablemente mejorado y con los ojos brillantes y al pasar junto a él le dijo:
-Once, siempre once, ¡me había olvidado de Bartolomé!
La memoria salvadora se había regenerado.
Justamente ayer estuve viendo este video, que te recomiendo vivamente.
...donde el P. Fuentes, en una conferencia muy reciente, explica como la Revolución, luego de haber logrado desvincular al hombre con Dios, trata ahora de destruirlo. Y para ello se propone subvertir y pervertir todo y a todos, inundando la cultura con su pestilente "sentido común revolucionario". (Especialmente ilustrativo es el discurso del vice presidente de Bolivia ante Maduro, que está al final de 2º video, donde este personaje vomita punto por punto lo que ha aprendido de las universidades useñas, en particular la de Columbia, en medio de repetidos aplausos venezolanos).
Bienvenido sea, pues, el libro que recomiendas, que es aire puro en medio del humo de Satán que inunda la cultura contemporánera.
En cuanto al video, es un inapreciable aporte del Instituto del Verbo Encarnado (IVE), perseguidísima congregación argentina (el diablo se ha ensañado con ella de una manera muuuuy particular) cuyo carisma es, precisamente, la evangelización de la cultura. O sea que se ha situado en la primera línea del combate contra la Revolución.
Benditos sean.
Eugenia Ginzburg cuenta sus peripecias después de su detención y, entre ellas, está pasar meses en una cárcel de aislamiento recitando todas las poesías que recordaba haber leído. Recitaba una tras otra, tanto de los antiguos poetas rusos como de otros que conocía por traducción. Y eso la salvó hasta que la enviaron al GULAG.
También está el relato, este ya no referente a la poesía sino a la novela, de los profesores de Literatura que salvaron sus vidas, amenazadas siempre por los presos comunes que eran los que realmente mandaban dentro del campo, porque conocían el suficiente números de relatos como para entretenerlos por las noches contándoles "El Conde de Montecristo" o "Los Tres Mosqueteros" una y otra vez.
Cuando no queda más que la cabeza: sin ordenador, sin laboratorios, sin recurso ninguno la única arma de que disponemos es la fe, la memoria y la poesía.
//miguelfuentes.teologoresponde.org/2018/08/21/mayo-del-68-revolucion-total-miguel-fuentes-ive/
También puedes verlo en You Tube, poniendo en el buscador:
mayo francés o lucha sin tiempo.
Son dos videos. Te va a tomar tiempo, pero no te vas a arrepentir.
No hagas propaganda del IVE (Instituto del Verbo Encarnado), ya que su fundador Carlos Buela "Vaticano: Fundador del Instituto del Verbo Encarnado es culpable de inconductas sexuales" -Aciprensa. Tal es así que está separado y "ocultado" de toda actividad.
Y no es el único de esa congregación.
Por otro lado no discuto que haya muy buenos sacerdotes dentro de esa congregación, pero el silencio y otras cuestiones, largo de discutir aquí, dan muy mala espina.
Sólo te diré que estoy informado casi al día de lo que ocurre y ha ocurrido en esa congregación, y que suscribo lo que tan acertadamente te ha dicho Juan Carlos.
Por favor, no desviemos el tema del artículo. Gracias.
En cuanto al tema en sí, si te agrada te puedo contactar con varios escritores prosistas que escriben muy bien, velos y después decides.
Un abrazo
Y que tan magistralmente se explica en el video.
No me refiero al enlace. Eso está muy bien y es relevante. De hecho, he convertido el enlace en pulsable para mayor comodidad.
Me refiero a la discusión con Manuel sobre el IVE, su fundador, etc. Eso no tiene nada que ver con el post y, como es un tema polémico, inevitablemente desviará la atención, así que, si no os importa, vamos a dejarlo a un lado.
"Algunos tenemos el problema de ser más de prosa que de versos, así que no podríamos escribirlos. (Para compensar, somos de lápices, pinceles y pinturas)"
Tanto monta, monta tanto.
"Completamente de acuerdo en que hemos abandonado la belleza y así nos va. Lo del feísmo, no me cabe la menor duda de que es intencional"
El otro día leí el impresionante artículo de un converso norteamericano que ha dejado la Iglesia, después de muchos años, movido en parte por lo que llamaba la "insoportable fealdad" de la Iglesia hoy, considerando que tenia que ser el reflejo de una fealdad interior mucho más profunda (como, a su juicio, demostraban los casos de abusos).
""la única arma de que disponemos es la fe, la memoria y la poesía", porque son tres cosas aparentemente diferentes, pero no estoy segura de que no formen una trinidad inseparable."
Para el antiguo pueblo de Israel, desde luego, formaban esa trinidad. Su fe estaba indisolublemente unida a la memoria de la liberación de Egipto (con alusiones repetitivas a recordar que su padre era un "arameo errante", etc.) y se expresaba recitando o cantando salmos, como hacía el mismo Cristo.
"Me abandonaron a mí, fuente de agua viva, y excavaron aljibes, aljibes agrietados, que no retienen el agua"(Jr 2, 13).
En cuanto al libro, ya se los he encargado a Virginia Gristelli, que tiene una librería muy buena y surtida y trabaja con las mejores editoriales.
Bueno, lo propio del cristiano es buscar la verdad en su vida. Buscarla y hallarla, naturalmente, pues aunque la verdad se ha entregado por puro amor, se nos ha dado, lo cierto es que nuestra tarea en esta vida es irla descubriendo a cada paso.
Luego, unos serán poetas, otros pintores o escultores, otros ingenieros o abogados, o fontaneros, o jubilados, o parados...; y esposos, padres, hijos, consagrados, etc. El poeta es una forma muy particular de buscar esa verdad. Los instrumentos que utiliza para plasmar la búsqueda y el hallazgo son la palabra, el sentimiento y la razón que pone orden o estructura ese devenir imprevisible y único para cada persona que peregrina hacia ella. Quien mejor lo exprese, es decir, quien mejor nos describa esa búsqueda y ese hallazgo para que todos podamos sentirnos identificados en sus palabras, mejor poeta será.
Pero ser poeta no es más importante que ser un buen esposo, padre o hijo de su padre. Hay personas que nos atraen, con independencia de su actividad o vocación por lo bien que refleja la verdad en su vida. Y ese reflejo muchas veces no pasa por la palabra. No es necesario la palabra para conocer el amor. Aunque para algunos sea nuestra forma más bella de buscarlo y de compatirlo una vez encontrado.
A pesar de ello, como la poesía es ante todo búsqueda de la verdad, se ha compuesto excelente poesía aun cuando el poeta no sea consciente de lo que busca.
Serán malísimos y los destruyo enseguida, pero quisiera que ese torpe balbuceo fuera oración de agradecimiento y alabanza al infinito amor que nunca conseguiré describir. También me hubiera gustado decirle algo digno a Ella, a la Hija, a la Madre y a la Esposa, pero tampoco acierto.
Quizás sea falta de espíritu de contrición, pero intentaré lograrlo aunque usted no me dé la absolución.
¡Oh, corazón veterano! que descubres andequiera la imagen verdadera del Dios que nos crio, en el fango digo yo, y también entre las fieras. ………………..
En esa tierra bendita hunde el churqui sus raíces, a sus pies anidan las perdices y en sus ramas el hornero y por debajo, en los aujeros cunviersa con las lumbrices.
¡Cuánta riqueza Dios le dio en su inocencia primera!, el otoño es primavera y el invierno, verano, es aguada el pantano y ¡rancho la tapera!
¡Y el buen humor!
Fue una sorpresa alegre para mí enterarme de sus líneas tan cálidas y generosas; dichas en la misma sintonía y concordia de los heridos por la Belleza, de los buscadores de la Huella de Dios en nuestro mundo sublunar.
Mi agradecimiento sincero a usted, mi autorización para que envíe mis datos al Sr. Lagos y a quien disponga, y mis felicitaciones por su apostolado fiel y perseverante.
A su servicio.
Oremus ad invicem.
J. A. F.
https://balmeslibreria.com/libro/elogio-de-la-ninez/
Un abrazo.
Gracias al blog por recordarnos y volver a estos temas.
saludoss,
m.l.
Pertenece a la «Antología sureña», del mismo autor, que en breve estará disponible en la Biblioteca de ETF
Hoy me he vuelto loco y olvidé
todos mis miedos; ya no temo al mañana
pues llevo perdida la noción del tiempo...
¡He dejado mi vida en tus manos!
Hoy vuelvo desde muy lejos para descansar
en la soledad de mi corazón.
El bullicio ya no podrá contenerme,
ni la ambición de lo arcano mudar mi deseo...
¡Porque he dejado mi vida en tus manos!
Hoy quiero ir por los caminos del mundo todo,
con mis pesares y mis alegrías:
sembrando paz en los corazones,
cubriendo sus heridas, reparando sus desgarros...
¡Porque he dejado mi vida, de una vez y para siempre,
en tus manos!
Extraído por su autor de «Antología sureña», de Carlos Bockor.
Siéntate a mi lado con tu soledad de años,
que como brasa moribunda avivó su fuego nostálgico,
circundando de pesar tus ansias.
No te diré nada que no sepas, ni que otros
ya no te hayan dicho: pero te miraré
a los ojos, y en el hueco de tu mano,
pondré mi corazón.
"Luego, unos serán poetas, otros pintores o escultores, otros ingenieros o abogados, o fontaneros, o jubilados, o parados...; y esposos, padres, hijos, consagrados, etc."
Bueno, nada impide que los ingenieros, abogados, fontaneros, jubilados, parados, esposos, padres, hijos y consagrados lean y escriban poesía. Ojalá lo hiciesen.
"escribo versos. Serán malísimos y los destruyo enseguida, pero quisiera que ese torpe balbuceo fuera oración de agradecimiento y alabanza al infinito amor que nunca conseguiré describir. También me hubiera gustado decirle algo digno a Ella, a la Hija, a la Madre y a la Esposa, pero tampoco acierto."
Pues no destruya tanto, hombre, y enséñenos algunos.
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