Gallizo y el pecado
Quaestio quodlibetalis XIX. En un blog católico, quien tiene un Gallizo tiene un tesoro. Lo digo porque sus comentarios me sugieren casi siempre un artículo, aunque en muchas ocasiones no tenga tiempo para escribirlo. ¿Por qué sucede eso? Yo creo que porque sus comentarios suelen ser muy similares a los que yo mismo haría si no tuviera fe. Es decir, muy a menudo los encuentro razonables y lógicos, aunque no esté de acuerdo con ellos. En ese sentido, para mí, Gallizo es un ejemplo paradigmático de ateo de buena voluntad. Cuando el Papa dedica una encíclica “…y a los hombres de buena voluntad”, me acuerdo de Gallizo.
El otro día, en un post, escribió el siguiente comentario que me resultó muy sugerente:
“Veo que nachet y Dniepper, reproducen el argumento (ya expuesto en otro debate) de que esto va de una lucha constante y sin tregua contra las tentaciones, de que nos movemos siempre sobre el filo de la navaja y que a la mínima que nos descuidemos caemos en las garras de la tentación y el pecado. Debe ser duro vivir siempre con esa sensación”.

Creo que ya he dicho otras veces que es una pena que no nos fijemos más en las lecturas de la Escritura que se proclaman en Misa. Si lo hiciéramos, enseguida nos saltarían a la vista multitud de extrañezas que nos ayudarían a comprender mejor lo que realmente se está diciendo en la lectura.
Recojo hoy en el blog este texto que me ha enviado Cristhian y en el que nos cuenta algo de su boda y de su peculiar triángulo amoroso. Que lo disfruten.



