No poseemos la Verdad
Quaestio Quodlibetalis XXIII. Hace unos días, un comentarista, Gallizo, opinaba en un comentario que resulta imposible discutir con los cristianos, por el hecho mismo de ser cristianos:
El problema es que, con ustedes, resulta complicado, más bien imposible, confrontar las opiniones de los simples mortales, con el Magisterio y Dogma de la Iglesia que son Revelación, lo que para ustedes equivale a tener la Verdad absoluta y sobre eso no puede haber discusión y menos aún cambios.
Como suele suceder con los comentarios de Gallizo, es una afirmación muy interesante. Además, capta de forma sucinta y admirable lo que mucha gente piensa sobre este tema. Por lo tanto, creo que conviene considerar la cuestión, o mejor dicho, esta mezcla de varias cuestiones y responder a ellas lo mejor posible.

España o, mejor dicho, las Españas han estado siempre muy unidas al dogma de la Inmaculada Concepción. Mucho antes de que fuera declarada como dogma, la doctrina de la concepción inmaculada de Nuestra Señora ya estaba presente en la vida de los españoles.
El periódico El País realiza a menudo encuestas entre sus lectores a través de Internet. Las últimas han tratado temas tan diversos como el referéndum suizo sobre los minaretes, la obesidad como enfermedad o la privatización de la sanidad pública. Para los lectores que no sean españoles explicaré que El País es uno de los principales periódicos de España, de izquierdas y furibundamente anticatólico.
Cuando tenía unos diez años, visité París por primera vez, con mis padres. Con aquella edad, me impresionaron Notre Dame, el Sagrado Corazón y pocas cosas más. Como es lógico, una de esas otras cosas fue la torre Eiffel, que para cualquier niño viene a ser como un Mecano o un juego de construcciones de tamaño gigantesco. Recuerdo que lo que más me gustó de la torre fue hacerme una foto con ella, desde cierta distancia, de manera que en la foto parecía que yo, como un gigante, la tenía entre mis manos. Algo tan tonto me hizo darme cuenta de la importancia de la perspectiva y del punto de vista desde el que se miran las cosas. Lo que es enorme visto desde cerca, puede ser pequeñísimo visto desde otro lugar.
En cierta ocasión, preguntaron a San Luis, Rey de Francia sobre su ciudad favorita de todo el país. El monarca se quedó pensando un momento y dijo: “Reims”. El cortesano que le había preguntado, queriendo marcarse un tanto, sonrió y le dijo: “Claro. Allí fue donde os coronaron, Majestad. Allí os convertisteis en el Rey de Francia. Fue un día que nunca olvidaremos". San Luis, sin embargo, dijo: “No es por eso por lo que Reims es mi ciudad favorita de toda Francia. La razón por la que tengo predilección por la bellísima Reims es por algo que sucedió muchos años antes. Allí fui bautizado. Allí me convertí en hijo de Dios”.



